Gentrificación turística en Granada: "No vivimos en los pueblos de alrededor porque nos guste conducir por las mañanas"
La capital tiene una de las poblaciones más envejecidas, a esto se le suma la 'turistificación' del centro que imposibilita el acceso a la vivienda para los más jóvenes
Son cerca de las 16:30 horas de la tarde de un día laborable, la Gran Vía está invadida de personas en grupos grandes, vestidos con gafas de sol, calzado cómodo, y algún que otro abanicándose con un folleto turístico. También, hay familias con niños arrastrando la mochila con ganas de llegar a casa, pero son minoría.
El centro de Granada, colmado de todo tipo de establecimientos hosteleros y hoteleros, se ha convertido en el punto de partida de la gentrificación turística. Fenómeno que, cada día abre sus puertas a miles de turistas y, que deja muy atrás los intereses de las personas que residen toda su vida en el barrio y la ciudad.
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Pasear por el Albaicín supone contribuir al 'free tour' latente en la ciudad. Las calles de este emblemático barrio son un goteo incesante de visitantes de otros lugares de la geografía nacional e internacional. Los comercios comienzan a empapelar sus ventanales con carteles en inglés desde los que se puede leer: frozen water, tax free, souvenir shop, o flamenco show.
A pesar de la llegada masiva del turismo a la capital, Granada se sitúa como una de las ciudades más envejecidas, según reflejan los datos del Instituto Nacional de Estadística, con un aumento del 5% en el envejecimiento poblacional respecto al año 2023. Este problema deriva directamente en la gentrificación de la zona céntrica de la ciudad, propiciando la sustitución de las rentas más bajas por una clase social con altos niveles de ingresos. Si bien es cierto que este fenómeno ayuda a revitalizar ciertas zonas, también propicia el "vaciamiento poblacional" en detrimento de la llegada de grandes propietarios que utilizan sus inmuebles para especular con la vivienda.
Ángela Mesa, doctora en Sociología en la Universidad de Granada, hace alusión a que esa gentrificación motiva "cambios en la composición de la estructura sociodemográfica de la ciudad" y acentúa "problemas ya preexistentes como el envejecimiento o la segregación residencial".
En Granada hay casi 2.500 pisos turísticos, según datos del Instituto Nacional de Estadística
Algo parecido ocurre con el barrio del Realejo, que en palabras del sociólogo granadino Ricardo Duque, "el Realejo es, por su ubicación y factibilidad de acceso, la zona más 'turistificada' de la ciudad". A veces los términos de gentrificación y turistificación van en la misma sintonía, la gentrificación tiene que ver con "el remplazo de la población tradicional por clases sociales más altas", la idea confluye con el otro fenómeno que, en este caso no sustituye a una población, pero si roba espacio a la vivienda permanente para hacer "viviendas de uso turístico".
Duque señala que ambos procesos "reemplazan a una población fijada por una población flotante y siempre cambiante". No obstante, las principales consecuencias que sufren los vecinos de barrios del centro de Granada, es la expulsión indirecta motivada por la llegada del turismo masivo, la proliferación de comercios y establecimientos hosteleros, que no dejan espacio a la vida cotidiana y tradicional.
En los casos más extremos se llega a perder la identidad de un barrio por ese "vaciamiento poblacional", que destaca Ricardo, al mismo tiempo que, se observa como estas zonas "se convierten en parques temáticos para turistas", además de ser "barrios de paso, decorados no habitados para gente que viene y va". En la misma línea, señala la pérdida de colegios públicos, de centros de salud, debido al desplazamiento de la vida cotidiana por la vida turistificada.
Javier, propietario de una librería en el barrio de la Magdalena desde hace 27 años, ha visto como el centro de la ciudad se transformaba: “de ser un barrio obrero céntrico en Granada, a ser un barrio de Airbnb”. A sus 55 años, se ve incapaz de vivir en el barrio donde lleva media vida trabajando, “es imposible pagar un alquiler en esta zona, además no hay oferta, son todo pisos turísticos”, denuncia. Este hombre, también ha visto cómo la clientela de su comercio local descendía, señalando directamente a "la construcción del Nevada Shopping y la proliferación de los alojamientos vacacionales". En su redes se muestra crítico con esta 'gentrificación turística' donde ironiza con vivir a las afueras: "vivimos en los pueblos de alrededor porque nos gusta conducir por las mañanas".
Esto también le ocurre a María, una joven que se ha criado toda su vida en el Realejo, pero que hoy no puede permitirse vivir en el barrio de toda su vida. "Tengo 36 años y sigo compartiendo piso, la situación me entristece, pero que voy a hacer si con mi sueldo solo aspiro a vivir a hora y media de la casa de mis padres", destaca la joven.
