Fernando Díaz de la Guardia: “Lo que me pasa es un problema para cualquiera, pero una tragedia para un presentador de televisión"

El periodista granadino habla de la parálisis facial que le ha apartado de la primera línea televisiva, pero que le ha permitido valorar más los pequeños detalles de la vida

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Fernando Díaz de la Guardia se sincera en GranadaDigital | Foto: M. Gómez
Juan Prieto
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Se puede recurrir a los tópicos de que la vida le ha dado un serio aviso o de que el azar es así de caprichoso, pero lo que sí es evidente es que Fernando Díaz de la Guardia (Granada, 1972) comprobó el día de Reyes de este mismo año cómo todo tu mundo puede cambiar en un instante. El periodista granadino, conocido presentador de televisión, amaneció con media cara dormida, con la boca torcida y sin poder cerrar un ojo. Esa parálisis facial, que al principio parecía un ictus, fue diagnosticada como el síndrome de Ramsay Hunt, un virus que infecta un nervio en el cerebro. Esta circunstancia, justificada por el estrés, acabó con su aventura en su regreso a la televisión nacional como presentador del programa ‘Cuatro al día’. Un año después, Fernando ha regresado a Canal Sur Televisión como editor, continúa con su lenta recuperación y es incansable en su afán de contar su experiencia para ayudar a otras personas que se encuentren en una situación parecida. Hombre de carácter afable, buen tipo, gran comunicador y profesional intachable, acumula más de 30 años de carrera. Se ha apoyado en su familia y en sus amigos para superar con gran entereza una situación que le ha servido para valorar más los pequeños detalles de la vida.

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Pregunta: ¿Cómo te encuentras ahora mismo? ¿En qué situación estás?

Respuesta: No parpadeo aún por un ojo, todavía tengo alguna secuela en la boca y me tengo que proteger con gafas oscuras. Al no parpadear se reseca el ojo constantemente. Y esta es, de la parte física, la secuela principal que todavía arrastro casi un año después.

P: Te levantaste el día de Reyes con esa parálisis facial y en ese momento cambió tu vida.

R: Sentí una gran incertidumbre. De aquella mañana recuerdo cuando llegó el equipo de emergencias del 061 con alguien que ya es mi amiga, Marian Rivas, al frente. Establecieron el código ictus. Y sentí una gran tristeza. Era la mañana de Reyes y un año antes había participado del cortejo real en Granada de una forma muy especial y, sin embargo, me encontraba rodeado de los regalos de mi familia y a punto de subirme a una ambulancia. En esa ambulancia me lo tomé casi con humor, hablando con Marian para disimular el temor que arrastraba ante la posibilidad de sufrir algo especialmente grave. Por cierto, cuando escuchamos el sonido de una ambulancia solemos, y me pasa a mí, pensar en pobrecillo o pobrecilla quien se encuentre ahí. Pero no solemos pensar en los ángeles que la acompañan, y lo digo así porque fueron ángeles que me trataron con una humanidad extraordinaria. Al llegar al hospital culminó ese proceso del código ictus que se establece en un tiempo récord para evitar, en caso de que haya un trombo, que la lesión vaya a más. Se descartó ese diagnóstico y, por fin, se concluyó que lo que sufría era el ataque de un virus. En ese intervalo, por desconocimiento, pensé que la recuperación iba a ser mucho más rápida. Pero con el tiempo ya tomé conciencia de las secuelas y de la gravedad del asunto. A partir de ahí, inicié un proceso de aceptación, de adaptación y de intentar sacar conclusiones que, de alguna forma, me estimularan a seguir adelante.

P: En esa ambulancia, ¿hubo algún momento que temieras por tu vida al pensar que podría ser un ictus?

R: No, pero es interesante porque hasta hace un año pensaba que la enfermedad, la discapacidad o la muerte les ocurrían a otras personas. No me lo planteaba para mí. Y fíjate que, ya era hora, he descubierto a los 50 años que soy finito, que soy vulnerable y que cada día es un regalo. Porque me vi ahí. Yo había ido alguna vez en una ambulancia como reportero, pero no como protagonista y esta vez estaba al otro lado del telón. No sentí un miedo trascendental en ese momento, pero sí en el proceso de adaptación he llegado a esa conclusión. Un carpintero de Granada me dijo que a los 40 años te crees que sabes y que a los 50, si llegas con salud, empiezas a comprobar y a conocer qué es un problema y qué no. A veces, por desgracia en mi caso, esto lo aprendes a golpes. Yo ya he estado en el problema. Por tanto, cuando el problema se sobrelleva, tengo criterio. Sé lo que es estar bien porque he comprobado lo que es estar mal. Como conclusión, cada día es un regalo maravilloso. Sí, eso es lo que he aprendido. No tuve ese planteamiento tan trascendental, pero con el tiempo sí he llegado a esa conclusión.

