Los estudiantes más mayores de la UGR: "Tengo la universidad de la vida, pero nunca he entrado en un aula"

Enrique, Reyes y José viven felices una etapa que no mira al mundo laboral, sino a un desarrollo personal muy enriquecedor

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Enrique (d), José (c) y Reyes (d) posan junto a compañeros de la Universidad de Granada | Foto y vídeo: Marcos Gómez
Sergio Rodríguez Acosta
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El saber no ocupar lugar y no tiene tiempos. La Universidad de Granada (UGR) recibe cada curso a miles de jóvenes en sus aulas, pero también acoge a estudiantes que sacan varias generaciones al resto de alumnos. Es el caso de Enrique, Reyes y José, tres personas jubiladas que celebran cada día haber emprendido una etapa que no está destinada a la vida laboral, pero si a un desarrollo personal muy enriquecedor.

"Con voluntad se puede hacer todo"

A sus 78 años, Reyes Palacios afronta su segundo año como estudiante de Historia del Arte. En su primer curso aprobó las cinco asignaturas en las que se matriculó y ahora busca repetir el éxito. "Yo tengo la universidad de la vida, pero no he entrado nunca en un aula, ni tengo estudios" fue el pensamiento que llevo a esta mujer a realizar la prueba de acceso para mayores de 45 tras una larga trayectoria trabajando en Telefónica. "Con voluntad se puede hacer todo", asegura.

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Sentada siempre en primera fila y con asistencia a todas las clases, la única dificultad con la que necesita apoyo Reyes es la dislexia que sufre. Su ayuda es Leonor, compañera de clase con la que ha construido un fuerte vínculo. "Es una chica estupenda. Ella está muy contenta y yo también", expresa. Por su parte, Leonor resalta lo "bonita" que es esta experiencia y lo mucho que aprende de su compañera. Su amistad ha trascendido de las clases, pues el año pasado se marcharon juntas de vacaciones cuatro días a La Alpujarra.

"Tenia mucho interés en vivir la vida universitaria"

La energía de Enrique Alonso es digna de estudio. A sus 71 primaveras danza por los pasillos con una agilidad envidiable. Su vida laboral arrancó con apenas 14 años como aprendiz de dependiente en una tienda de tejidos y continuó posteriormente como administrativo, director de oficina bancaria y comercial. Tras su jubilación, su "pasión" por la historia y el interés en "conocer y vivir la vida universitaria" le empujó a estudiar el grado de Historia, cuyo título obtendrá cuando acabe las siete asignaturas que le restan. Su integridad es tal que no consideró "ético" graduarse con el resto de su promoción con el expediente incompleto.

"He tenido la gran suerte de haber dado con un gran grupo de compañeros desde primer curso. Para mí son extraordinarios", detalla Enrique, que incluso guarda en su domicilio la orla con las fotos de todos sus compañeros. Asimismo, señala que él ha intentado transmitirles "tranquilidad y sensatez", dos conceptos que el considera muy importantes. "Ellos me han transmitido a mí muchísima alegría porque estar rodeado de gente de 20 años es una cosa para sentirse contento y alegre", concluye.

"Cuando acabe, no sé a que otra cosa le meteré mano"

José Pérez tiene el honor de ser el alumno más mayor de toda la Universidad de Granada. A sus 88 años cursa Edificación como su segundo grado, pues hace "30 o 40 años" se formó como arquitecto técnico, la profesión que ejerció durante buena parte de su vida laboral. Previamente, trabajó como delineante. "Me convalidaba un montón de asignaturas y dije 'pues venga'. Ya por gusto porque no la voy a ejercer", explica José Pérez, que está trabajando en su Trabajo Final de Grado (TFG).

Este ilustre estudiante mira al futuro con la idea de volver a las aulas, pues un amigo que estudia un doble grado le tienta con la opción de acompañarle en una nueva aventura. Aún así, relata que está "difícil" por las elevadas notas que reclaman para entrar en algunos grados. "Todo el mundo se ha dado cuenta de que lo que hay que hacer es estudiar, aunque luego se vaya de basurero. Hay que estar preparado", afirma José Pérez. Su historia junto a la de Enrique y Reyes demuestra que las inquietudes son el mejor aliciente para cumplir años con vitalidad y ganas de cultivarse a uno mismo.