La alargada sombra de Diego Martínez en el Granada

La sombra de Diego Martínez en el Granada no hace más que crecer con el paso de los años. Más allá de llevar al conjunto rojiblanco a las cotas más altas de su historia, el vigués fue el último entrenador que logró completar, al menos, una campaña. Inició y cerró tres cursos, en los que celebró un ascenso a Primera División, clasificó al equipo para competir en Europa League, llegó a cuartos de final de la competición continental y pugnó por repetir hazaña antes de despedirse. Su marcha supuso en el club la salida del último ápice de estabilidad que quedaba en la entidad, sumida desde entonces en la inconsistencia. Seis técnicos han pasado desde entonces por el banquillo nazarí, que ha vuelto a convertirse en una silla eléctrica y que lleva sin dueño desde el pasado 24 de mayo.

Tras Diego Martínez, el club sufrió una profunda reforma interna que desembocó en el final del mejor ciclo de su historia. El proyecto le fue encargado a Robert Moreno, que pareció enmendar la campaña tras un mal arranque, pero terminó viviendo el inicio de su caída libre. De manera interina, Rubén Torrecilla tomó los mandos del navío, ya a la deriva, pero su estancia fue breve. Le relevó Aitor Karanka, a quien se le escapó la salvación en una última jornada dramática en Los Cármenes.

El rendimiento del equipo en esas últimas jornadas de la temporada 2021/2022 propiciaron que la nueva directiva, encabezada por Sophia Yang, Alfredo García Amado, Nico Rodríguez y Javier Aranguren, depositaran su confianza de nuevo en el vitoriano para tratar de devolver al Granada a Primera. Comenzó la temporada, pero plasmó un fútbol grisáceo que hizo peligrar incluso la promoción de ascenso, por lo que tampoco acabó el curso. Fue Paco López quien enmendó el rumbo del navío hasta llevarlo a la Fuente de las Batallas, aval que le permitió conservar su sitio para emprender la nueva etapa rojiblanca en la máxima categoría del fútbol español en el ejercicio recién finalizado, lo que le convirtió en el primero en hacerlo desde Diego Martínez.

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La situación, sin embargo, le fue en contra desde el comienzo, lastrado por las carencias de la plantilla. El valenciano se planteó como objetivo llegar al mercado de invierno con el plantel en competición para tratar de salvar la categoría con los refuerzos de enero, pero no llegó. Alexander Medina ocupó su sitio a finales de 2023 y sí pudo gozar de los fichajes invernales, con los que rubricó un amago de reacción efímero. Le siguió el desplome definitivo del equipo, virtualmente descendido cuando José Ramón Sandoval asumió el reto.

El único descendido sin entrenador

La segunda estancia del técnico madrileño en Los Cármenes duró poco, aunque él era conocedor de que su fichaje apenas era una medida paliativa. Se adelantó al anuncio oficial del club al confirmar su marcha antes de la última jornada de Liga, el pasado 24 de mayo, en la que cerró su retorno con una goleada en contra en plena fiesta del Girona. Desde entonces, hace ya once días, el Granada no tiene entrenador. Se trata del único de los tres descendidos de Primera División sin preparador, después de que el Almería cerrara este lunes la incorporación de Rubi. El Cádiz, por su parte, inició el pasado sábado un nuevo proyecto con el exrojiblanco Paco López al frente.

El club nazarí confía en que no se demore demasiado la contratación de su nuevo entrenador, pero de la baraja de opciones se le han ido cayendo naipes con el paso de los días. El mejor posicionado seguiría siendo Guille Abascal, que este domingo se despidió del Spartak de Moscú a pesar de que el último encuentro que dirigió, en el que perdió ante el Sochi de Robert Moreno, fue el 13 de abril. Algunas fuentes señalan que el anuncio de su incorporación sería inminente, pero hasta el momento la entidad guarda silencio. De cerrar su llegada, el sevillano tendría ante sí el reto de que no le alcance la sombra que en tres campañas ya ha engullido a media docena de técnicos.