Fernando Díaz de la Guardia y su proyecto imbatibles | Foto: M. Gómez

El estrés

P: Esa parálisis está provocada por el ataque de un virus, pero ¿el detonante ha sido el estrés?

R: El herpes zóster, que convive con nosotros desde que pasamos la varicela en nuestro organismo, está acechante. Hay estudios que lo relacionan con el nivel emocional en el que nos encontramos. Sufrí una bajada de defensas. Esto lo explica todo. Entonces el herpes se reactiva y te ataca. En este caso, genera una enfermedad rara. Hay veces que es una calentura en un labio. Esta vez ataca al nervio facial que va de la nuca a la frente con rama al ojo, al oído y a la boca. Y daña toda la capacidad de movimiento del párpado, de la comisura que no sostienes y cuando bebes un líquido se te derrama por un lado, o la compresión sónica en el oído. Cuando ladraban mis perros, era como estar en un campanario con las campanas al vuelo. No soportaba el sonido. A todo eso afectó el puñetero herpes zóster. Arrasó el nervio facial y generó una enfermedad rara que está denominada el síndrome de Ramsey Hunt. El pronóstico es indeterminado. Nadie es capaz de decirme si el día 3 de febrero voy a parpadear como Marujita Díaz. Ojalá. Pero eso no lo sabe nadie. Sí es verdad que he experimentado una mejoría a lo largo de estos once meses. Al principio estaba condicionada, por ejemplo, mi voz, mi dicción, porque la musculatura bucal no era lo suficientemente fuerte como para ejercer movimientos naturales. Estuve totalmente condicionado en mis más evidentes capacidades para comunicar. La expresión de la cara, el carisma que expresa una mirada, todo eso se ha visto condicionado. Lo que me pasa es un problema para cualquier persona y una tragedia para un presentador de televisión.

P: ¿Cómo ha sido el proceso de recuperación a nivel personal?

R: He tenido la suerte de rodearme de buenos profesionales de la sanidad pública y aprovecho, una vez más, para insistir en la importancia de invertir en los medios y las herramientas necesarias para atender a la población porque, además, todos estamos abocados a una enfermedad, incluido el político. He tenido la suerte, primero, de vivir la atención temprana e inmediata en el Hospital Virgen de las Nieves de Granada y, durante mi proceso de recuperación, en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, donde semanalmente sigo asistiendo a sesiones de fisioterapia facial. Allí en una ocasión conocí a dos mujeres. Una se llama Vanessa. Le extirparon la nariz por un cáncer. Otra se llama María José, que es una joven de Palos de la Frontera que le extirparon el triángulo desde el labio hasta la nariz por una malformación congénita que le generaba hemorragias que podrían ser incompatibles con su supervivencia. Hablamos de personas que viven sin parte de su cara durante un tiempo, sin nariz o sin el labio superior. Se sometieron a intervenciones con mi doctor, el maxilofacial Fernando Iglesias, fantástico él y su equipo en el Virgen del Rocío. El testimonio de ellas para mí fue enriquecedor. Y dado que me dedico al oficio de la comunicación, pensé que también mi testimonio podría ayudar a otras personas. Y esto ha resultado terapéutico en mi recuperación. El expresarme, y más para alguien que es vehemente en su expresión, como puede ser mi caso, ejercito la musculatura facial, pero además también psicológicamente me ayudaba esa convivencia. Gracias a este apoyo he podido salir adelante en lo emocional y he llegado a enseñanzas que han sido decisivas, determinantes para seguir adelante.

P: Háblame de esas enseñanzas.

