Fiesta para unos, agobio para otros

PRIMAVERA_59
Manuel Herrera @manuelherrerapr// Foto: Fermín RF @ferminius
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Pasan unos minutos de las cuatro de la tarde en Granada. Es viernes 21 de marzo, y varios miles de personas se encuentran ya en el Botellódromo para disfrutar de la tradicional Fiesta de la Primavera. Pero no todos sonríen en el entorno de la celebración. En una de las salidas de emergencia del Centro Comercial anexo al bullicio, tres de sus trabajadores, dos hombres y una mujer, fuman mientras observan la escena con un semblante en el que se confunde la seriedad con el hartazgo.

Son ya más de seis horas de fiesta, y las personas que trabajan en las zonas situadas al pie del Botellódromo han sufrido desde el primer grito hasta el último exabrupto de sus vecinos por un día. Concretamente, los empleados de los establecimientos que venden bebidas alcohólicas en el entorno han vivido un día frenético, no solo por los ruidos y las molestias, sino también por el elevado ritmo de trabajo que les han exigido aquellos que no fueron previsores y optaron por comprar el botellón a última hora.

Mientras los tres empleados previamente mencionados se toman un respiro, la zona se va llenando como si su capacidad no tuviese límite. Desde todos los frentes posibles, aparecen jóvenes cargados con bolsas y sonrisas, dispuestos a relanzar el festejo cuando para muchos ya es hora de descansar un rato. Arabial y Camino de Ronda son un hervidero de personas de toda índole.

Eso sí, a estas horas predomina la llegada de adolescentes, que en muchos casos se han visto obligados a esperar a la salida de sus clases en el instituto para desplazarse al Botellódromo y participar de la fiesta. Muchos aparecen sobreexcitados. Para algunos, es la primera Fiesta de la Primavera y están dispuestos a exprimir las horas de las que disponen.

Cuando lleguen, se encontrarán con que la muchedumbre ha sobrepasado el límite del Botellódromo en sí, y con que la fiesta ya se ha extendido casi hasta la Calle Arabial. También verán que los primeros restos de basura aparecen abandonados en la zona y que algunos de sus compañeros ya se han excedido en el consumo de ciertas bebidas. O quizá no se percaten de ninguna de estas cosas.

Probablemente, sus miradas se centren en la ingente cantidad de personas - hasta 22.000 - que se ha congregado para la fiesta; en los disfraces, las flores en el pelo, la belleza de alguno o alguna de sus congéneres; en las posibilidades de pasarlo bien que se abren ante sus ojos; o en el sol, que pega con fuerza y que invita a refrescar los gaznates y a dejarse llevar.

Unas horas después, todo habrá terminado. Todo habrá comenzado para los servicios de limpieza, que tratarán de dejar impoluta la zona después de un día entero de celebración en el Botellódromo. Para ellos y para los trabajadores del Centro Comercial y de la Policía, entre otros, será el agobio en un día de fiesta.