Flurry, la perra guía que cambió la vida de María José Ortega

Esta armillera, que ha perdido progresivamente la visión por una retinosis pigmentaria, asegura que su can le aporta “mayor independencia y seguridad” en sus desplazamientos

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María José Ortega con Flurry, su perra guía | Foto y vídeo: Celia Pérez
María José Ramírez
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Cuatro años lleva María José Ortega, una vecina de Armilla, con Flurry, la perra guía que le ha cambiado “bastante la vida”. María José ha perdido progresivamente la visión debido a una retinosis pigmentaria, una enfermedad hereditaria y degenerativa que padece. El bastón se convirtió en un elemento esencial en sus desplazamientos por la calle, pero no era agradable para ella pues tenía que ir “encontrando los obstáculos” con él y le resultaba “inseguro”. Entonces, y después de “pensarlo mucho”, decidió viajar hasta Michigan para ir a buscar a Flurry, una perra de raza labrador formada como guía para invidentes en la Escuela Rochester, con la que la Fundación ONCE tiene un convenio. “El bastón cuando no te hace falta, lo cierras y lo metes en un bolso, pero un perro necesita que lo saques, alimentación y muchos cuidados. Me lo pensé bastante. Había mucha lista de espera en la Escuela de la Fundación ONCE en Madrid, porque un perro guía es un auxiliar de movilidad que cada vez se demanda más. Yo opté por ir a buscarle a Estados Unidos, porque esa vía en aquel momento era algo más rápida”, asegura María José, quien resalta que tiene “mayor independencia y seguridad” desde que Flurry le acompaña.

Aproximadamente un mes estuvo María José en la Escuela de Rochester para que Flurry se acoplara a ella. Pasó a ser su compañera y sus ojos. Cuando llegaron a Armilla, María José tuvo que enseñar a la perra los recorridos que habitualmente hacía para ir al trabajo o a hacer la compra, por ejemplo. “El primer año, normalmente casi todos coincidimos, es bastante duro, porque tienes que confiar. Son tus ojos y tienes que confiar en ella. Es difícil porque tú estás acostumbrada a ir con tu bastón, a darle a algo, y tienes que fiarte de ella. Son seres vivos, que también a veces se equivocan, lógicamente, pero menos de lo que nos equivocamos nosotros”, asegura.

Esta perra guía le ha aportado a su dueña “mayor independencia y seguridad”. “Ir con el bastón es mucho más inseguro, porque tú tienes que encontrar los obstáculos, en cambio, con ella muchas veces yo ni siquiera me entero de que hay un obstáculo, porque me lo esquiva o me lo marca si hay un escalón. Es mucho más seguro y más agradable”, señala María José. Su vida ha cambiado “bastante” desde que tiene a Flurry, que le permite tener “más independencia y autonomía”. “Voy ahora mucho a senderismo, por ella también, para que ande”, apunta.

Flurry ayuda en cada desplazamiento a María José, quien a veces se ha empeñado en andar por una zona por la que la perra se ha parado como señal de advertencia de un obstáculo. “Yo le he pedido que avance y ella se ha parado porque hay un pedazo de agujero”, cuenta. Flurry, como otros perros guía, aporta plena autonomía en sus desplazamientos a su dueña. Su labor es primordial. Este último miércoles del mes de abril se celebra el Día Internacional del Perro Guía para agradecer el trabajo de estos ‘amigos’ de cuatro patas, que son muy serviciales y especiales. Este año, la ONCE ha puesto en marcha la campaña ‘Ahora no. Estoy guiando’ para reivindicar el papel de los perros guías y la importancia de que los ciudadanos no distraigan su atención mientras caminan junto a una persona ciega, ya que en ese momento tienen que estar concentrados para garantizar la seguridad de esa persona.

