La luz vuelve a tiempo para el Granada (2-3)

El conjunto rojiblanco enlaza su cuarta victoria consecutiva con un gol de penalti en el alargue, después de dejarse remontar en un apagón letal en el primer tiempo

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Uzuni, abrazado por Brau, celebra el gol de la victoria del Granada en Castalia | Foto: LaLiga
Chema Ruiz España
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La luz vuelve a tiempo para el Granada, que enlaza su cuarta victoria consecutiva gracias a una diana de Uzuni desde los once metros ya en el alargue. Lo de antes fue puro sufrimiento del conjunto rojiblanco, a pesar de que se adelantó por medio de Reinier. Un apagón letal había permitido al Castellón reponerse al golpe y, aunque Brau logró la igualada al poco de la reanudación, el equipo de Escribá tuvo que apretar los dientes hasta casi rompérselos para no salir escaldado. Mariño se vistió de héroe una vez más, repelente aun rota su imbatibilidad, y en la zona de castigo apareció el de casi siempre. El albanés, francotirador infalible desde el punto fatídico, amarró los tres puntos que propulsan al cuadro nazarí hasta el ascenso directo.

Era una prueba de fuego, en palabras del técnico rojiblanco, y el Granada no salió chamuscado por poco. Y no fue porque la advertencia del profesor no hubiera calado en sus pupilos, que se presentaron en Castalia con el puño presto para la reyerta, sino porque disociaron en una pérdida de conexión mortífera. La musculatura de Loïc Williams colapsó en un gesto forzado cuando los nazaríes mandaban, sin pasar demasiados apuros hasta entonces, y sin él falló todo el sistema. Brau, su reemplazo, consiguió igualar, pero el temor ya había penetrado en cada célula del organismo nazarí. En otro momento del curso, razón suficiente para dejarse ir; ahora, sin embargo, solo un condicionante que no apaga la recuperada eterna lucha.

Saltaron los gladiadores al coliseo y de inmediato comenzó la refriega. El Castellón no quiso ni tantear a su adversario, apenas reconocible porque vestía las franjas horizontales, y emprendió un ataque impulsivo. Los rojiblancos parecían saberlo contener, pertrechados atrás con músculo y dispuestos en rombo donde el fútbol se cuece, como si Escribá les hubiera mostrado durante la semana imágenes de ese mismo encuentro para prepararles. No era un Granada sobón con la pelota, sino un guerrero paciente, con medio equipo nuevo, pero sobre el verde los que están en racha. A uno de ellos, Lucas Boyé, le tocó enfundarse la armadura de Máximo Décimo Meridio y zafarse con todo el mundo para erigirse en el eje del ataque. Le llovió un balón que acarició con la coronilla, todo un caramelo para Uzuni, con Van den Belt generoso. El albanés se relamió, pero un pícaro empujón de Willems le hizo morder en hueso. 

El pelotón granadinista escapaba del espesor del choque en ofensivas relámpago que desconcertaban al cuadro castellonense. Se soltó en una Sergio Ruiz, escorado, y descargó de tacón para Uzuni, sutil para que Reinier recibiera y que Józwiak culminara con inocencia antes de que los focos del estadio comenzaran a fallar. Cuando volvió el suministro, iluminaron a un conjunto rojiblanco incisivo, apenas asustado por un latigazo de Mamah que escupió Miguel Rubio con la cara. Robó Hongla, ojo avizor en la divisoria, y raudo dejó en la cuneta a Willems con un pase a Boyé. El argentino, en una de esas posiciones con las que sueñan los arietes, se vio embargado por la generosidad y, aunque amagó con el tiro, envolvió un pase perdido en un bosque de piernas. En la siguiente sí hubo sangre.

Rubén Sánchez exhibió piernas en una potente carrera por el pasillo que dejó muy atrás a su perseguidor y templó un envío del que Chirino se deshizo con un despeje defectuoso. Lo recogió Reinier, como si lo esperara en la media luna, y clavó la espada hasta el fondo de la red. Tanto terapéutico para el brasileño, que en ocasiones parece necesitar que le envíen la ubicación para encontrarse, pero que preludió la debacle. Loïc Williams sintió el pinchazo en la parte trasera del muslo y el Granada tiró del cable.

