El ascenso de Bryan Zaragoza

El prodigioso extremo del Granada, recién convocado con la Selección Española, despegó en el conjunto rojiblanco tras probar en el Betis y el Valladolid

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Bryan Zaragoza ha experimentado un ascenso meteórico desde que fichó por el Granada | Infografía: Guido Dellamea
Chema Ruiz España
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De la mina del Granada ha salido una joya brillante, un prodigio que no detectaron en otros lares, pero que con la elástica rojiblanca ha desplegado las alas hasta acariciar la estrella que luce sobre el escudo de la Selección Española. Bryan Zaragoza llegó a tiempo a la cantera nazarí para pulir unas cualidades que despuntaban, dar el salto al fútbol profesional y, de ahí, despegar. El malagueño, de fútbol callejero y un desparpajo inusitado, ha experimentado un ascenso meteórico con el club de las franjas horizontales, con el que firmó su primer contrato en 2019, en edad juvenil, y ahora deslumbra en Primera División.

Tenía que ser él, quién si no, el que hiciera un roto al Barça en Los Cármenes, al mismo equipo en el que encontró a su ídolo de la infancia, Leo Messi, y el espejo futbolístico en el que se miró durante años, Neymar, de quien aprendió un estilo que le debió de resultar útil en las calles de Málaga. "Yo juego para esto, para el regate, no para correr detrás de la pelota u otra cosa. Desde pequeño, he jugado toda mi vida en el barrio", resolvió este domingo ante las cámaras de DAZN, como quien cuenta sus primeras prácticas laborales, solo que él lo hizo tras firmar dos lienzos ante uno de los mejores equipos del mundo.

Se enroló primero en el Tiro Pichón y, después, en el Conejito de Málaga, donde empezó a despuntar. Llamó la atención de varios clubes, pero, por convenio con el principal club de la ciudad, fue ofrecido al Málaga. "Me dijeron que se fuera donde quisiera, que ellos no estaban interesados en ese momento por él", reveló el presidente del modesto equipo malagueño, Miguel González, en una entrevista anterior con GranadaDigital. Hizo pruebas con el Betis y con el Valladolid, pero escogió el Granada por la cercanía con su hogar. En el verano de 2019, estrechó la mano de Luis Fradua, entonces director de fútbol formativo del club rojiblanco, tras estampar su firma en el contrato que le convertía en jugador nazarí. Fue el punto de giro que cambió la vida de Bryan para siempre.

El despegue de su carrera

La afición del Granada vivía un sueño con el recién ascendido equipo de Diego Martínez en camino hacia la Europa League cuando, sin saberlo, una estrella en ciernes recalaba en el plantel juvenil que militaba en División de Honor, dirigido por Rubén Torrecilla. Aquella, la 2019/2020, era la última campaña en etapa formativa del extremo malagueño, previa a alcanzar edad sénior. Tuvo que aclimatarse a un fútbol más profesional, además de vivir fuera de casa, lo que impidió que sus cualidades relucieran de inmediato. El técnico volcó en él sus lecciones, y también algún castigo, en un proceso de aprendizaje que resultó clave en su carrera profesional.

‘La fuerza’ ya se percibía con intensidad en el joven aprendiz, pero fue cuando empezó a agregar a su habilidad con balón una serie de nociones tácticas cuando empezó a destacar. Bryan puso todo de sí, movido por un sueño. "Llegar a la cima no es fácil, pero tampoco es imposible", posteó en aquellas fechas el malagueño en su perfil de Instagram. La magia comenzó a brotar de sus botas y las cifras fueron despuntando. Cerró un ejercicio trascendental en su carrera con 15 goles y 18 asistencias en 24 partidos disputados, bagaje notable, pero todavía dejaba entrever cierta bisoñez para dar el salto al Recreativo. El Granada, no obstante, identificaba en él cualidades interesantes, por lo que renovó su vinculación con el club hasta 2022 y le cedió al Polideportivo El Ejido, de Segunda B.

