Una gira de activistas de Brasil muestra en Granada la otra cara de la ganadería industrial y de los biocombustibles en Europa

Darán testimonio de la situación que viven los pueblos indígenas y comunidades locales brasileñas tras tres años de presidencia de Bolsonaro

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Imagen del cartel para anunciar la mesa redonda para presentar el informe 'Con la soja al cuello' | Foto: Gabinete
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Comienza la gira europea de tres activistas brasileños que, en las próximas semanas, se reunirán con representantes políticos españoles y de la UE para explicar los impactos de la importación europea de soja para pienso de animales y biocombustibles. La importación de materias primas y minerales a Europa tiene un impacto socioambiental devastador que acaba con la forma de vida —e incluso con la vida— de millones de personas.

Esta gira dará testimonio de la situación que viven los pueblos indígenas y comunidades locales brasileñas tras tres años de presidencia de Bolsonaro, así como de la apremiante necesidad de proteger la biodiversidad y su patrimonio cultural.

En Madrid, la delegación brasileña se ha reunido con el ministro Alberto Garzón el jueves 5 de mayo. Visitará Granada el viernes 6 de mayo para celebrar una mesa redonda en la Corrala de Santiago (C/ Santiago 5).

Una de las marcas históricas del estado brasileño es el uso de las fuerzas de seguridad pública, muchas veces en alianza con actores privados, contra los pueblos rurales en general y, sobre todo, contra las organizaciones y movimientos sociales del campo que luchan por sus derechos. Las tierras indígenas constituyen la mayoría aplastante de las tierras que sufren intrusiones con violencia y agresiones. Desde el inicio del Gobierno de Bolsonaro hasta el 2021 se produjo un gran aumento de la cantidad de familias que sufrieron invasión de sus tierras, 206 % respecto del 2018.

Toda esta violencia tiene mucho que ver con la importación a Europa de soja para piensos dirigidos a la ganadería industrial y para biocombustibles. La relación es evidente: alrededor de dos millones de toneladas de soja procedente de tierras deforestadas (desde el año 2008) podrían llegar a los mercados europeos cada año. Del total de importaciones sojeras procedentes de Brasil que llegan a la UE, el 69 % proceden de dos ecosistemas especialmente valiosos y vulnerables: la selva amazónica y la sabana del Cerrado. En este último ecosistema y en su área de transición, sin ir más lejos, es donde ocurrieron el 40,2 % de los 2.276 casos de conflictos en el campo en el año 2020, según documenta la Comissão Pastoral da Terra. Unos conflictos que, en términos generales, se cobraron en Brasil la vida de 109 personas durante 2021. Este año ya son 14 las personas asesinadas.

Denunciar esta situación y conseguir apoyo institucional para detenerla es el objetivo de una gira europea de activistas de Brasil. Durante su estancia en España y posterior visita a Bruselas, denunciarán cómo las importaciones europeas, además de impulsar las emisiones derivadas del cambio de uso del suelo, la pérdida de biodiversidad y el aumento del riesgo de incendios forestales, aumenta el riesgo de acaparamiento de tierras, la violencia y otros efectos negativos hacia las comunidades indígenas y otras dependientes de los bosques.

Las tres personas que realizan la gira por España y Bélgica entre el 4 y el 13 de mayo cuentan con una larga trayectoria en la investigación de la deforestación y el acaparamiento de tierras así como en la defensa de los derechos de sus comunidades y el territorio, íntimamente ligados a la protección de la biodiversidad y los ecosistemas. Son  André Campos, periodista especializado en investigaciones sobre la cadena de suministro, miembro de la ONG Repórter Brasil, una de las principales fuentes de información sobre temas medioambientales y de derechos humanos en Brasil; Jabson Nagelo da Silva, indígena Macuxi del territorio indígena Serra da Moça, al norte de Brasil, coordinador rural del Consejo Indígena de Roraima (CIR), que recibió en 2012 el Premio Bartolomé de las Casas, y Valéria Pereira Santos, que representa a la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), de base católica, en la Coordinación Ejecutiva de la Campaña Nacional en Defensa del Cerrado, un territorio gravemente afectado por el cultivo de la soja importada a España.