Felicidad y toneladas de trabajo
Lo escenificó a la perfección «míster milagro» Sandoval cuando aterrizó en Granada hace escasamente veinte días: «Cuando llegué dije que era puerta grande o enfermería y hemos logrado la puerta grande, nos teníamos que arrimar y nos podían coger pero hemos rematado con la estocada. Ahora hay que disfrutar y ojalá esta afición no sufra tanto porque no se lo merece». Su análisis tras obrar lo imposible es de diez, como su gestión del grupo en una perenne contrarreloj de cuatro jornadas. Hoy, Granada se ha levantado feliz. Han sido nueves meses muy duros y lo inesperado del desenlace hace aún mayor el jolgorio vivido este fin de semana en la ciudad de la Alhambra. Ahora bien, la temporada del Granada merece muchas horas de análisis y debate.
El conjunto nazarí se ha salvado, y por méritos propios, claro está, pero ha sido un curso lamentable y, en algunas fases, hasta sonrojante. De cada diez campañas de este estilo, se consigue la permanencia en una. El cupo de suerte ya lo ha agotado el Granada, y de sobra. No es solo esta temporada, son también las anteriores. En cuatro años en Primera, el conjunto andaluz ha tenido que jugársela en la última jornada siempre. Creo que ha llegado el momento de sentarse y reflexionar. El presidente Quique Pina y el director deportivo Juan Carlos Cordero tiene toneladas de trabajo por delante.
No seré yo quién les diga lo que deben o no deben de hacer, pero algo tienen que hacer. Al menos, parece claro que no se pueden dan tantos bandazos en el proyecto deportivo. Tras cuatro temporada en Primera aún no se si el Granada es carne o pescado. Tampoco se pueden entregar las llaves del club a un entrenador, por mucho nombre y apellido que se tenga. E igual hay que tener algo más de atino a la hora de reforzar al equipo. Este verano es clave para el futuro de la entidad. Esperemos que entre todos sepan, de una vez, tocar la tecla adecuada. Felices vacaciones. Nos leemos en agosto.