El paso de Bryan Zaragoza por el conjunto almeriense fue su particular mili. Dejar atrás la fase formativa del fútbol le mostró que el juego se compone también de un factor defensivo fundamental y que su pericia con el balón en los pies no era suficiente para ganarse un sitio. No fue importante en el plantel ejidense, pero sí continuó subiendo peldaños en la escala, con algún destello en el camino que no pasó desapercibido. Tan solo disputó 15 encuentros, que le dieron para marcar un gol y servir otro a sus compañeros, si bien creció mucho más en aspectos intangibles.

La cáscara del huevo llegó agrietada en su regreso a Granada, ahora sí para gozar de una oportunidad con el filial rojiblanco. La experiencia en El Ejido había perfeccionado su juego en otros contextos, lo que a su vez le permitió empezar a liberar al genio. La privilegiada capacidad para desbordar que el malagueño posee ya marcaba las diferencias en la categoría, lo que unido a su endiablada velocidad el convirtió en una pieza esencial para el Recreativo. Rebasó la treintena de duelos -en concreto, jugó 33- y mejoró sus cifras ostensiblemente, con siete goles y dos asistencias, rendimiento que le ofreció la oportunidad de asomar la cabeza con la primera plantilla.

Derribó la puerta

De la mano de Robert Moreno, todavía en la temporada 2021/2022, empezó a entrenar con 'los mayores' e, incluso, debutó en Copa del Rey, en un encuentro correspondiente a la primera ronda del campeonato ante el Laguna canario. Fue una aparición fugaz, también eclipsada por los tres goles que anotó Adri Butzke, su compañero en el filial, pero que dio pie a su eclosión en el verano posterior, además de a una nueva extensión de contrato, hasta 2024. Con Aitor Karanka al frente del Granada, Bryan fue llamado a filas en pretemporada, a priori sin demasiadas perspectivas de acceder a la plantilla, pero el malagueño derribó la puerta.

Los primeros compromisos estivales enseñaron a la hinchada rojiblanca a un futbolista descarado, que echa chispas cada vez que inicia una conducción y que sortea rivales como picas en los entrenamientos. Uno de esos jugadores por los que merece la pena pagar una entrada. Karanka insistía en que todavía tenía que trabajar mucho, sobre todo en defensa, para poder saltar a la plantilla, aunque el fútbol callejero de Bryan terminó por obligarle a incluirle en nómina. Se incorporó de forma progresiva a la dinámica competitiva del equipo, brillante en cada oportunidad desde el banquillo, hasta sembrar la duda de si debía ser titular. Paco López relevó al vitoriano y, aunque también respetó el proceso del joven extremo, lo tuvo más claro.

Bryan, renovado una vez más hasta firmar un vínculo que acaba en 2027, terminó robándose el show en el ascenso a Primera División del Granada, determinante en el conjunto rojiblanco. Hizo cinco dianas, todas de factura bellísima, en los 34 encuentros que disputó en su estreno en el fútbol profesional, con lo que disipó cualquier duda: era la promesa de un don excepcional, un proyecto de crack, aunque quedaba por comprobar cómo le ajustaba la camiseta de la élite. A cualquier futbolista de 22 años, el salto le habría intimidado, pero no a él. Lejos de amedrentarse por la máxima categoría del fútbol español, creció en facetas menos lustrosas que potencian sus virtudes, con la ambición de Simba por convertirse en rey de este Granada. Frotó la lámpara y liberó al genio de su encierro.

Aterrizó en Primera División como un relámpago, aun con sus dificultades en fases de protección, y su destello ha iluminado a un equipo lúgubre por momentos. Es el máximo artillero del Granada, con los mismos cinco tantos que hizo en todo el curso pasado, idéntico registro que firman hasta ahora Morata, Kubo, Lewandowski y Joselu. A ello añade una asistencia a Lucas Boyé, con quien forma una dupla temible. Guarismos que quedan en nada en comparación con el espectáculo que ofrece cada vez que pisa el verde, que le sitúa como el mejor regateador de LaLiga con 28 quiebros. No ha pasado desapercibido para Luis de la Fuente, que le ha convertido en el cuarto jugador nazarí que viaja con la Selección Española. Bryan Zaragoza hace magia con sus botas. Sus trucos ya son historia rojiblanca.