R: Escuchar el cuerpo. Hace diez años presentaba con la cara dormida como si estuviese anestesiado en el dentista. Durante un tiempo fue así. Además, era bastante psicosomático. Me ocurría en el lugar de trabajo y en el plató, no me ocurría en mi casa. Fui a médicos, me trataron, pero no cambié nada de mi conducta vital, nada. 'Show must go on' ('El show debe continuar'). El espectador no lo nota, pero yo sí lo percibía. Al cabo de diez años, esta segunda llamada de atención ha sido mucho más drástica. No ha sido algo sensitivo, sino algo motor, que ya ha implicado a partes físicas de mi cuerpo que han reaccionado de la forma que vemos hasta el punto de que me ha parado en seco. Ahora sí me quiero más. El amor propio no es agresivo con el prójimo, ni siquiera es una suerte de egoísmo, porque si tú te quieres también haces que las personas que estén a tu alrededor se encuentren mejor porque tú te sientes mejor. El amor propio va de quererse en este sentido y de buscar exactamente aquello que te haga estar en calma. Ese es el país al que me mudaré en breve, el país de la calma. No sé cuál es, imagino que está en mí. He aprendido a relativizar mucho mi profesión. Esto es compatible con ser profesional, riguroso, implicarte hasta el corvejón, claro que sí, pero no estoy operando a corazón abierto. Donde voy ahora sí operan a corazón abierto y el médico que le ha reconstruido la cara a estas personas que he comentado, sí está operando de una forma donde sí se juegan la vida. Nuestra profesión es muy importante, pero también he aprendido que hay vida más allá de la profesión. Esto no lo sabía, no me lo aplicaba. He aprendido a vivir de una forma más consciente, más plena. Lo que me ha sucedido no me conviene. Esa frase de "lo que sucede, conviene"... No creo en esa frase. Ahora, sí conviene el proceso de adaptación. Y es ahí donde he madurado para conseguir vivir de una forma más consciente. El Fernando de hace once meses estaba pensando en el mañana, en lo que tenía que hacer constantemente. Normal, porque vivimos en un calendario, con un reloj, estamos programados para el futuro. Pero el de ahora vive este momento. Y, ojo, esto no es un eslogan de una campaña comercial o el aforismo de un azucarillo en una tetería: "Vive el momento". No, esto es algo que me aplico, por desgracia, a golpes, en mi día a día. Y no lo digo por estar en una entrevista. Lo hago en mi día a día, en cualquier instante, y esto es importante porque me ha ordenado.

Fernando Díaz de la Guardia se sincera en GranadaDigital | Foto: M. Gómez

Fernando Díaz de la Guardia se sincera en GranadaDigital | Foto: M. Gómez

Un monstruo viene a verme

P: Sí que es muy importante esa actitud.

R: He aprendido a ocupar la mente porque el monstruo viene a verme, me visita y me dice cosas muy desagradables al oído. No es que haya cambiado mi forma de ser de una manera rotunda. Cuando viene el monstruo, vienen las obsesiones o viene el mal pensamiento. Pero la mente estaba ocupada. ¿Cómo? En mi caso, como sabes, soy un gran aficionado a la música. No oigo, escucho música. Y me voy con mis perros a los pinares cercanos y estoy escuchando la canción, el disco, la producción, el sonido de los platos, de la batería... Ahí estoy en eso, no estoy en otra cosa. Entonces he aprendido a ocupar la mente y, a veces, cuando ya el monstruo entra, este método y este sistema de sentirme fuerte en mis cosas, en lo que me agrada, ha hecho que lo pueda mirar a la cara. Y me ha permitido días de quedarme en cama, de llorar, por supuesto, pero al día siguiente volvía al pinar con los perros y a escuchar música. Quería estar bien, esa es la clave. Y eso también lo he aprendido. He aprendido que no todos los problemas pueden tener la misma respuesta emocional. Lo que me dijo el carpintero. Los problemas, en mi opinión, vienen relacionados casi siempre con la salud, tienen una categoría y una reacción para esa categoría. Estas son algunas de las enseñanzas que pueden resultar muy básicas y de perogrullo, pero son las que he vivido, las que constato y las que me aplico en mi día a día y, de esa forma, vivo más conscientemente el momento y disfruto, por ejemplo, del amanecer. Sé que puede resultar cursi, pero me disfruto temprano del amanecer o disfruto de mis hijos de una forma más consciente. Vivo.

P: ¿Todo esto lo has aprendido solo o, aparte de la familia y de los amigos que siempre han estado a tu lado, has necesitado ayuda psicológica?

