Gana el PSOE pero no lo suficiente, ¿y ahora, qué?

El bipartidismo sale dolido del envite andaluz, primera parada de un año electoral en el que España verá cambiada su configuración parlamentaria

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Una victoria pírrica es aquella que se obtiene con gran esfuerzo y pérdidas; la definición, tal vez, es exagerada para una noche electoral en la que el socialismo ha vuelto a revalidar su hegemonía en el sur de España. Pero si conseguir el 35 por ciento de los votos es satisfactorio para un partido acostumbrado a superar la mayoría absoluta en Andalucía, tal vez los términos en los que se escribe la democracia han cambiado. Y mucho.

Susana Díaz adelantó unos comicios que nadie esperaba y lo hizo, según ella, porque no encontraba "estabilidad" en su gobierno, con unos socios de izquierdas que la tenían en la cuerda floja y pendiente de un referendum que tal vez no hubiera llegado nunca. Pero si la presidenta buscaba estabilidad, tranquilidad en estas elecciones, lo que ha cosechado es un gobierno que dependerá de terceros, cuanto menos.

El panorama que se le abre al PSOE andaluz es relativamente sencillo de prever, porque caminos no tiene más que dos. O gobierna en solitario y busca el apoyo puntual de diferentes fuerzas para sacar adelante sus medidas políticas, o ruega por el apoyo de un partido como Ciudadanos que ha aseverado en muchas ocasiones que no formará gobierno con los socialistas.

Medias tintas no tocan, porque Podemos se encuentra en las antípodas ideológicas de Díaz, IU ha quedado para la anécdota y el gran pacto con el PP tendrá que esperar, quien sabe, si a las general de finales de año.

Así las cosas, las elecciones convocadas para dotar de mayor estabilidad al gobierno de la Junta de Andalucía han dado como resultado el gobierno de la Junta de Andalucía más inestable de la Historia.