La segunda unidad pide otra ronda de una Copa vacía (0-3)

Una denuncia por la alineación indebida de Adri López puede dejar fuera al conjunto rojiblanco, que se impuso sobre el terreno de juego con ritmo tedioso al Arosa en su estadio

gol-granada-cf-arosa-callejon-manafa-petrovic-famara-diedhiou
Los jugadores del Granada celebran el gol de José Callejón en A Lomba | Foto: Granada CF
Chema Ruiz España
0

La segunda unidad del Granada ha pedido otra ronda, pero una denuncia por la alineación indebida de Adri López puede poner sobre la mesa rojiblanca una Copa vacía. Los granadinistas, aunque densos en distintos tramos del duelo, resolvieron sobre el terreno de juego el trámite copero en casa del Arosa. Sin embargo, la participación del guardameta del filial, que excedería la edad máxima para competir con el primer equipo en el torneo, deja su destino en manos del cuadro gallego, que denunciará. En el verde, los de Paco López rumiaron la victoria sobre un pasto al que la lluvia terminó pasando factura. Gonzalo Villar domó el choque y Manafá, de estreno, perfundió con más entusiasmo que rigor táctico. Callejón se reivindicó en el primer acto a pase del murciano, mientras que Weissman y Diédhiou hicieron lo propio cuando la cita ya se acababa. Para entonces, ya nadie pensaba en lo que ocurría en el césped, sino más bien en el sonrojo que se avecina. Ni siquiera en la victoria pueden sonreír los nazaríes.

La tormenta pareció premonitoria. Sobre el escenario, los actores de reparto de la compañía granadinista, con los protagonistas habituales resguardándose de la ciclogénesis en el banco. Tan solo Álvaro Carreras y Gonzalo Villar, que sí vienen siendo titulares de un tiempo a esta parte, se infiltraron bajo la lluvia entre el pelotón de rezagados en las preferencias de Paco López. El sospechoso Adri López se ajustó los guantes, defendido por el capitán Víctor Díaz y el recreativista Miki Bosch. En la foto apareció con desparpajo el casi desconocido rostro de Manafá, debutante. Petrovic, algo plomizo, se ancló por delante, con Callejón y Perea abiertos en los flancos. En el frente, se aliaron Weissman y Diédhiou en busca de minutos. Rebasados por momentos por el ansia, no brillaron como cabría esperar para hacer dudar al técnico, ausente el israelí en buena parte del encuentro, pero al menos inauguraron su cuenta en este curso.

En A Lomba, uno de esos campos que reviven la esencia del fútbol de antaño, fueron recibidos con ilusión en la grada, que llevaba 30 años sin ver de cerca el trofeo. El cuadro arlequinado, cuya equipación fácilmente podría hacer pensar a los aficionados al rugby que estaban viendo jugar al Universidad de Granada, salió con la premisa de protegerse y tratar de explotar los espacios a la espalda de la zaga nazarí. Con ello, invitó a los rojiblancos a tomar la iniciativa, propuesta maliciosa dadas las condiciones del césped. Gonzalo Villar aceptó y se erigió en director del juego, pura elegancia e inteligencia, aunque sus compañeros anduvieron espesos. Manafá, anárquico, empezó a percutir por el lateral diestro. Combinó con Weissman y, tras recortar a un zaguero, descargó para que Perea pegase raso, repelido su disparo por la muralla local. Tiene cosas que recuerdan a Köybasi.

Fue poco a poco reculando el conjunto gallego, con dificultades para salir de su trinchera pese al poderoso cuerpeo de Sylla, aunque Raúl sudó poco. Perea golpeó de nuevo a ras de hierba, después de amagar en varias ocasiones dentro de la zona de castigo, con Callejón en esta ocasión como asistente. La pelota fue superando la maraña de piernas, pero entre Cotilla y el guardameta lograron detenerla en una de las pocas acciones que mancharon sus manoplas. Más tarde, Gonzalo Villar empalmó un rechace desde la media luna, sin atino en el impacto. Diédhiou, a la media vuelta, quiso celebrar su primer gol con la elástica nazarí, pero cayó al suelo sin llegar a rematar.

El campo se iba desnivelando progresivamente hacia la meta del Arosa y Manafá se animó a correr por todo el campo como una hoja movida por el viento, lo que propició el crecimiento de toda una pradera a su espalda. Lo detectó Borja Míguez, que promovió la exploración de aquel espacio. El balón voló hacia su carrera y este, con tiempo hasta para decidir qué película vería al llegar a casa, tensó un envío bajo al que no llegó Sylla por poco, despistado Miki Bosch en la acción. La construcción rojiblanca empezó a trabarse. Perea rozó el poste desde el balcón del área y, después, se entretuvo demasiado en campo propio para ofrecer al delantero senegalés del plantel arlequinado la oportunidad de emularle.