R: A mí me ha salvado en gran medida el amor de mi entorno emocional. No he necesitado una terapia psicológica profesional que yo sepa, aunque no descarto poder acudir a ella porque, además, las enfermedades no son lineales y tienen valles y picos. Pero, como te decía, me rodeé de una serie de personas que influyeron en mí de manera tan positiva que me ayudaron a seguir adelante.

 

P: Cuando te atacó el virus estabas en Mediaset, en el programa 'Cuatro al día', aprovechando una oportunidad muy interesante que te había llegado, porque no es normal que a tu edad llegara de nuevo la posibilidad de presentar en una televisión nacional. Pero has tenido que dejarlo.  

R: Normalmente, el gran salto a una cadena nacional, que lo viví hace unos años en Televisión Española, te suele llegar a edades más tempranas. Cuando me llamaron el verano de 2023, fue una sorpresa y una alegría porque, además, llegué con madurez, con poso, llegué hecho. Eso está muy bien. Cumplir años está bien, en general, porque los cumples y porque la madurez te ayuda. Y a mí me resultó una gran aliada la madurez. Cuando todo esto se desvanece es un mazazo grandes porque estás jugando en las grandes ligas, rodeado de figuras que forman parte ya de tu agenda, y de profesionales a los que admiras, y te habías preparado para ello. Se suma lo profesional a la parte personal. Mediaset querían que siguiera presentando. Tanto Jaime Guerra como Eduardo Escorial, que son los responsables de antena y de la dirección de programas, tenían proyectos. Tenía su confianza y la tengo. De hecho, mantengo una relación muy cordial. Pero yo no estaba para estar delante de una cámara. Un plató es como un estadio de fútbol lleno de focos y no me apetecía estar con gafas oscuras presentando de manera convencional y menos entonces, en mayo o junio, que todavía mi situación era peor. Como tenía una excedencia de Canal Sur, parecía lógico que, puestos a trabajar detrás de cámara, no estuviese en el AVE yendo y viniendo, sino hacerlo donde ha residido mi familia durante los últimos 20 años, en Sevilla. Así que la excedencia se agotó, pedí la reincorporación y forcé mi alta laboral, porque tengo todavía secuelas como para estar de baja fácilmente, pero parte de mi recuperación se basa en querer estar bien, sin forzar, sin hacer locuras. Esto es compatible con todo lo que he explicado antes de llevar una vida razonable, pero me ayuda. Me plantearon estar como editor y tiene todo el sentido volver a la que ha sido mi casa madre durante muchísimos años. He tenido un par de incursiones en las televisiones nacionales y la última, por desgracia, ha acabado de una forma sobrevenida, inesperada y trágica para mí. Pero, al final, lo importante es la adaptación y eso es lo que hago ahora. Adaptarme incluso también delante de cámara, aunque sea con mis gafas, a mi faceta de comunicador, en lo que he hecho últimamente, con mi proyecto de 'Imbatibles'.

Fernando Díaz de la Guardia habla sobre sus inicios en televisión | Foto: M. Gómez

Inicios en la profesión

P: Antes de hablar de 'Imbatibles', quiero recordar tus inicios en esta profesión, que tenías 17 años cuando comenzaste en la redacción de Deportes de Radio Granada como colaborador. 

