La evolución de la salud mental en España: una sociedad más concienciada y una juventud más deprimida
La psicóloga Iraida Puerta Porcel desgrana los motivos de estos cambios y afirma que existe "una carencia en el acceso" para un mejor cuidado
El tercer lunes de cada mes de enero se 'celebra' el Blue Monday, que según una compañía de viajes anglosajona es el día más triste del año. El viernes se celebró el Día Mundial contra la Depresión. Además, el inicio de cada año es sinónimo de la archiconocida cuesta de enero. "Si las fechas sirven para concienciar sobre salud mental, bienvenidas son". Así se expresa Iraida Puerta Porcel, psicóloga de Agacia Centro Terapéutico. La profesional profundiza en las circunstancias que rodean a una sociedad con mayor conciencia social sobre salud mental y con tasas notables en depresión y ansiedad.
La Organización Mundial de la Salud ha incidido en varias ocasiones en que la depresión es un "desafío" que debe afrontar la sociedad moderna. Las cifras de la última Encuesta Europea de Salud en España arrojaron un incremento de los casos, especialmente en la población mayor de 15 años. Así lo corrobora Iraida, quien atiende ahora a un público más joven. Las "tasas elevadas" se dan en los casos de depresión y ansiedad, combinados en algunas ocasiones.
Posibles razones
La terapeuta razona que algunos de los motivos de este cambio son "la repercusión social de las situaciones que vivimos”, con la visión de las diferentes generaciones y lo que puede "repercutir en su estado de ánimo" y una "mayor concienciación social sobre salud mental". "Antes se decía que la gente estaba enferma de los nervios", recuerda.
Uno de los aspectos positivos del presente es que las personas piden ayuda antes cuando la requieren. La depresión es un trastorno que provoca pérdidas de interés o bajones de autoestima. Iraida defiende el derecho a estar mal en una sociedad en la que “el sentimiento de malestar es algo indeseado”. “Sentirse mal es algo tan normal como sentirse bien”, reitera.
Esa corriente se acentúa en épocas como la Navidad, cuando el mundo se colorea de rosa y no admite otros tonos. Iraida explica que dicha "presión social" trata de determinar las emociones que se deben sentir. Dentro de estos aspectos entra también la generación de expectativas, un factor más para incrementar la presión. La terapeuta no mira con atención fechas como el Blue Monday, pero si comparte que el tiempo tiene una relación directa con los estados de ánimo a través de elementos como las horas de sol.
La psicóloga marca una línea roja en el momento el que "esa tristeza afecta significativamente en mi día a día", una señal que indica que hay que pedir ayuda al entorno más cercano, que también debe aceptar esa circunstancia. "El primer paso lleva más de un tiempo", advierte. Además, apunta que la tristeza es "una emoción más", pero la vida no debe "girar en torno" a ella.
Un sistema público "saturado"
La ciudadanía habla ahora más de salud mental, pero la presencia del tema no es sinónimo de que exista una dotación de herramientas adecuadas para cuidarla como se merece. “El sistema público se ve saturado. No es que no cuenten con buenos profesionales y herramientas, pero falta personal”, declara Iraida, que entiende que "hay una carencia en el acceso".
Su visión personal es que la salud mental no debe ser una fuente de enriquecimiento para los centros privados, pero sabe que cada bolsillo tiene un límite, y más en las circunstancias actuales. Precisamente, el contexto es otro pilar para comprender la evolución que ha vivido la salud mental de la sociedad en los últimos años. La pandemia fue un duro golpe, pues se vivió algo que era poco menos que imaginable, como un confinamiento. La psicóloga destaca que también se crearon "refuerzos" positivos como "nuevos salvavidas" en forma de actividades o "lazos familiares" fortalecidos.
La salida de la etapa más dura del coronavirus fue un punto de partida para mirar todo con mejores perspectivas, pero las consecuencias derivadas de la invasión rusa de Ucrania han sido otro revés. "Muchas personas se están viendo en una situación económicamente delicada”, lamenta la profesional. Es la cruda realidad de unos tiempos en los que las crisis se dan la mano unas con otras. Los datos hablan. La sociedad goza de una percepción mayor de la salud mental, pero el reto de cara al futuro es disponer de recursos para que cuidarla no sea un lujo.