Fiódor Dostoyevski
Pero enamorarse no significa amar. Uno puede enamorarse sin dejar de odiar.
El pasado viernes 9 de febrero se cumplieron 137 años del que, para muchos, es el mayor novelista de todos los tiempos: Fiódor Dostoyevski (Moscú, 1821). Este autor, más que escribir narrativa, creó una religión que, tantos años después, muchos seguimos practicando. Y es que Dostoyevski buceó en las profundidades del ser humano hasta convertirlo en arte y devolvérnoslo en sus pasiones, en sus miserias. Es uno de esos autores que hacen daño, que parten a su lector por un lugar que nunca está cercano a la mitad haciéndole terminar con la sensación de haber vivido diez años tras una de sus novelas. Cualquiera, Dostoyevski no tiene nada que se pueda criticar; cada uno de sus textos es más apoteósico que el anterior, y, cuando se ha leído toda su obra y se empieza de nuevo por el sentido contrario, cada texto vuelve a ser más triunfante que la primera vez que se leyó. Y nada tiene que ver con esa primera vez, por eso la obra de este autor nunca nadie podrá terminar de leerla (lo que, personalmente, me parece un alivio pues vivir en un mundo en el que no puede tomarse de cuando en cuando un texto de Dostoyevski tiene muy poco sentido). Hagamos un humilde repaso por su obra.
Quizás la más famosa de sus novelas sea Crimen y castigo (1866). Fue la primera que leí y me obsesionó durante muchos años, no existe un argumento como este en toda la literatura universal. En ella, el protagonista, se plantea la siguiente cuestión: la moral pública, incluso la mayoría de las éticas, conciben el acto de matar como algo, en términos muy básicos, malo. Abominable. La gente va a la cárcel por matar. Sin embargo, Raskólnikov, piensa en hombres que lo han hecho y se les considera héroes, bajo ningún concepto se les recrimina. Concluye así que hay dos tipos de hombre: aquel que está legitimado para cometer crímenes en beneficio de la sociedad (piensa, por ejemplo, en Julio César) y aquel otro que ha de someterse a las leyes y cuya única función es reproducirse. Raskólnikov se plantea entonces qué tipo de hombre es él, ¿está legitimado a matar? En esta tesitura solo tiene una manera de comprobarlo: hacerlo. ¿Cómo creen que termina su aventura existencial?
El Idiota (1869) es, quizás, mi preferida. El Príncipe Mishkin es un personaje tan extraordinario como llamativo por su mentalidad de niño, pero no en el sentido de inmadurez, sino de bondad. Dostoyevski pone así de manifiesto y en contraposición a él una sociedad enferma de malicia en la que la compasión y bondad del protagonista no encaja. Sí, definitivamente, es mi preferida.
Los hermanos Karamázov (1880) fue su última novela, también mi última lectura del autor. En ella tenemos al Dostoyevski más consciente, aquel que culmina su obra con una lucha de morales acequiada por el parricidio. Es una novela muy compleja, yo tuve que leerla con un esquema para poder mantener el hilo, en el que el drama espiritual de cada uno de sus protagonistas alcanza los techos de la fe, el racionalismo y la capacidad para decidir del ser humano.
Dostoyevski no solo escribió novela, también es autor de una serie de cuentos igual de sensacionales que sus mayores ficciones. Quizás el más conocido sea Noches blancas, uno de los textos más tiernos que escribió, uno de esos escritos en los que las letras se desdibujan para pasar a convertirse en una partitura suave, melódicamente mansa, sosegada. El sueño de un hombre ridículo y Un ladrón honesto son otras de sus obras maestras, pero, sin duda, Un episodio vergonzoso es la composición con la que el autor excede la excelencia.
No dejen pasar la oportunidad de leer a este autor alguna vez en la vida, es La Meca de todo buen lector.
Comentarios
4 comentarios en “Fiódor Dostoyevski”
Lara
12 de febrero de 2018 at 18:50
El más grande, sin duda alguna. Merecido homenaje.
Álvaro
15 de febrero de 2018 at 10:14
Creo que Dostoyevski está un poco sobrevalorado. No digo que sea mal novelista, ni mucho menos, pero se le tiene un poco sobrevalorado. Sus novelas son excesivamente complicadas e imposibles de leer y creo que el buen escritor es el que llega a todos los lectores. Un saludo.
Cristina
17 de febrero de 2018 at 20:50
Sobrevalorado???? Yo diría lo contrario, este autor está infravalorado. Su obra no es para todos los públicos, eso es cierto, pero eso no la convierte en mala. El problema es que hoy en día se escribe mucha mierda y no estamos acostumbrados a la buena literatura. Por eso nos es tan complicado leer a Dostoievski, pero el problema no es de él, es nuestro.
Nihilim
22 de diciembre de 2023 at 05:31
Siguiendo esa lógica, los autores de cuentos para niños serian mejores que Fedya...