Continúa el calvario rojiblanco (1-0)
El Granada pierde contra un Cádiz superior que tuvo ocasiones para que el resultado fuera sangrante en otra nefasta actuación nazarí
Continúa el calvario rojiblanco. El optimismo recalcitrante de José Ramón Sandoval, lejos de contagiar a sus pupilos, se ha dado de bruces con una realidad ineludible. Este Granada es un cadáver que, para resucitar, necesitaría empezar de nuevo. Su propuesta no ha supuesto estímulo alguno para un plantel melancólico, en el que ni siquiera sus intérpretes más diestros parecen ya capacitados para sacar algo de fútbol de sus botas. Es a ojos de cualquier espectador el equipo que juega por compromiso, sin ningún objetivo por el que competir. El Cádiz sí ve cerca la salvación y cree en ella. Este viernes ha dominado, consciente de la relevancia del duelo. Aun sin exhibir demasiada soltura, maniató a los de franjas horizontales y marró acciones para que el resultado fuera sangrante. Se conformó con el golazo de Robert Navarro en una desatención de la zaga nazarí para eliminar a un rival más de la ecuación. El cierre será lacerante en Los Cármenes.
No hay aliento ya en este Granada, por más que las matemáticas todavía le detecten pulso. No deja de ser un conjunto sin alma, extremadamente frágil y con carencias cuya solución requiere más de tres favores a las tres de la tarde. El coraje que Sandoval trata de rescatar de sus pupilos apenas les da para guerrear en lances divididos y protegerse como gato panza arriba, pero no para incomodar a un Cádiz que en el Nuevo Mirandilla fue superior desde el inicio. Salieron coleando los nazaríes de un primer acto en el que a los amarillos les faltó finura, pero amortajados tras el intermedio. El atisbo de réplica fue rápidamente sofocado por Pellegrino, preciso en sus intervenciones. En los rojiblancos no hubo compostura, juego ni carácter. Otro bochorno del peor cuadro granadinista de su historia en Primera División.
Sandoval tuneó al equipo, replegado con una zaga poblada. Su fórmula pretendía el protagonismo de los jugones, orden sin la pelota y profundidad con carrileros, especialmente incisivo Ricard. Pero el gobierno amarillo no tardó en desbordar a los de franjas horizontales, a pesar de que fue precisamente el catalán quien, a centro de Neva, amenazó la imbatibilidad de Ledesma con un remate débil. Un mero espejismo. En cuanto el Cádiz hubo tomado la iniciativa, el Granada empequeñeció hasta arrinconarse en su mitad del campo. Ni rastro de Melendo ni de Villar, apenas sí de Boyé porque estaba en cada porfía, ya fuera en territorio enemigo o en su propia trinchera. Peinó Fali un córner y Sergio Ruiz escupió el peligro con apuros. Después suspiraron los rojiblancos cuando nadie apareció para embocar un malicioso servicio de Chris Ramos desde el confín del terreno de juego.
Los amarillos se sentían en el salón de su casa. Fluían y percibían el temor de su adversario cada vez que cruzaban la divisoria, tembloroso en la estrategia. Javi Hernández encontró una pradera a la espalda de Ricard y combó un centro que Chris Ramos cabeceó con inocencia. En otro envío, más adelante, Juanmi rotó sobre su eje como una peonza para forzar el blocaje de Batalla, que ya empezaba a resoplar. El zafarrancho se iba montando en torno a sus dependencias, donde el Granada acumulaba hombres sin repeler con ello el peligro. Encaró seguidamente Robert Navarro, seguro el arquero argentino una vez más. Las oleadas abrumaban al conjunto rojiblanco, incapaz de encadenar dos pases ni de sacudirse la presión.
El Cádiz continuó derramando sus opciones en la orilla hasta que la campana concedió una tregua a los visitantes, desnortados al descanso. Sandoval sacó el bisturí en busca de una reacción, aunque ni un desfibrilador podría espabilar a este equipo. Introdujo de una tacada tanto a Gumbau como a Pellistri por un Hongla desaparecido y Villar, deambulante, pero nada cambió. El conjunto rojiblanco cortocircuitaba desde la base, decaído. Ni siquiera brotaba una chispa individual que alumbrara a los granadinistas. En el abatimiento visitante, Rubén Alcaraz levantó el periscopio y escrutó el horizonte. Ignasi Miquel perdió de vista a Robert Navarro, indetectable a su espalda. El mediocentro midió la trayectoria y el extremo detuvo el tiempo con un control excelso que no pinchó la pelota por poco. Después golpeó con el corazón para fusilar a Batalla y dejar al Granada en la cuneta.
La depresión se propagó rápido entre los rojiblancos, si es que en algún momento se habían sentido animados. Perseguían sombras, incapaces de frenar el caudal ofensivo amarillo ni de proponer algo mínimamente semejante al juego. Saltaron Corbeanu y Puertas, pero quien logró agitar algo el avispero fue Pellistri, siempre peligroso. Gumbau pegó con violencia en una falta que Ledesma escupió en semifallo. El canadiense, recién incorporado al duelo, acudió rápido al rechace para forzar el córner, en el que nadie acertó a encauzar la pelota. Pellegrino conjuró el peligro con la incursión de Lucas Pires e Iván Alejo, una inyección de morfina que sedó de nuevo al Granada. Batalla comenzó a sudar de nuevo, seguro ante la tenacidad de Chris Ramos en una aventura en solitario. Recogió el balón de la red en un testarazo de Juanmi, pero el colegiado canceló la acción por falta sobre Miguel Rubio.
El Granada agonizó entre tentativas amarillas, sin realmente dar la sensación de tener algo más que decir. Pires curvó otro centro que Chris Ramos, en el corazón del área, remató alto ante la siesta de Ignasi Miquel. En un último estertor, Bruno Méndez cazó un mal despeje cadista que se marchó cerca del travesaño. Tampoco hubiera servido de mucho a su equipo, hundido. Le sobran nueve partidos de Liga. Para su hinchada, un trago tan largo como amargo.
Ficha técnica:
Cádiz CF: Conan Ledesma; Iza Carcelén, Fali (Ousou, 66’), Víctor Chust, Javi Hernández; Robert Navarro (Lucas Pires, 76’), Kouamé (Álex Fernández, 46’), Rubén Alcaraz, Rubén Sobrino (Iván Alejo, 76’); Chris Ramos (Sergi Guardiola, 86’) y Juanmi.
Granada CF: Augusto Batalla; Ricard (Corbeanu, 64’), Bruno Méndez, Miguel Rubio, Ignasi Miquel, Carlos Neva; Martin Hongla (Gumbau, 46’), Sergio Ruiz (Callejón, 87’), Gonzalo Villar (Pellistri, 46’), Melendo (Puertas, 64’); y Lucas Boyé.
Goles: Robert Navarro, min. 51.
Árbitro: Guillermo Cuadra Fernández, del comité balear. Amonestó a los locales Víctor Chust e Iván Alejo, así como a los visitantes Ricard, Sergio Ruiz, Miguel Rubio y Corbeanu.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la 30ª jornada de Liga en Primera División, disputado en el estadio Nuevo Mirandilla, ante 15.422 espectadores.