Cómo se entrena a un perro guía

El entrenamiento de un perro guía comienza “desde casi antes de nacer”, comenta Raquel Blesa, instructora de perros guía de la Fundación ONCE del Perro Guía en la escuela de adiestramiento ubicada en Boadilla del Monte, ya que allí tienen “una selección de hembras y machos de cría” y cuando “nacen los cachorritos ya están con la mamá y con personal formado hasta el mes y medio, cuando salen con familias”. Raquel Blesa detalla que las familias que cuidan luego de los perros guías son “familias voluntarias de la Comunidad de Madrid”, que están con ellos “hasta el año de edad”. “En ese año, los perros se están formando, van con las familias a distintos sitios: montan en transporte público, van a centros comerciales, al colegio, se les enseña a ser perros de compañía, lo que pueden hacer y lo que no. Cuando ya tienen un año, entran a la escuela, a lo que decimos la universidad, a formarse como futuros perros guía”, comenta.

“El entrenamiento propiamente dicho de los perros en la escuela se divide en dos fases: la primera es la llamada entrenamiento temprano, que suelen realizarla los entrenadores, y la segunda es el entrenamiento avanzado, que la realizan los instructores. El entrenamiento suele durar una media de ocho meses de forma general, cuatro y cuatro. Luego, cada perro tiene sus tiempos. En esos meses, a los perros se les va enseñando todo lo que luego van a necesitar para guiar a la persona ciega, a lo que llamamos el usuario. Les enseñamos cómo tienen que caminar por la acera, cómo sortear obstáculos, cómo llegar a los bordillos, cómo estar en un restaurante o en un centro comercial, cómo subir a un transporte público, lo que es el día a día de un usuario. Si trabaja en una oficina el usuario, a saber que tienen que estar sentados y tumbados por un tiempo al lado de él. Al final, sobre los dos años es cuando entregamos el perro al usuario”, comenta Raquel Blesa.

Antes de recibir el perro guía, el usuario tiene que realizar el llamado “emparejamiento”, que consiste en ir a la escuela en Madrid para estar una, dos o tres semanas con el can. Después, un instructor se desplaza con el perro a la ciudad o pueblo donde viva el usuario para terminar el proceso de emparejamiento. “Otra opción es que nos desplazamos nosotros directamente con el perro a donde vive el afiliado y el curso lo hacemos en su domicilio”, cuenta Raquel Blesa. La duración del curso con el usuario depende de cada usuario y de si es la primera vez que tiene un perro o no. “En la escuela suele durar hasta tres semanas. En casa del usuario, una semana o diez días, va en función de cada usuario”, explica.

La mayoría de perros guía son labradores, aunque también hay de otras razas como pastores alemanes o golden. La instructora de la Fundación ONCE del Perro Guía también apunta que han tenido “flat coated y cruces de labrador con caniche gigante”. Los perros guía son “un auxiliar de movilidad”. “Cuando los afiliados se desplazan por una ciudad y van con un bastón, ellos para poder moverse tienen que ir tocando todo, mientras que cuando van con el perro, este lo que hace es que les evita todos esos obstáculos. Te dicen que van como volando, porque dicen que van como en el aire ya que no tienen que ir tropezando con todo ni tocando todo. El perro guía les ayuda mucho en su desplazamiento porque le quita todos los obstáculos, no se golpean con las cosas. Una vez que llega a un bordillo, el perro se para. Que luego la decisión de cruzar es del usuario, pero sí que le lleva limpiamente, sin golpearse con nada, hasta el bordillo”, explica Raquel Blesa, quien se ha desplazado a Granada para hacer llegar un perro guía a un usuario que, tras solicitarlo, estar en lista de espera y acudir durante una semana y media a la escuela para la fase de emparejamiento, lo recibe para que sea su compañero cada día en las rutas que hace mientras vende sus cupones y en cada uno de los desplazamientos que quiera realizar. Un lazarillo de cuatro patas que le acompañará a todas partes para que se sienta más seguro, como Flurry hace con María José desde hace cuatro años.