Desesperación rojiblanca en Andorra (1-0)
El Granada ha perdido por primera vez en la temporada, en un encuentro en el que encajó pronto por un error en la marca y durante el que disparó hasta 15 veces sin acierto
El Granada ya sabe cuánto cuestan los errores en Segunda División. Ha sumado este domingo su primera derrota del curso ante un Andorra que, con personalidad, supo contener a los de Aitor Karanka tras adelantarse muy pronto. Erró Ricard Sánchez en la marca e Iván Gil superó a André Ferreira con una bonita vaselina. El cuadro nazarí no ha llegado a tomarle el pulso al duelo, incómodo e impreciso en todo momento, pero se revolvió tras el golpe en el mentón y atosigó a Raúl Lizoain, que debió de colgar dientes de ajo en los palos para alejar el balón de su meta. El cañón estaba desviado y ni siquiera 15 disparos fueron suficientes para perforar la red. Llegó a marcar, pero una mano torpe de Uzuni canceló el empate. El conjunto rojiblanco acabó desesperado, con toda la artillería sobre el césped, pero con balas de fogueo. Cayó en la trampa pirenaica y sufre un pinchazo que sirve de toque de atención.
Las molestias que apartaron a Melendo de los últimos entrenos, de alcance aún desconocido, también le dejaron fuera de la convocatoria. Un contratiempo que auguraba nubarrones y que Matías Arezo, en barbecho en la pasada jornada, vio como una oportunidad. Su regreso, muy gris, fue la única novedad en un equipo que comienza a asentarse, pero que entró al campo más tarde que su rival. Tal vez fuera por la ausencia del mediapunta, o quizás fue consecuencia del planteamiento con tres centrales con el que Eder Sarabia le hizo frente, pero el Granada inició el duelo aletargado, como si sus hombres se hubieran pinchado con el huso de una rueca maldita, como en el popular cuento de hadas. El cuadro andorrano le puso a la pelota una etiqueta con su nombre, a pesar de la descoordinada presión nazarí, y solo tardó cinco minutos en marcar el primer gol que recibe el conjunto rojiblanco en el curso.
El Andorra construía con calma cuando Adri Vilanova, desde su propio territorio, escrutó el horizonte hasta detectar el movimiento de Iván Gil. El mediocentro aprovechó la modorra de Ricard Sánchez y controló solo ante André Ferreira, con tiempo para visualizar miles de finalizaciones posibles. No se puso nervioso y resolvió con una sutil vaselina que rebasó al guardameta luso con una hipnótica parábola. Un golazo que para el Granada fue el perturbador timbre del despertador. El conjunto rojiblanco amaneció en un escenario desconocido, con la necesidad de remontar un marcador en contra, que sacó a la luz cierto nerviosismo.
La pelota continuó en posesión local, pero los granadinistas imprimieron inquina, a pesar de que les faltó tanto sosiego como atino. Elevaron el umbral de agresividad en la presión para entorpecer la circulación de los pupilos de Eder Sarabia, que perdió profundidad, y Callejón se descolgó para convertirse en la piedra angular de la construcción rojiblanca. El motrileño tiene alma de líder y capacidad para leer lo que requiere el duelo en cada momento. Ricard Sánchez, con ganas de redimirse, culminó una acción atropellada con un disparo demasiado cruzado, tras lo que el propio delantero granadino golpeó duro desde fuera del área, desviado por poco. Arezo, más tarde, golpeó contra el muro pirenaico a la salida de una falta lateral, antes de que Uzuni, en una jugada hilvanada en la frontal de la zona de castigo, pegase contra Lizoain y de que Puertas, al rechace, encontrase a otro zaguero en su trayectoria.
El Granada no dejaba de intentarlo, con más corazón que lustre, pero la meta local parecía protegida por una suerte de conjuro, como si Lizoain se hubiera disfrazado del mago Gandalf y espantara a los rojiblancos. "¡No pasarás!", debía de advertir a cada granadinista que se acercase a su territorio. Puertas intentó picarla tras recibir en el área un envío preciso de Miguel Rubio, a la espalda de Alende, y Arezo, en una combinación con el almeriense, no logró alejar la pelota del alcance del guardameta, aunque sendas acciones estaban invalidadas. La circunstancia desesperaba a los de Karanka. Bodiger afinó la bota izquierda y trató de mover de un lado a otro el juego de su equipo, pero el entramado de Sarabia era sólido. En uno de sus giros, noqueó a Sergio Molina, que, aturdido, acabó en el hospital.