R: Era un niño. Aparte de que mi cara siempre resultaba aniñada, pero no tenía ni la mayoría de edad. Voy a contar una anécdota que no he contado públicamente nunca. Mi abuelo Manolo, el padre de mi madre, es alguien que me influyó mucho en mi forma de afrontar el trabajo. Era una persona extremadamente disciplinada y con un gran sentido de la responsabilidad y del compromiso. Pues en su velatorio estuvo José Luis Entrala, que este año también nos ha dejado. Era íntimo amigo de mi padre. Y en esas conversaciones que surgen en los velatorios, me planteó la posibilidad de trabajar en Radio Genil -la actual Onda Cero- o en Radio Granada, porque él tenía contactos y me dijo si quería probar. Y yo que era muy aficionado al Carrusel Deportivo de la Cadena SER, le dije que me apetecía más Radio Granada. Y fue ahí donde Javier Tortosa, que también en paz descanse, me hizo una prueba de locución. A partir de ahí me llamaron y empecé a trabajar con Antonio Rodríguez, con Antonio Aróstegui en el control técnico. Hacía boletines informativos de deportes en Radio Minuto, repasando los marcadores de todas las categorías, en un programa llamado ‘Panorama Deportivo', y ahí inicié mi oficio de manera efectiva. En el colegio de los Agustinos tuve un profesor, don Cristóbal Píñar, que fue quien condujo mi vocación. Qué importante es la figura del maestro. Había una actividad que se llamaba el guion radiofónico y ahí fue donde descubrí un mundo maravilloso. Así que entre unos y otros, entre mi abuelo, don Cristóbal, Javier Tortosa, Antonio Rodríguez... pusieron los peldaños para que fuese subiendo aquellas escaleras de caracol de Radio Granada donde comencé mi carrera profesional. Con frecuencia digo que quería ser locutor de radio, una palabra hermosa que defiende Manolo Garrido, por retransmitir los partidos del Granada y lo conseguí. Fue un sueño hecho realidad. Por desgracia, nunca lo pude hacer en Segunda División A, siempre Segunda B, porque durante los once años que estuve en Radio Granada no alcanzó para que el Granada ascendiera; de hecho, fue a peor incluso. Pero para mí estar en Los Cármenes retransmitiendo un Granada-Écija con Antonio Rodríguez, que me daba codazos cada vez que hacía una muletilla que no me acuerdo cuál decía. Me acuerdo de los codazos, pero no de la muletilla. Y hasta retransmití goles que no subieron al marcador porque en el antiguo Los Cármenes la tela metálica, la valla metálica y la red estaban hiladas y si daba el balón por el lateral de la portería parecía que había entrado, porque todo temblaba. Canté más goles que los que se marcaron, aunque el Granada ganó por 4-1 o 4-0, no recuerdo ya bien el resultado. Así empecé.

P: En esa época sacaste un grupo de música, Christiania, que tuvo sus minutos de fama y llegó a ser telonero de bandas importantes de aquellos años e hicisteis muchos conciertos.

R: Y gracias a esa etapa soy un hombre de escenario más que de plató. A mí la televisión siempre me ha enfriado, me ha empequeñecido. Porque, además, miras a una cámara que es como un ordenador, pero en el escenario el público reacciona y sabes si se aburre, si se emociona, si se divierte. Y esas tablas, nunca mejor dicho, me las dio Christiania, que para mi proceso de comunicación resultó fundamental. Para eso y para curar mi vanidad. En la música curé mi vanidad. Y no hay nada que me haya hecho más ilusión que cuando en algún caso me han reconocido sea por Christiania y no por la tele. Eso es maravilloso. Cuando digo que curé mi vanidad fue en una sala en Bailén, donde el público había pagado una entrada para vernos y había llenado la sala. Y el público se sabía nuestras canciones, porque entonces Canal Sur tenía una emisora, que era Fórmula Uno, que pinchaba a grupos 'maqueteros', de maqueta. Así, bandas como la mío sonaban en toda Andalucía. Eso te daba una promoción fantástica cuando ibas a Roquetas de Mar, a Málaga, a festivales... La gente sabía quién eras. Y fue una etapa preciosa, Christiania era mi patrimonio emocional, sin duda, porque no es lo mismo que te conozcan porque sales en la tele a que conozcan la canción que has hecho con tu colega. No me ha pasado nunca nada igual. Es colmar tu aspiración. Además, Christiania fue un nombre erróneo. Nadie lo ha dicho bien, casi nunca. Pero Pablo Palacio, el guitarrista, estaba haciendo un Erasmus en Christianía, que es una comuna hippie que hay en Copenhague, una ciudad romántica, libre, con sus propias reglas y tal, que montaron los hippies en una base de la OTAN en los 60. Me llamó y a partir de ahí, esa idea de libertad fue lo que nos sugirió para denominarnos de una forma comercial. Teloneamos a The Pretenders, el 9 de junio de 1995, fíjate si me acuerdo bien, en el Palacio de los Deportes de Granada, que cayó un rayo y se fue la luz. Aquel cartel naranja que cubría gran parte de la provincia con The Pretenders y nuestro nombre nos sirvió de promoción para conseguir muchos bolos. Y por cierto, a Chrissie Hynde a los Pretenders los entrevisté la tarde antes para 40 Principales Granada y al día siguiente los teloneé, y Chrissie Hynde nos dio las gracias. Y con eso me quedo. Además de The Pretenders, también Burning, Antonio Vega, El Norte, Amphetamine Discharge, Terrorvision en el Festival del Zaidín del 96 y, por supuesto, todos los grupos de Granada: 091, La Guardia, Los Planetas... Fíjate si soy mayor que también compartimos cartel con Niños Mutantes, que acaban de despedirse. De hecho, el último concierto que hicimos en Granada, que fue un festival en la Industrial Copera, en el cartel estaban Niños Mutantes, Dorian Gray, Sin Perdón y Cecilia Ann. Ese fue nuestro último concierto en Granada antes de separarnos. Y el último fue en Roquetas, como banda continuada, y dos años después, en 2001, en Alcalá de Real, que nos juntamos para despedirnos. En 2001 ya estaba en Canal Sur, así que llegué a compaginar un tiempo el rock y la tele. Lo que pasa que entremedias me corté el pelo, me puse corbata y a presentar el telediario.

