Las floristerías trabajan a deshora para que Todos los Santos tengan flores sobre su lápida
El negocio familiar de Araceli, que ha pasado de generación en generación, cumple cerca de 70 años de servicio junto al cementerio granadino
En el número cuatro de los puestos de flores ubicados en los aledaños del Cementerio Municipal de Granada, se encuentra la Floristería de Araceli. Con más de 70 años de historia, este pequeño negocio familiar se ha convertido en una de las floristerías más emblemáticas de la capital.
Fundada por la abuela materna de Araceli, este rincón de la capital guarda un gran tesoro familiar que ha ido pasando de generación en generación. "Primero comenzó mi abuela, después mi madre, y ahora me ha tocado a mí", explica Araceli con una sonrisa. Una tradición familiar que se ha consagrado como un legado de dedicación y pasión por las flores, atrayendo la atención de los granadinos a lo largo de las décadas.
En ocasiones especiales, como este viernes por el Día de Todos los Santos, estos establecimientos cobran protagonismo al revivir una de las tradiciones más arraigadas de la historia: acudir al cementerio y ofrecer un motivo floral en memoria de los seres queridos que han partido. En los días previos a esta fecha, miles de granadinos se aproximan hasta el cementerio de San José para recordar a sus difuntos, llevando consigo flores en señal de amor y respeto.
Desde la puerta del camposanto, se puede vislumbrar una gran variedad de flores de todos los tipos y colores que rodean la Floristería de Araceli. El comercio no cuenta con un gran espacio para albergar tanta multitud de plantas; no obstante, la dueña reconoce que es "indispensable" para estas fechas tener "la recámara llena" y todo dispuesto para que no se pierda la tradición.
Uno de los mayores desafíos que enfrentan este tipo de establecimientos en fechas tan señaladas es el espacio. "Disponemos, como mucho, de 40 metros cuadrados, y este espacio es el mismo tanto en Los Santos como en fechas de poca venta. Lo primero que tenemos que hacer es reorganizar toda la tienda para recibir todas las flores y dejar hueco para realizar todos los encargos", comenta María, una de las floristas.
Mucho orden y poco tiempo, así son los días previos al de Todos los Santos, sobre todo cuando el ajetreo y el trasiego de gente no cesan en la floristería. "Esto es un no parar. Por la mañana vendemos a quienes se acercan en el último momento, por la tarde seguimos con el mismo ritmo, así que no nos queda otra que, por la noche, ponernos al lío con los arreglos y encargos grandes", reconoce la florista.
El clavel, seña de identidad granadina
Araceli alberga más de 100 tipos de flores diferentes, aunque los granadinos tienen su favorita más que escogida: el clavel. Los hay de todos los colores, habidos y por haber: rosas, amarillos, rojos, blancos e incluso un clavel de colores. "A un granadino no le puedes dejar de ofrecer un clavel, es su seña de identidad y, desde luego, aquí no faltan", declara Araceli.
Aunque las tradiciones se mantienen, los gustos han cambiado con el paso del tiempo. María comenta que los jóvenes son más "selectos" y no tan "formales" a la hora de elegir un arreglo floral. "Se salen de los típicos colores como el rojo y el blanco, y apuestan por colores más vibrantes como el verde africano, el azul eléctrico, el morado, o el fucsia", añade.
Además, explica que "la gente mayor todavía sigue más arraigada, pero la gente joven lo que hace es que es más simbólico, o sea, la gente mayor se tira más a los trabajos muy grandes, y la gente joven más a esa flor bonita, con un 'te quiero, abuela' o 'te recuerdo, abuelo'".
Las manos de Araceli, Toñi y María trabajan a deshora para que los cientos de granadinos que se acercan en estos días al cementerio tengan siempre un motivo a su alcance con el que rendir un pequeño homenaje a sus difuntos queridos.