Uno de los efectos colaterales de toda esta sinergia poblacional, que todavía sigue en estudio, pero Ricardo como uno de los investigadores de este fenómeno señala que, "en Granada ya no hay zonas de alquiler baratas". "Granada se ha convertido en una ciudad inaccesible para las rentas más bajas, o la necesidad de tener que compartir, en condiciones de hacinamiento, con muchas personas conviviendo en pisos pequeños porque no hay otra manera de acceder", destaca.
También los jóvenes se enfrentan a un desafiante porvenir en términos inmobiliarios, este modelo poblacional ligado a la turistificación propician un panorama desolador para aquellos quienes anhelan habitar las zonas céntricas de la capital. "Trabajamos los dos, pero aún así es insostenible vivir de alquiler en el centro, más de la mitad de nuestro sueldo se iría en la mensualidad del piso, ya lo hemos intentado", señalan Cristina y Javier. Esta joven pareja vino a Granada por trabajo, llevan en la capital más de 10 años, han visto como la ciudad se ha ido moldeando bajo los "intereses de unos pocos", porque ante fenómenos de este tipo siempre tienden a ganar los mismos, "las rentas que se producen de esa turistificación van para los propietarios de pisos turísticos, que a su vez especulan con la vivienda", apunta Duque.
Actualmente en la corona metropolitana "se encuentran sobre todo parejas que comienzan un proyecto familiar, o personas de rentas más bajas en general", señala Ángela Mesa, siendo una de las principales causas de la "expulsión por la turistificación".
Contrario a lo que el conjunto de la sociedad se piensa sobre los beneficios del turismo en el comercio local, el investigador Ricardo refleja que "los comercios de barrio, los de toda la vida, no se benefician de los ingresos de visitantes, es más tienden a desaparecer porque si no hay población fijada, tampoco existe demanda hacia esos establecimientos".
A medida que el mapa de la ciudad se va llenando, los precios también suben, y es que, la ampliación del Metropolitano hasta los municipios de la Vega suponen una "revalorización terrenal con todos sus efectos, positivos y negativos", destaca el sociólogo. "Cualquier mejora que se haga en la ciudad produce un aumento súbito de los precios", señala también que "las clases más bajas son siempre las afectadas". La gentrificación es, por tanto, una lucha de intereses, entre los que más tienen y más quieren, y los que a su vez, no alcanzan el ritmo de vida para vivir dignamente.
La 'turistificación' de Granada también pone en relieve los problemas de los granadinos a la hora de hacer su día a día con normalidad. Manuel, trabaja en el centro de la ciudad, pero cada día recorre la ciudad entera para llegar a su puesto de trabajo. “Es imposible vivir aquí, todo se escapa del bolsillo”, destaca. Este vecino se queja de uno de los problemas principales que surgen cuando una ciudad transita hacia ese inframundo del turismo. “Todo está hecho para ellos”, se refiere así a los turistas. “Ya no encuentras sitio en las tabernas de toda la vida, ni siquiera puedes tomarte un café tranquilamente sin que pasen cientos de personas por minuto a tu lado”, señala indignado, “como granadino ya no disfruto de mi ciudad, siento que me la han arrebatado”. Como Manuel, hay miles de granadinos que conviven con el turismo masivo, el mismo que se ha adueñado de sus calles, de sus costumbres y, en definitiva, de su ciudad.
La ciudad universitaria "por excelencia"
La Universidad de Granada acoge cada año alrededor de 70.000 universitarios, lo que supone en palabras de Mesa, "una población flotante muy significativa". A su manera, los estudiantes también interfieren en la oferta del mercado inmobiliario, que Granada sea una ciudad universitaria pone en relieve que existan condicionantes como "precios altos, alquiler solo para estudiantes, contratos irregulares, entre otros", a la hora de buscar una residencia habitual según destaca la doctora.
Entre tanto turista y gente de paso, el estudiante universitario supone un respiro para la cotidianidad de Granada, y es que "en las zonas en las que habitan más estudiantes hay una mayor vitalidad en sus espacios públicos y en las relaciones con el comercio local", puntualiza Ángela.
Expertos del Laboratorio de Movilidad, Vivienda y Espacios de la Universidad de Granada, señalan que "Granada es una ciudad de tamaño medio" por lo que, "la propia configuración urbanística de la ciudad, tanto a nivel poblacional, como la localización de servicios y la cultura de la tenencia en propiedad y el modelo rentista" hacen que este proceso se aborde desde una perspectiva "particular" a otras ciudades como Málaga o Sevilla.
¿Seguirá Granada el modelo de estas ciudades andaluzas? Para responder a esta respuesta habrá que dejar pasar el tiempo, solo él sabe si la ciudad nazarí acabará envejeciendo del lado de los turistas o poniendo en valor la identidad de los granadinos residentes.