 

P: Tras echar la vista atrás, ahora te pido que mires hacia adelante. ¿Qué esperas para el futuro, Fernando? ¿En qué estás pensando?

R: No existe el futuro. No existe el mañana. A riesgo de ser pesado, existe este momento. Mi proyecto es seguir ejercitando mi cara para mejorar, utilizar las gafas lo menos oscuras posible para aguantar una entrevista en televisión. Mi proyecto es estar trabajando en Canal Sur y lo que más me ilusiona es 'Imbatibles'. Sí tengo sueños, pero todo se ha vuelto mucho más inmediato.

P: No has descartado volver a presentar en televisión.

R: No descarto nada.

Imbatibles, otro éxito de Fernando Díaz de la Guardia | Foto: M. Gómez

'Imbatibles'

P: ‘Imbatibles’ es el proyecto con el que hace poco estuviste en Caja Rural con Pablo Pineda, Irene Villa y José Manuel Ruiz. ¿Cuál es el objetivo y con qué continuidad nace?

R: ‘Imbatibles’ tiene una clave y es la verdad, la autenticidad. Ahí no trampa ni cartón. No son profesionales que se dediquen a decirle a los demás lo que tienen que hacer, que me parece muy respetable, ni tampoco son 'cuenta penas'. 'Imbatibles' es un intercambio de experiencias en lo que llamo charla motivacional, por denominarlo de alguna forma para no ser muy abstractos. Personas que se han enfrentado a grandes adversidades que han cambiado su vida de manera radical intercambian experiencias y, si estás atento, quizás puedas extraer algún tipo de reflexión que te pueda resultar enriquecedora. La esencia, la frase, el eslogan es "no hay nadie invicto en la vida". Todos perdemos en la vida, pero igualmente todos podemos sentirnos imbatibles o intentarlo. Esa es para mí la clave, intentar estar bien. Durante mi convalecencia pensé en la posibilidad de volver a ser comunicador adaptándome, pero no solamente en lo físico, sino también pudiendo dar visibilidad a mi enfermedad y ayudar a otras personas en ese sentido. Las personas con parálisis facial hay algo que le piden al médico maxilofacial recuperar de inmediato y es la sonrisa, sonreír. Ahora, cuando he sonreído, tú has sonreído. Se produce un efecto espejo. Pero un ejemplo que conozco bien es cuando le sonríes a un bebé porque inspira ternura, pero el efecto espejo no se produce porque, en realidad, pones una mueca que no es la de sonreír. Esto causa un gran dolor en el paciente cuando ve la reacción del bebé. Yo, cuando recuperé la sonrisa en mayo, me sentí mucho mejor y avancé. De momento, no es la sonrisa de oreja a oreja que tenía antes, pero sí es una sonrisa. Sonreír es el símbolo de la amabilidad y de la alegría. Me crucé por la calle Gran Capitán con el padre de un amigo mío cuando yo era pequeño y me dijo: "Nunca pierdas la sonrisa, Fernando". Y esto es muy importante, intentar valorar las capacidades que tenemos y no estar permanentemente echando de menos lo que no tenemos. Porque hay capacidades que tenemos y que nos damos cuenta de ellas cuando nos faltan. Antes yo no pensaba en parpadear. Es importante disfrutar de lo muchísimo que tenemos. Eso también lo he aprendido. Y eso lo quiero contar al público. Decirle a los demás no lo que tienen que hacer, pero que reflexionen sobre esto. Tienes un montón de cosas a diario, las tienes en ti. Crees que son tuyas y das por sentado que son tuyas, pero no es verdad. Porque tú no controlas. De eso me di cuenta el día 6 de enero. No controlo yo, controla mi salud, controla el cuerpo. Y cuando ya no haces lo que hacías ayer, entonces... Esto es como lo de la paternidad. Hasta que no lo vives, no sabes cómo te cambia la vida. Esto tenía la necesidad de contarlo. Y con todas estas herramientas y estímulos, decidí crear 'Imbatibles'. Pero no solamente me quedo en contar mi experiencia, que era algo que no había hecho en mi vida, hablar de mí, porque siempre lo que había hecho es hablar de los demás, entrevistarlos, etcétera. También quise que jugara esta parte y me decidí a entrevistar a ejemplos de superación conocidos de la mayoría como Irene Villa, Pablo Pineda o José Manuel Ruiz. Por ejemplo, José Manuel Ruiz, nuestro paisano de Granada, es un chico que nació sin un brazo y te dice no se puede echar de menos lo que nunca se tuvo. Pero él tenía un sueño, que era jugar al tenis de mesa. Y ha llegado a ser el abanderado paralímpico de España. Cumplió su sueño. Pablo Pineda es el primer síndrome de Down que acaba una carrera universitaria o Concha de Oro del Festival de Cine de San Sebastián como actor. Y me decía que él no tenía ninguna adversidad, que la tenía yo que, como presentador, tenía que estar con unas gafas oscuras porque no aguanto los focos. Por eso Pablo no cree en la discapacidad, sino en la diversidad. Es diferente. Me quería rodear de personas como Irene, Pablo o José Manuel, a las que admiro. En este momento de gran incertidumbre, tener la posibilidad de escuchar a personas que te pueden ayudar de alguna forma, me parecía muy interesante y era adaptar mi vocación a ello, a ese objetivo.

