El VAR rectifica: el Granada sigue vivo (2-0)
El conjunto rojiblanco se reencuentra con la victoria frente al Cádiz en una actuación sólida y excitante, coronada con dianas de Uzuni y Bryan
"¡Está vivo!", debe de haber exclamado más de un aficionado, exultante, al ver al Granada levantarse este miércoles de la camilla, al igual que gritó Víctor Frankenstein en la popular novela. El conjunto rojiblanco ha reaccionado y ha vuelto a ganar casi cinco meses después de su triunfo al Mallorca, tal vez empujado por el aire renovador que insufla el cambio de calendario, o bien por el impulso enérgico de sus fichajes, todos inscritos sobre la bocina. Marcó Uzuni en un arranque fulgurante para derribar a un Cádiz de cristal. La celebración fue interrumpida por la llamada del VAR, necesario comprobar mil veces que el hombro de Boyé no estuviera adelantado. La revisión también fue eterna cuando, en el otro área, cayó Sobrino tras un error grave de Batalla, cancelada la pena máxima, pero veloz cuando el atacante cadista golpeó sin balón a Villar, expulsado de inmediato el visitante. Los monitores echaron humo. Bryan, que volvió a frotar la lámpara, culminó la faena. Tres puntos que saben a gloria para los de franjas horizontales. Quizás, el antes y el después que esperaba su entrenador.
Todo fue por los pelos, pero excitante. El fax de registro en LaLiga llegó justo a tiempo para que los tres chicos nuevos en la clase de Medina pudieran presentarse al primer examen del año. Batalla y Bruno Méndez fueron directos al verde, casi sin entrenar con sus compañeros, ansioso el Cacique por desenvolver los 'juguetes'. El golpe moral a André Ferreira debe de ser morrocotudo. El zaguero se amarró atrás junto a Ignasi Miquel, con semblante serio y el aguerrido carácter charrúa. Su compatriota Arezo, de vuelta tras su periplo goleador por Uruguay, aguardó en el banquillo. Formaron con libertad Uzuni, Bryan Zaragoza y Lucas Boyé, con túnica de Reyes Magos. El ariete no portó oro, sino brega; el malagueño y el albanés cambiaron el incienso y la mirra por los goles, que a la postre fueron puntos bajo el árbol nazarí.
Cualquiera que viera el arranque rojiblanco podría pensar que Medina castigó a sus pupilos sin cenar en las fiestas, famélicos y con el colmillo afilado. Batalla, guardameta intenso y hablador, pareció haber asimilado muy pronto cuáles son las armas de este Granada. Avispado, dejó de poner firmes a sus peones en cuanto divisó las botas rosas de Bryan soltando chispas. Le envió un balón tenso que el malagueño sazonó con polvo de hadas. Abrió al otro lado, por donde apareció Sergio Ruiz, y Uzuni, al borde del área chica, puso la cuchara, sin atino para encauzar con Conan vencido. De seguido, Álvaro Carreras combó un centro sin mucho atino que Pires, en un intento de despeje, devolvió a la pomada. Lo templó Boyé, que empalmó mordido sin más puntería que el albanés.
El Cádiz no perdió la compostura e insistió con un fútbol tosco, orientado siempre hacia los flancos, sabedor de que la nueva fachada local todavía esconde algunas grietas estructurales, pero se topó con un Granada muy sobrio. Batalla reprendió a sus guardianes por conceder un remate de Maxi Gómez que detuvo sin problemas. Fue antes de que Lucas Boyé, con la nariz taponada tras ser noqueado en un córner, pivotara sobre Luis Hernández con una maestría digna de la NBA y cruzara un disparo ajustadísimo a la red, cancelado porque la pelota le dio en la mano en el control. Vibraban los rojiblancos al impulso de una corazonada. Derribaron a Villar en zona de pateo y Bryan la colgó con música. La testa del ariete argentino volvió a aparecer para habilitar a Uzuni, que embistió la pelota con el muslo y, ahora sí, la mandó a guardar.
