Eterna 'Doña Rosita'

Pablo Remón escribe una versión libre del texto de Lorca, donde el escritor y los personajes de 'Doña Rosita, la soltera' conversan en el terreno de la conciencia

Doña Rosita Anotada 23 © Vanessa Rabade
Representación de la obra 'Doña Rosita, Anotada' este domingo en el Teatro Alhambra | Foto: Vanessa Rabade
Pablo Domínguez
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A los buenos autores les ocurre. Tienen un encuentro con la inspiración, entonces aparecen en ellos semillitas que no son más que ideas jóvenes; neófitas de proyectos. El escritor queda preñado de estas, las deposita –inquietantes y enigmáticas– en el terreno movedizo de la reflexión. Hasta que un día, como fatuos arribistas, se le presentan al autor, ya maduras, pedigüeñas de independencia; es entonces cuando este puede tomarlas y desarrollar, si así lo quiere, una obra literaria.

Le ocurrió a García Lorca en el año 1934, cuando el poeta y bibliotecario Moreno Villa le enseñara un libro que acababa de comprar: una enciclopedia de botánica. Tomaban café en el Palace Hotel y comentaron con curiosidad el caso de la rosa mutábilis, que entendieron como una metáfora de lo fugaz de la vida. En diciembre de 1935, Lorca estrena en Barcelona Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores, con la interpretación de la actriz Margarita Xirgu. En ella, una joven granadina se despide de su prometido, que marcha a América. Él promete regresar, pero no lo hará nunca; Rosita queda entonces en la involución de una eterna espera, hasta tomar conciencia –ya siendo una mujer madura– de su desengaño.

En 2019, con motivo del Año Lorca, el dramaturgo y guionista Pablo Remón recibiría, por parte de la Comunidad de Madrid, el encargo de escribir una versión libre de Doña Rosita. Si bien en un principio rechazó la propuesta –irónica, de nuevo la inspiración tardía–, acabó aceptándola. Doña Rosita, Anotada se estrenaría en el año 2019 en los Teatros del Canal de Madrid. El elenco constaría inicialmente de los actores: Francesco Carril, Fernanda Orazi y Manuela Paso. Después, el primero sería sustituido por el ubetense Juan Ceacero. La obra se ha representado este domingo 14 de marzo en el Teatro Alhambra de Granada.

Pablo Remón utiliza el texto de Lorca para el desarrollo de un recorrido personal hacia el trasunto del quehacer literario. Se proyecta en el Anotador, que es interpretado por Ceacero, el cual, interpreta igualmente a la tía de Rosita cuando la narración lo requiere. Los personajes se envuelven en un desarrollo de constantes desdobles y giros. Fernanda Orazi interpreta a Rosita y a su tía, también a la mujer del Anotador, que es filóloga y le indicará algunas oscuridades e incorrecciones de su trama. Petra, una criada rumana –que evoca a la Ama de Rosita de la obra original–, es representada por Manuela Paso. A su vez, todos los personajes conviven en la conciencia del autor, de ahí que en algunos momentos encarnen también a sus tías, Carmen y Pilar, o a su propia figura materna.

El Anotador nos cuenta cómo recibió el encargo de dirigir y escribir una versión libre de Doña Rosita, la soltera. "¿Cómo se pone en escena eso al día de hoy?", exclama tras releer algunos versos de la obra original. Comienza entonces a conjugar los recuerdos de su infancia con los actos de la obra de Lorca, y así, da forma a una revisión personal. Reflexiona y comprende el valor actual del personaje de Rosita –es, como definía Francisco Umbral la tarea de la lectura: la posibilidad de ver a un escritor trabajar–, desde las manolas ("Granada, calle de Elvira, / donde viven las manolas, / que se van a la Alhambra / las tres y las cuatros solas") que las encuentra en un Starbucks profiriendo insultos sobre un examante, hasta el desenlace de Rosita; una Penélope sin Ulises cuyo antagonista, el tiempo, la acaba sometiendo al vacío, a la levedad de una vida sin motivos; estos, sentimientos verdaderamente contemporáneos.

El Anotador requiere de la recuperación de los actos primero y tercero de la obra de Lorca, los dos puntos nucleares: la despedida de Rosita de su prometido y el desengaño final. Son narrados entre el drama y la comedia, en función de las necesidades narrativas del Anotador. En algunas escenas, se retoma el texto original, obteniéndose minutos de emoción muy notables; tal es el caso del soliloquio de Rosita que interpreta Orazi; en otras, Remón se decide por la rescritura y el humor; sucede en la despedida de los enamorados, donde estos toman la jerga de la juventud actual. Sin embargo, en el momento final de la obra descubrimos la intencionalidad que subyace al relato; la conciencia de una verdad íntima, para cuyo entendimiento Pablo Remón necesita contarnos una historia y anotar, y además proyectarse, en la gran obra de García Lorca. Como declamaría Rosita: "Hay cosas que no se pueden decir porque no hay palabras para decirlas; y si las hubiera, nadie entendería su significado".