P: ¿Va a tener continuidad ‘Imbatibles’?

R: Tenía que ver si me sentía cómodo en Granada, porque esto nunca lo había hecho y porque no sabía si la emoción me iba a jugar una mala pasada, ya que estaban mi familia y mis amigos presentes, y porque tampoco nunca había hecho un monólogo, aunque también hice lo de siempre, presentar, entrevistar y, como broche, canté. Podía salir muy bien o podía generar una sensación de no estar lo cómodo que yo quisiera. Pero sí, me sentí cómodo, me sentí muy bien y no descarto que haya nuevas ediciones de 'Imbatibles' en otros puntos de España. También me animan a eso y me estimulan personas que no conozco, pero que me escriben porque sufren parálisis facial o porque tienen otro tipo de situaciones en la vida donde creen necesario que este tipo de discursos calen en la opinión pública. Así que, muy humildemente, pero con mucho entusiasmo, sí me mueve esa inquietud. A lo mejor 2025 es un año para sacar adelante nuevas ediciones de 'Imbatibles'. Ya veremos.

El corazón rojiblanco de Fernando Díaz de la Guardia | Foto: M. Gómez

El Granada CF 

P: Eres muy aficionado al Granada CF y no sé si este año sueñas con un nuevo ascenso.

R: Si no hablo del futuro para mí, mucho menos para el Granada. Desde luego, me encantaría. Para mí el Granada es algo importante, especial. A mí me gusta el fútbol y luego está el Granada. Soy un cofrade del Granada. A mí el Granada me cambia, me influye, me motiva, a pesar de todo. Y durante la convalecencia, ha sido un asidero emocional. Porque representa valores puros, me parece muy acertado el lema de la eterna lucha. Tengo una relación emocional con el Granada desde chavea, como tú. En mi caso, sin influencia familiar, porque en mi casa no eran futboleros. Pero es que repito, para mí el Granada está muy por encima del fútbol. Es un sentimiento muy anidado en mí. Y claro que le deseo que suba, pero, sobre todo, deseo que exista. Porque nunca le transmití un partido en Segunda A. Y, aunque pueda parecer políticamente incorrecto, y alguien dirá que es el conformismo granadino, para mí estar en Segunda A y jugar contra grandes clubes históricos es algo que no había disfrutado nunca, por lo que no estoy tan incómodo en esta situación. Pero lo que quiero es que el Granada no desaparezca nunca, que se asiente como patrimonio emocional de la ciudad y que los jóvenes, como ocurre de un tiempo a esta parte, y como te pasó a ti en los 70, reciban ese legado y sigan yendo al estadio porque hay que ir, porque forma parte de nuestra idiosincrasia, de nuestro corazón. Quiero que el Granada exista y, posiblemente, su supervivencia está ligada a un ascenso. La coyuntura no es sencilla ni en lo deportivo ni, probablemente, en lo institucional a medio plazo, ojalá me equivoque. Pero me parece necesario que el Granada exista. Durante la pandemia fue un gran asidero emocional para mucha gente. En el silencio de los bloques de pisos se escuchaba el clamor de un gol del Granada en Europa. ¡Qué bonito y qué importante es eso! Al final, ni los futbolistas ni los músicos son conscientes de la felicidad que generan en muchas personas que nunca van a conocer. Yo lo he vivido con mi padre en el hospital, cuando él tuvo un ictus y marcó Brahimi aquel gol histórico contra un grande como el FC Barcelona. Y en aquel hospital, en aquel escenario de tristeza por las personas enfermas, aquel gol nos unió a todos, tan lejos de los Cármenes y fue maravilloso. Me dijo mi padre: "¿Han marcado, niño?". "Sí, sí, ha marcado el Granada, papá", le contesté. Se le hizo un nudo. Esa la fuerza de la emoción que genera este sentimiento. Es necesario, no puede desaparecer nunca.

