Un estudio arquitectónico sobre el castillo de Mondújar desvela nuevos datos sobre el patrimonio histórico del Valle de Lecrín
Los doctores Antonio Orihuela Uzal y María Aurora Molina Fajardo publican una investigación apelando a la urgente protección del edificio
El investigador de la Escuela de Estudios Árabes (CSIC) y doctor en arquitectura Antonio Orihuela Uzal junto con la socia del Centro de Estudios Históricos del Valle de Lecrín y La Alpujarra (CEHVAL) y doctora en Historia del Arte María Aurora Molina Fajardo han publicado un artículo en la revista internacional Sustainability (MDPI). El trabajo, titulado 'UAV Photogrammetry Surveying for Sustainable Conservation: The Case of Mondújar Castle (Granada, Spain)', presenta una aproximación histórica a esta fortaleza del Valle de Lecrín, desarrollando un completo y novedoso estudio arquitectónico que refuta las leyendas tradicionalmente asociadas a la construcción y difusión de dicho monumento.
El artículo, fruto de varios años de investigación conjunta, ha tenido como objetivo la comprensión del origen, influencias arquitectónicas y fases constructivas del Castillo de Mondújar. Para ello se han empleados diversas aproximaciones metodológicas que han incluido la consulta de fuentes bibliográficas y de archivo, junto con la realización de varios levantamientos fotogramétricos en 3D obtenidos mediante vuelos de dron. El trabajo presenta un amplio estudio histórico del castillo y expone las dos fases constructivas del mismo: una primera medieval de época nazarí y una segunda realizada en torno a 1500 por el cantero Pedro Ruys para el acondicionamiento de la fortaleza al uso de la artillería.
En este punto, resulta especialmente llamativo el hallazgo de fragmentos de macabrillas (piedras funerarias en forma escalonada) y losas funerarias con decoración geométrica que fueron usados como material de construcción durante la reforma castellana de la fortaleza.
Según los autores, el uso de estos elementos funerarios tan singulares hacen del Castillo de Mondújar una pieza única pues, muy posiblemente, en su construcción se reutilizaron materiales provenientes del cementerio real (rawda) nazarí que, desde la Alhambra, Boadbil trasladó a Mondújar en enero de 1492.
Asimismo, los autores refutan las leyendas populares que interpretan la fortaleza de Mondújar como una casa palaciega mandada construir por Muley Hacén para su esposa Isabel de Solís, también conocida como Zoraya. Orihuela Uzal y Molina Fajardo, apoyándose en los levantamientos fotogramétricos, planimetría y trabajo de campo realizados consideran muy improbable este punto, afirmando que la gran pendiente en la que se ubica la fortaleza, así como su reducido tamaño, hacen imposible pensar que aquí pudiera existir un suntuoso palacio con jardines de recreo.
Finalmente, los autores refieren el mal estado de conservación del castillo, calificándolo como “muy preocupante” e indicando cómo ciertas partes de su muralla norte y su aljibe andalusí se han perdido en los últimos años. Abogan por acometer trabajos arqueológicos y de restauración en el conjunto, así como a emprender una difusión correcta de la arquitectura e historia del mismo que, sin tener que recurrir a las leyendas antes citadas, hacen de este monumento un lugar lo suficientemente interesante y único en la provincia.