La ocasión hizo cundir cierta inquietud entre los granadinistas, imprecisos en algunos lances sencillos, pero Gonzalo Villar sacó un par de folios, una escuadra y un cartabón para templar los nervios. El murciano recogió la pelota y, desde la divisoria, combó un pase precioso hacia el desmarque de Callejón, con la meta entre ceja y ceja desde que empezó a correr. El motrileño lo plantó en el césped y, casi resbalando ante la salida de Raúl, resolvió con la punta de la bota. Gol balsámico para el delantero, errante en este curso en todas las posiciones en las que ha actuado.

Con ventaja, los rojiblancos mantuvieron la posesión con cierta pachorra, aun con errores que animaban a los de casa. Gonzalo Villar avanzó varias yardas en una arrancada que culminó con un tiro centrado por abajo, sin problemas para el guardameta arlequinado. Santi Figueroa, posteriormente, le pegó desde aún más atrás, sin potencia a las manos de Adri López. Weissman, terco, marró luego una oportunidad comido por las ganas de ver puerta, tras lo que Perea enganchó otro golpeo lejano desde la frontal. Sylla quiso sorprender en una carrera, frenado por Villar en una falta que Cotilla mandó a las nubes.

A la vuelta del descanso, el tedioso ritmo con el que concluyó el primer acto fue a menos. Iñaki disparó desde muy lejos, directamente a la bolsa de Adri López, mientras Gumbau calentaba en la banda. El catalán reemplazó a Gonzalo Villar, con vistas ya a lo del domingo en Mestalla, lo que apagó la luz rojiblanca. Álvaro Carreras, incisivo, profundizó por su carril, pero el equipo estaba romo. La lluvia arreció y el césped se resintió, lo que perjudicó al Granada. Se sucedieron pérdidas no forzadas y los contragolpes locales adquirieron inquina, si bien morían en la orilla. El balón parado se convirtió en un aliado de los de Luisito. Desde la esquina, Santi Figueroa imprimió violencia a un testarazo que rebotó en el hombro de Víctor Díaz sin que De Burgos Bengoetxea apreciara nada punible, pese a las protestas de los gallegos.

Ignasi Miquel reemplazó a Miki Bosch, acalambrado, y Sergio Ruiz relevó a un Perea ceniciento. El manchego, aunque participativo, estuvo obtuso. Malogró su oportunidad. Los nazaríes continuaban funcionando a trompicones, superiores pero sin cerrar la faena. Carreras curvó un lanzamiento lateral que Diédhiou descargó para su compañero en ataque. Weissman se relamió, pero Nacho Carús, raudo, le negó la diana. Callejón, tras un rechace, tiró rebotado más adelante. Se encendieron las linternas de los móviles en la grada para dibujar una bonita estampa bajo el chaparrón. Entretanto, la noticia corría y situaba los focos sobre la portería del Granada.

El horizonte no estaba demasiado claro, pero un par de minutos de lucidez zanjaron el asunto. Sergio Ruiz, ajeno a todo, sacó el sombrero de copa y puso a volar otro balón milimétrico. Lo recogió Weissman en el área, insistente en busca del gol como el caricaturesco gato Tom en su eterna persecución del ratón Jerry en la serie de dibujos animados, muy intermitente en sus intervenciones durante la cita. Se deshizo de su marcador y, aun tropezándose, sorteó a Raúl en el área pequeña. Sin ángulo, metió el pie por debajo de la pelota para levantar lo que parecía en realidad un centro a su compi de ataque, pero que acabó meciéndose en la red. A la vista, un gol para enmarcar, muesca también necesaria para el ariete.

Faltaba Diédhiou por reclamar su sitio y, como vio que la contienda se acababa, aprovechó el shock del tanto anterior. Manafá se apoderó del esférico en una segunda acción, tiró una pared con Petrovic y pisó línea de fondo. Levantó el mentón y vio al delantero senegalés, a quien entregó el gol en bandeja. El duelo quedó visto para sentencia, literalmente si finalmente denuncia el Arosa. Los arlequinados encontraron a Marcos Mella en un contragolpe postrero en el que Adri López se llevó al extremo por delante. En un escorzo para fotografiar, escupió el lanzamiento de la falta. Todas las miradas, aun sin la palomita, se desviaban ya hacia él. El desenlace puede ser bochornoso.


Ficha técnica:

Arosa SC: Raúl; Santi Figueroa (Pereira, 86'), Pacheco, Martín Sánchez, Cotilla, Nacho Carús; Brais Pedreira (Antón Concheiro, 59'), Diego Enjamio, Iñaki Martínez (Marcos Mella, 73'); Borja Míguez (Martín Diz, 75') y Sylla (Rubo, 73').

Granada CF: Adri López; Manafá, Víctor Díaz, Miki Bosch (Ignasi Miquel, 75'), Álvaro Carreras; Alberto Perea (Sergio Ruiz, 75'), Petrovic, Gonzalo Villar (Gumbau, 59'), Callejón; Weissman y Diédhiou.

Goles: 0-1: Callejón, min. 19; 0-2: Weissman, min. 88; 0-3: Famara Diédhiou, min. 90.

Árbitro: Ricardo De Burgos Bengoetxea, del comité vasco. Amonestó al visitante Gonzalo Villar.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la primera eliminatoria de Copa del Rey disputado en el Estadio Municipal A Lomba.