Al Castellón le bastaron tres minutos para dejar al cuadro de Escribá sobre la lona. Willems combó la banana y Brau, aún desubicado tras relevar a su maltrecho compañero, perdió de vista a Suero, que castigó muy cerca del gol. Casi pudo escucharse la moral nazarí romperse en mil pedazos con el golpe, pero ni tiempo tuvo el equipo de recogerlos. Raúl Sánchez catapultó un saque de banda larguísimo, ahora desde el otro costado, y Hongla no logró alejarlo más allá del balcón del área. Allí apareció de nuevo el goleador local, que sin dudarlo empalmó un tiro inalcanzable para la estirada de Mariño. Los rojiblancos se echaron a temblar como un flan. Intentaron bajar las pulsaciones y marraron algún acercamiento, pero empequeñecían a cada rugido blanquinegro, felino el arquero granadinista para insuflar oxígeno a los suyos hasta llegar a la caseta.

La reacción fue inmediata tras el intermedio, como exigiría cualquier técnico, aunque no mitigó el padecimiento. Sergio Ruiz, al poco de que el balón volviera a rodar, trazó una asistencia de especialista en una falta, suerte en la que se destapa este ejercicio. Apareció como una avispa Brau por donde nadie esperaba una llegada para aguijonear el empate, redentor después de errar en el primer acto. Lo que vino luego fue un extenuante ejercicio de resistencia.

Escribá recuperó las bandas con la introducción de Tsitaishvili y Pablo Sáenz, aunque no pudieron más que achicar agua. El cuadro de Schreuder fue con todo a por los puntos, percutor incansable, mientras los nazaríes se iban atrincherando. Douglas Aurélio perdonó al poco de entrar y después obligó a Mariño a desempolvar la capa roja de Superman. A Chirino se le envenenó más adelante un envío desde el confín del campo que aterrizó en el travesaño, que se convirtió de nuevo en aliado rojiblanco en un golpeo enroscado por Cala. Las balas agujereaban el muro de franjas horizontales, que a duras penas se mantenía en pie, pero al ex del Recreativo se le encendió la bombilla al rechace de un córner. Peinó Brau a la mano de Chirino dentro del área, pena máxima señalada en vídeo. Uzuni hincó el diente y, con uno menos por la expulsión de Ignasi Miquel, los nazaríes salvaron los puntos. Así también vale. Sobre todo, si sirve para dormir en el segundo piso de la Liga de la hipertensión.


Ficha técnica:

CD Castellón: Gonzalo; Chirino, Alberto, Willems (Calavera, 94’); Cala, Van den Belt, Villahermosa (Salva Ruiz, 61’), Suero (Bosilj, 94’); Seuntjens (Douglas Aurélio, 61’), Raúl Sánchez y Mamah (Jesús de Miguel, 84’).

Granada CF: Diego Mariño; Rubén Sánchez (Ricard, 81’), Miguel Rubio, Ignasi Miquel, Loïc Williams (Miguel Ángel Brau, 31’); Józwiak (Pablo Sáenz, 65’), Martin Hongla, Sergio Ruiz, Reinier (Tsitaishvili, 65’); Lucas Boyé (Weissman, 81’) y Uzuni.

Goles: 0-1: Reinier, min. 26; 1-1: Suero, min. 33; 2-1: Suero, min. 35; 2-2: Brau, min. 49; 2-3: Uzuni, min. 93.

Árbitra: Marta Huerta de Aza, del comité canario. Amonestó a los locales Villahermosa, Raúl Sánchez y Cala, así como a los visitantes Miguel Ángel Brau, Loïc Williams y Miguel Rubio. Expulsó por doble amonestación a Ignasi Miquel.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la 11ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio de Castalia, ante 9.431 espectadores.







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