El Granada regresa a la calle de la amargura (2-0)
El conjunto rojiblanco, plano en El Sadar, pierde ante Osasuna en una gran actuación del Chimy Ávila que aprovechó Budimir para fulminar a los de Paco López con un doblete
"Todo se repite", escribió Lorca en La Casa de Bernarda Alba, prosa que bien puede convertirse en el mantra que defina al Granada en lo que se ha disputado de campaña, reincidente en fallos graves y desconexiones letales. El conjunto rojiblanco ha vuelto a alojarse en la calle de la amargura, su residencia habitual en lo que va de curso y por la que trae a sus aficionados. Osasuna, disfrazado de lobo feroz este viernes para buscar su primera victoria en El Sadar, ha derribado de un soplo todo lo construido por los chicos de Paco López en las jornadas previas al parón liguero. Dos pases fantásticos de un Chimy Ávila excelso desarmaron el entramado defensivo nazarí, fulminado por un Budimir voraz ante el marco de André Ferreira. Primero, ajustó con sutileza; después, concretó desde el punto de penalti. Una derrota que tiene el mismo sino de otras y que ha vuelto a mostrar a un equipo plano, errante e incapaz. Encima, pierde tanto a Lucas Boyé, expulsado, como a Gumbau, sancionado, para el próximo duelo, pendiente también de Miguel Rubio, que tuvo que salir del campo lesionado. Paso atrás de los de franjas horizontales, de dorado en esta noche, que ni siquiera exhibieron en esta ocasión un atisbo de reacción. Golpe psicológico que, en la tabla, puede abrir brecha.
No hacía tiempo en Pamplona para que la manta se quedara corta, por lo que el entrenador nazarí dio continuidad al equipo que acarició el equilibrio en la última jornada. Entre los once que sorprendieron al Barça y los que este viernes sucumbieron en El Sadar tan solo hubo una variación. Uzuni se quedó en el banco, sin ensayos con el equipo esta semana y aquejado aún de una pubalgia latosa. En su lugar, reapareció Melendo, caído recientemente en el ostracismo, desaparecida su varita, pero con la confianza de Paco López. Las ideas parecen asentarse sobre la pizarra del técnico, que, incluso, encuentra algunas mudas en el armario con las que barajar alternativas tácticas, pero los resultados no llegan. Entre los recursos, Álvaro Carreras, de nuevo percutor por el carril izquierdo, a caballo entre la defensa y el ataque. Gumbau y Gonzalo Villar griparon, mientras que la doble B que ilusiona al granadinismo cazó moscas.
Hubo poco tiempo para descifrar el esquema en un inicio intenso. Sonó la campana y el partido empezó a moverse de un extremo a otro del ring, justo lo que no quería Arrasate y, aunque con menos rechazo, también hubiera deseado evitar Paco López. Asustó primero Bryan, aletargada la novedosa zaga local ante un cabeceo disuasorio, pero al malagueño, que no tuvo su noche, se le escapó el control. Después pidieron los visitantes penalti por mano de Areso dentro del área, si bien la pelota le fue rebotada y la reclamación fue rechazada. De inmediato se activó el Chimy Ávila, incisivo desde el carril diestro de Osasuna. Recortó hacia el centro y golpeó con violencia, elástico Neva para obstaculizar el disparo, que acabó en las manos de André Ferreira. Calcó seguidamente la acción, pero con un desenlace que descolocó a los once nazaríes.
Era la primera circulación fluida de los de casa. La pelota rodó de una banda a otra y, de nuevo, regresó a la derecha. Moncayola descargó sobre el Chimy, orientado otra vez hacia el interior, y el argentino armó el cañón para, ante la sorpresa de la zaga rojiblanca, filtrar un pase entre líneas que habilitó a Budimir en el área. Cuando Neva quiso encimarle, la pelota ya estaba en el punto de penalti, descolgado Ricard. El croata definió con precisión de cirujano y bisturí de diamante para resquebrajar la vidriosa mandíbula del Granada. "Todo es una terrible repetición", debió de resonar en la cabeza de Paco López, con sus pupilos de nuevo por debajo en el marcador. Pretendieron el empate rápido, seguro Sergio Herrera para palmear el zurdazo de Gumbau desde la frontal, aunque su moral de arena se desmoronó.
Osasuna fue creciendo, aun sin generar peligro real sobre la meta de André Ferreira. Se apoderó de la pelota y obligó a los rojiblancos a reordenarse con una zaga impar. El Chimy era un incordio en cada pugna, mientras que la sola presencia de Budimir en el área inquietaba ante los envíos locales desde los costados. Al Granada no se le encendía la bombilla, perdidos sus directores de orquesta, y solo merodeaba la trinchera enemiga con algún lanzamiento en largo. En un contragolpe, Bryan Zaragoza quiso descoser el tejido defensivo rojillo, pero se le hizo de noche y la oportunidad se esfumó entre rebotes. La distribución de los de casa era fluida, con Lucas Torró y Moncayola como arquitectos por dentro, e intercalaba pases elevados de los centrales a las bandas, aunque la visión se les empañaba en el balcón del área.