La reanudación no hizo sino acrecentar la angustia rojiblanca. Vilanova, Alende y Mika Mármol eran inquisidores en campo propio, mientras Marc Aguado iba tomando la manija del duelo. Puertas, en un exceso de relajación local, combó un centro al segundo poste que Uzuni cabeceó fuera por poco. La cosa pintaba mal, así que Karanka abrió el armario para revertir la inercia del duelo. Jonathan Silva reemplazó a Quini y Alberto Perea se estrenó en sustitución de un aciago Arezo, con lo que Callejón dio un paso adelante y Puertas se encajó por detrás. El almeriense, en un avance nazarí, se deshizo de Alende y Marc Aguado en el balcón del área y disparó desviado. Los de Eder Sarabia, más tarde, tejieron con paciencia hasta llevar la pelota a los pies de Iván Gil, caído al costado diestro. Lanzó un envío preciso que Marc Fernández golpeó con la frente para exigir a André Ferreira, gatuno para repelerla.
Empujaban con todo los de Karanka, que triplicaban los remates de su rival. Con tesón, Ricard Sánchez se llevó una pelota que parecía una patata caliente, pisó línea de fondo y centró al segundo palo. No llegó Lizoain a palmear y el balón cayó a Callejón, bien situado en el segundo palo. El motrileño lo devolvió a la pomada y Puertas encontró el premio a su insistencia. Sin embargo, Vicandi Garrido, desde la sala VOR, invitó a González Francés a revisar la acción en el monitor. La imagen mostró que Uzuni sí acarició con la mano el esférico, en un intento de cabecear, antes de que este aterrizase en los pies del delantero granadino, por lo que la jugada fue anulada y la ventaja local, restablecida.
Entraron Jorge Molina y Rochina, por el albanés y por Callejón, además de Cabaco, que sustituyó a un Ignasi Miquel dolorido. El paso de los minutos agobiaba al Granada, mientras que el cuadro pirenaico, aun sin sentirse cómodo, parecía tener atados los puntos. El encuentro entró en una fase de descontrol que los de Sarabia trataron de dominar pausando el ritmo, sin dejar de pisar el campo rival. Los nazaríes, brazos en jarra, no daban con la tecla. A la salida de un córner, Álex Pastor se encontró una pelota llovida en las inmediaciones de André Ferreira, pero tiró muy arriba y en fuera de juego. Poco después, Perea condujo hacia el interior y descargó sobre Rochina, que empalmó un golpeo que impactó en una zona difusa del cuerpo de Diego Alende. El VAR, no obstante, resolvió que no había infracción.
El área del Andorra terminó convertida en una diana sobre la que, como dardos, caían los centros rojiblancos, todos lejos del blanco o escupidos por la defensa local como podía. El duelo murió ante la exasperación del Granada, que, incluso, pudo encajar otro gol de Iván Gil, evitado por un firme André Ferreira. El cuadro nazarí tributó en el Principado por un tempranero error de atención, en un comienzo aletargado. Un frenazo a los de Karanka que también lanza una advertencia: la categoría no perdona estas concesiones.
Ficha técnica:
FC Andorra: Raúl Lizoain; Alti, Adri Vilanova, Diego Alende, Mika Mármol (Álex Pastor, 74’), Pampín (Martí Vilà, 58’); Marc Aguado (Bover, 84’), Sergio Molina (Jandro, 45’); Iván Gil, Germán Valera (Héctor Hevel, 58’) y Marc Fernández.
Granada CF: André Ferreira; Ricard Sánchez, Miguel Rubio, Ignasi Miquel (Cabaco, 76’), Quini (Jonathan Silva, 57’); Bodiger, Sergio Ruiz; Puertas, Callejón (Rochina, 76’), Uzuni (Jorge Molina, 69’); y Arezo (Alberto Perea, 57’).
Goles: 1-0: Iván Gil, min. 5.
Árbitro: González Francés, del colegio canario. Amonestó a los visitantes Callejón y Uzuni.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la cuarta jornada del campeonato de Liga en Segunda División, disputado en el Estadio Nacional de Andorra, ante 2.720 espectadores.