 

P: A todos los invitados les pregunto, debido a su experiencia y porque tienen la potestad para hablar del tema, sobre las carencias que tiene Granada y en qué debe mejorar para seguir creciendo.

R: Creo que el amor propio que antes te decía, que no es un sentimiento agresivo, es importante. Es importante que salga de la conversación de la barra del bar. Son importantes los movimientos sociales, que nos reivindiquemos, es importante que el debate municipal ponga las miras en temas mucho más importantes. Y, también, cuando se habla de granadinos por el mundo, hay una serie de científicos, empresarios y personas que están ligadas a la vida pública que a lo mejor podrían hacer mucho bien a la hora de orientar y guiar Granada, escuchar a los que saben, como se hace en ese espacio que promovéis que se llama GranadaConectada. Son de Granada, aman nuestra tierra y no son sospechosos de vinculaciones partidistas, porque en muchos casos, además, están fuera de aquí.

El regreso de Fernando Díaz de la Guardia | Foto: M. Gómez

La despedida

P: Es un placer haberte tenido con nosotros y aprovecho para decirte que eres el último protagonista de las entrevistas que he estado realizando en este periódico ya que termina mi etapa en la dirección de GranadaDigital y voy a emprender nuevos rumbos, sobre todo, personales. Así que aprovecho la ocasión para despedirme y dar las gracias a los lectores por estos años de lealtad a nuestro medio de comunicación. Y hago constar que, para mí, no hay mayor honor que mi último invitado haya sido Fernando Díaz de la Guardia, al que aprecio como profesional, pero, sobre todo, como amigo.

R: Para mí es un honor, además, porque sé que es tu última entrega de entrevistas. Llevas el periodismo y la comunicación en las venas y se te nota. Y has hecho mucho por Granada desde tu profesión. Siempre has tenido como objetivo mejorar en lo posible Granada desde la verdad y desde la libertad. Recuerdo un aniversario de GranadaDigital al que me invitasteis para conducirlo en el Palacio de los Córdova en el 15º aniversario y lo que allí se vivió y ocurrió, y las personalidades que invitasteis, el juego de debate que se estableció en aquel marco tan bello, donde estaba todo, el paisaje, el paisanaje y las voces autorizadas también. Tuve la suerte de participar como presentador de ese acto y eso es Juan Prieto también, porque has contribuido siempre a la ciudad, así que te doy las gracias como granadino para empezar. Y como colega, también, porque no es fácil sacar adelante en Granada un medio informativo y consolidarlo. Hay una labor empresarial, pero, sobre todo, hay una labor de implicar el alma y tú lo has hecho. Así que mi admiración también como profesional. Y, como amigo, agradecerte tu generosidad, tu cariño. Siempre eres todo corazón, eres todo pasión y se nota. Te va a ir bien en lo que hagas, seguro, porque lo haces de verdad y lo haces con el lenguaje que todos entendemos y el que nunca miente, que es el del corazón. Y te deseo, por supuesto, lo mejor y te doy la enhorabuena por este ciclo de entrevistas, por tus años al frente del periódico y por toda la labor tan profesional que has realizado a lo largo de tu trayectoria. Te quiero, amigo.







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