El nerviosismo empezó a cundir entre los nazaríes, que, aunque imprecisos, forzaron a Sergio Herrera en un latido conjunto antes del descanso. Se escapó Boyé primero a la carrera, apurado como el niño que iba a reservar para su clase la pista polideportiva en el recreo. El guardameta local se le hizo grande, rápido para restarle espacio de disparo. En el córner posterior, el portero escupió un remate a trompicones de Álvaro Carreras y, después, se quedó con el intento de Bryan Zaragoza en la segunda jugada. El malagueño trató más tarde de penetrar en el área por el perfil zurdo, su favorito, pero se dejó caer en el área como alcanzado por un francotirador invisible en la grada en cuanto vio al Chimy estirar la pierna. Busquets Ferrer vio clara la pillería y le mostró el cartón amarillo por simular. El genio, tal vez sumido en una noche de peli y manta en la lámpara, no salió por más que frotó el joven.
Encomendado de nuevo a la épica, el Granada regresó de los vestuarios espoleado por el ímpetu, pero sin imaginación para hallar las fisuras. Canalizó sus avances por banda para forzar dos saques de esquina consecutivos, sin remate en ambos casos. Al contragolpe, Aimar Oroz recorrió todo el campo rival sin obstáculos hasta poder conectar con Budimir, pero Miguel Rubio sacó el pie a tiempo para taponar el tiro. Osasuna respondió rebajando las pulsaciones del juego. Gumbau se desesperó y, tras dos faltas consecutivas, vio su quinta amarilla, con lo que se perderá la próxima jornada y se apagó la chispa con que los rojiblancos afrontaban el segundo tiempo.
El Chimy Ávila combó inmediatamente después un pase de fantasía por delante de la zaga visitante. Llegó Budimir para recortar a André Ferreira, que, al suelo en un intento de robar la pelota, se llevó por delante al delantero. Busquets Ferrer no pitó, pero Jaime Latre, desde la sala VOR, le invitó a revisar la repetición. Tras pasar por el monitor, rectificó. El croata se encargó de resolver desde los once metros con hielo en las venas, paso ralentizado y precisión en el golpeo. El "viejoven" ariete, como le definió su propio director deportivo al anunciar su renovación, está en estado de gracia.
Paco López recurrió a Uzuni y Puertas para buscar las tablas. Bryan, que cayó a banda, centró con el exterior para el vuelo de Lucas Boyé, que acarició con el flequillo el remate. El argentino, puro pundonor, se llevó más tarde una pelota con más garra que soltura, pero no pudo ni siquiera forzar una estirada de Sergio Herrera. Osasuna, aun así, se sentía cómodo, sin ver peligrar su ventaja. El delantero rojiblanco escenificó poco más tarde la desesperación de su equipo. Acudió con vehemencia a la presión a un control de Aimar Oroz, lejos de posiciones peligrosas. Le pisó el tobillo, y, aunque de inicio fue simplemente amonestado, de nuevo la visualización del vídeo supuso un cambio de dictamen. Apareció el cartón rojo y el Granada bajó el telón.
Arrasate guardó la ropa, satisfecho con el botín, pero el accitano Raúl García, que dispuso de minutos para buscarse un hueco, quería dejar su muesca. Se adelantó a Ignasi Miquel para batir a André Ferreira ya en las postrimerías del duelo, pero una nueva revisión anuló la acción. Insistió, pero ya no hubo movimientos en el marcador, a pesar de que Miguel Rubio, ya sin cambios por hacer, tuvo que abandonar el partido lesionado. Los rojiblancos, impotentes, no mostraron capacidad de, al menos, maquillar el resultado, a pesar de preciarse de ser un equipo con pegada. Se llevan un duro golpe psicológico. Vuelven por sus fueros.
Ficha técnica:
CA Osasuna: Sergio Herrera; Areso (Kike Barja, 85’), Catena, David García, Rubén Peña (Nacho Vidal, 85’); Lucas Torró, Moncayola (Juan Cruz, 68’), Aimar Oroz (Pablo Ibáñez, 80’); Chimy Ávila, Moi Gómez y Budimir (Raúl García de Haro, 80’).
Granada CF: André Ferreira; Ricard (Callejón, 83’), Miguel Rubio, Ignasi Miquel, Carlos Neva; Melendo (Uzuni, 63’), Gonzalo Villar (Sergio Ruiz, 83’), Gumbau (Petrovic, 87’), Álvaro Carreras (Puertas, 63’); Bryan Zaragoza y Lucas Boyé.
Goles: 1-0: Budimir, min. 12; 2-0: Budimir, de penalti, min. 59.
Árbitro: Mateo Busquets Ferrer, del comité balear. Amonestó a los locales Rubén Peña, Aimar Oroz y Pablo Ibáñez, así como a los visitantes Bryan Zaragoza, Ignasi Miquel, Gumbau y André Ferreira. Expulsó al visitante Lucas Boyé.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la 10ª jornada de Liga en Primera División, disputado en el estadio El Sadar, ante 19.739 espectadores. Antes del inicio del partido, se guardó un minuto de silencio contra el racismo, la xenofobia y la violencia en el deporte.