El gol sonó a campanadas, al corcho que sale disparado y libera una efervescente euforia por el cuello de una botella de champagne, pese a que el VAR la interrumpiera un par de minutos en lo que revisaba la posición de Boyé. Los de Sergio González se deshilacharon como carne tierna para hamburguesa. El ánimo se les cayó al suelo y empezaron a golpearse contra el recién levantado muro granadinista. Los de casa se acomodaban, sin mucha posesión pero con mala uva en cada galopada. Uzuni caracoleó hacia la frontal en busca de ángulo para el golpeo, solvente Conan aun exigido. Más tarde, Bryan se inventó un pase solo perceptible con algún tipo de sexto sentido que el albanés quiso coronar tras esquivar al meta visitante, nublado de nuevo al apretar el gatillo. Fali resopló, desbordado, cuando vio otra vez al malagueño acercarse, tan violento como desviado su disparo.
Parecía quedar el primer asalto ahí, inocuo el previsible arreón cadista, pero con el tiempo cumplido todo se agitó. Machís, amargado en la orilla diestra, soltó un latigazo defectuoso que a Batalla se le escapó como si la pelota hubiera cobrado vida. Rubén Sobrino, raudo, le robó la cartera y se desplomó en el área cuando sintió el guante del argentino posarse sobre su bota, en un intento de corregir. Pulido Santana señaló los once metros, pero se echó rápidamente la mano al pinganillo. Un posible fuera de juego, otro posible penalti de Ignasi Miquel sobre Chris Ramos y el propio lance del guardameta, a revisión en la misma acción. Pudo ser cualquier cosa y quedó nada tras el visionado de la repetición.
Igual alguien en la sala VOR, con la vista cansada de tanto fijarla en la pantalla, quiso apagar los monitores, pero ni siquiera habría tenido tiempo. El Cádiz volvió de los vestuarios respondón, con un disparo venenoso de Rubén Alcaraz en una falta, pero se diluyó cuando Pulido Santana fue llamado de nuevo frente al televisor, rápida en esta ocasión su determinación. En un lance sin balón en juego, Sobrino fue empujado por Ignasi Miquel y golpeó la cara de Gonzalo Villar, tendido sobre el césped. El atacante recibió la invitación a salir del campo en una cartulina roja, para desesperación de Sergio González. Fue la sentencia.
El técnico visitante agotó sus balas mientras su hinchada pedía su dimisión. El Granada, cómodo, apretó los dientes para aguantar el último envite cadista y se permitió, incluso, disfrutar en algún tramo, linternas encendidas ya al final. Galopó Neva al contragolpe y Bryan, en el segundo palo, asestó una puñalada mortífera. Pudieron hacer más goles los de casa, que marraron alguna ocasión manifiesta, pero no hubo más reseñable que los regresos de Arezo, Vallejo y Miguel Rubio. La grada de Los Cármenes aplaudió y disfrutó después de mucho tiempo. El conjunto rojiblanco recorta puntos al corte. Así, sí puede soñar con una nueva vida en 2024.
Ficha técnica:
Granada CF: Augusto Batalla; Ricard (Vallejo, 79’), Bruno Méndez (Miguel Rubio, 79’), Ignasi Miquel, Carlos Neva, Álvaro Carreras (Puertas, 88’); Sergio Ruiz, Gonzalo Villar; Bryan Zaragoza, Uzuni (Arezo, 79’) y Lucas Boyé (Callejón, 72’).
Cádiz CF: Conan Ledesma; Iza Carcelén, Fali, Luis Hernández, Lucas Pires; Sobrino, Rubén Alcaraz (Brian Ocampo, 76’), Álex Fernández (Kouame, 46’), Darwin Machís (Robert Navarro, 46’); Chris Ramos (Negredo, 80') y Maxi Gómez (Sergi Guardiola, 59’).
Goles: 1-0: Uzuni, min. 24; 2-0: Bryan Zaragoza, min. 70.
Árbitro: Juan Luis Pulido Santana, del comité canario. Amonestó a los locales Ricard, Lucas Boyé e Ignasi Miquel, así como a los visitantes Rubén Alcaraz, Álex Fernández, Chris Ramos y Fali. Expulsó con cartulina roja directa al visitante Rubén Sobrino.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la 19ª jornada de Liga en Primera División, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 17.732 espectadores. Antes del partido, se guardó un minuto de silencio en memoria del histórico jugador y presidente de honor del Granada CF, D. Ángel Castellanos.