Gestionar las emociones: ¿es posible utilizar la razón?
Ferrán Salmurri, psicólogo clínico, nuestro vivir y convivir cotidiano está sometido a unos patrones de pensamiento y conducta cargados de errores muy primitivos
A pesar de la incesante y vertiginosa revolución tecnológica por la que atraviesa el ser humano desde sus inicios en el planeta parece que un aspecto se le resiste especialmente a la especie humana en su avance siglo tras siglo: la evolución en la gestión emocional, quizás la verdadera llave maestra para nuestra supervivencia como especie.
Según explica a Infosalus Ferrán Salmurri, psicólogo clínico y autor de 'Razón y emoción. Recursos para aprender y enseñar a pensar' (RBA, 2015), debemos aprender a pasar de vivir y convivir de manera primitiva a otra más humana donde realmente utilicemos la inteligencia y la razón para controlar, gestionar y educar nuestras emociones.
"Teniendo en cuenta que lo que sentimos se deriva de lo que percibimos o pensamos y no por la realidad misma, es un objetivo esencial el aprender y enseñar a pensar. Necesitamos con urgencia aprender, cada uno de nosotros, a mejorar emocionalmente. La manera de vivir sometidos a nuestro propio egoísmo y esclavos de nuestras emociones nos lleva a la autodestrucción como seres humanos. No es sostenible", señala el autor.
Junto a esta idea, Salmurri señala que "aunque la mayoría de los seres humanos no nos lo planteamos y, por tanto, no somos conscientes, después de sobrevivir, es decir, saliendo del umbral de la miseria, todos queremos ser felices".
Para el autor ser feliz es sentirse bien con uno mismo y con lo que nos toca vivir, en cada momento de nuestra vida, en cada ahora y aquí. "Hablamos, pues, de sentimientos. Somos más felices si nos sentimos bien que si nos sentimos mal", aclara.
Según afirma Salmurri, todos podemos y deberíamos mejorar emocionalmente, entre otras razones porque este es nuestro objetivo vital. Por otra parte, necesitamos que la mejora personal se haga extensiva a la comunidad, puesto que la actual manera emocionalmente primitiva de ir por la vida no es sostenible.
Por ello, el autor cree que quienes podrían beneficiarse más de estos recursos para aprender y enseñar a pensar son todas aquellas personas que no sólo han de aprender, sino que además tienen la función de educar y enseñar a los menores, sean padres, maestros o profesores.
ERRORES PRIMITIVOS MUY ACTUALES
Según señala Ferrán Salmurri, nuestro vivir y convivir cotidiano está sometido a unos patrones de pensamiento y conducta cargados de errores muy primitivos. Entre otros, el autor apunta a Infosalus los siguientes:
* Convertir la vida en un juicio permanente: no aprendemos ni enseñamos a pensar, únicamente aprendemos a obedecer la norma y de ahí pasamos a fiscalizar, juzgar, sentenciar, premiar y castigar.
* Creer que somos fruto del determinismo biológico: cuando bien es sabido que nuestro cerebro se modifica continuamente en función de lo que hacemos, pensamos y sentimos.
* Creer que somos los "animales racionales": creemos que educamos además bajo principios racionales, cuando lo cierto es que somos "primitivamente emocionales".
* Creer que los problemas de los seres humanos se derivan de lo que somos o de por qué lo somos: sin embargo, esos problemas los tenemos por lo que no sabemos y se solucionan aprendiendo.
CLAVES PARA APRENDER A PENSAR
Para Salmurri nuestros sentimientos y emociones dependen de lo que pensamos de nosotros mismos y de nuestra vida, es decir, de la autoestima, de la percepción que tenemos de nuestro autocontrol tanto de nuestra conducta como del emocional, de cómo valoramos nuestro estado de ánimo, nuestra manera de pensar y nuestras relaciones con los otros.
En definitiva, todo ello depende de lo que percibimos y pensamos, no de la realidad misma. Así, pues, el autor apunta que necesitamos aprender a pensar mejorando en los siguientes cinco aspectos:
1. El pensamiento positivo y realista: si nos sentimos bien no nos sentimos mal.
2. Nuestra autoestima.
3. A controlar el miedo, la ansiedad, la ira, la envidia, los celos, etc.
4. Mejorando nuestra capacidad y satisfacción ante el esfuerzo necesario.
5. Nuestra empatía.