La ley del ex prolonga el maleficio rojiblanco a domicilio (1-0)
El Granada pierde con un solitario gol de Dani Raba en un encuentro durante el que dio la cara, a pesar de jugar con un hombre menos desde el minuto dos
Los cuentos de hadas y relatos fantásticos populares han dado buena cuenta durante generaciones de que los maleficios pueden romperse, pero el Granada sigue sin encontrar la forma de anular el conjuro que le enjaula cuando sale de Los Cármenes. A Leganés, Paco López debió de viajar con todo tipo de amuletos, y lo cierto es que, en esta ocasión, al conjunto rojiblanco no se le perdió la lucha al facturar las maletas. Le faltó pedir consejo a Tom Cruise para cumplir una misión que empieza a parecer imposible. Se encontró pronto con la expulsión de Raúl Fernández y, aun así, compitió frente al conjunto pepinero, muy espeso hasta que entró el exrojiblanco Fede Vico. Combinó con otro viejo conocido, Dani Raba, que ajustició al debutante Adri López cuando los nazaríes merodeaban el área rival. Se revolvieron pese al gol, pero la respuesta no dio para arañar algo positivo.
Aún no había dado tiempo a descifrar la osada alineación de Paco López, sin centrocampistas naturales en el once, cuando el encuentro se le empezó a torcer al cuadro nazarí. Miguel Rubio entró en el campo aletargado y se le cerraron los ojos en un desmarque de José Arnaiz. Raúl Fernández salió de su área para resolver el desliz, pero no calculó y pateó al delantero pepinero. La expulsión era clara y el despiste, grave. El trabajo de toda la semana había saltado por los aires en apenas dos minutos, por lo que hubo que improvisar. Jorge Molina se retiró sin siquiera haber roto a sudar para que Adri López debutara bajo palos. Víctor Díaz quedó enclavado como pivote, ayudado por Puertas, y Melendo se descolgó hacia el carril diestro, Uzuni cayó a la izquierda y Callejón quedó en punta, aunque se desempeñó por todo el rectángulo.
Los diez que quedaron sobre el tapete apretaron los dientes, valientes con el balón y serios en la trinchera. El agujero que produjo la expulsión hacía salivar a los de Idiakez, que se presentaron con el periscopio en alto y la pierna de Rubén Pardo preparada para enviar balones a la espalda de la defensa. Juan Muñoz se coló entre Carlos Neva e Ignasi Miquel para pisar área, pero le dio el puntapié al césped. Después, José Arnaiz, que aguantó tras el golpe, apuntó a las nubes en un tiro muy lejano, y Sergio González cabeceó arriba un córner, pero la construcción del Leganés era densa, nublados los pepineros en todas las fases del juego.
El encuentro era todo un atropello. El terreno de juego estaba mejor preparado para cultivar pepinos que para la práctica de cualquier deporte, lleno de montículos de tierra que hacían saltar el balón como si fuera una liebre, aunque tampoco se podía culpar al césped de la congestión local. El Granada se había adaptado mucho mejor al nuevo contexto que deparó la marcha prematura de Raúl Fernández. Conversó Paco López con Callejón, que tuvo que cambiarse una bota porque se la habían reventado en un pisotón, y el motrileño comenzó a impartir una clase magistral de cómo orquestar desde la delantera a un equipo en inferioridad numérica. El atacante granadino se movió por todo el campo, tanto para construir peligro como para destruirlo, y estuvo en todas.
Se escapó Melendo entre el barro como el cabo Schofield en 1971 para iniciar un contragolpe y la pelota llegó a Puertas, superviviente de una dura colisión con Adri López, pero el almeriense se hizo un lío al llegar al área. El depósito nazarí tenía menos combustible que el local, con lo que Juan Muñoz fue encontrando más espacio para correr. Rubén Pardo elevó el esférico para servirle el gol, pero el delantero no logró engarzar el remate Sí lo hizo más tarde, después de otro lanzamiento aéreo, si bien su remate con la pierna izquierda salió tan cruzado que casi golpea el banderín. Replicaron los rojiblancos, irreverentes ante el contexto del partido, con una pared entre Uzuni y Callejón que el albanés trató de cerrar con un pase de nuevo a Puertas, atento Riesgo para atajar cuando ya se relamía el de Benahadux. Undabarrena tiró alto, atrevido desde lejos, y Víctor Díaz culminó también arriba otro ataque.
Aunque el viento soplaba en su contra, el Granada rezumaba mejores sensaciones y, a los puntos, tal vez hubiera salido ganando si el partido hubiera terminado ahí. Los nazaríes regresaron de los vestuarios con los pulmones henchidos de coraje y optimismo, y dieron un paso al frente que les permitió rondar las dependencias de su adversario, pero los pepineros le tendieron una emboscada. Idiakez acudió a Fede Vico tras el descanso para aclarar la visión pepinera, y el exrojiblanco descosió a los de Paco López.
De una falta que Callejón no logró combar para que llegara al área, el mediapunta cordobés hizo un ataque relámpago. Recogió el balón y, desde su campo, teledirigió una entrega precisa para habilitar la carrera de Dani Raba, que controló con la izquierda y fusiló con un tiro diagonal a Adri López, mal posicionado en toda la transición. Conexión de exrojiblancos para ejecutar esa ley no escrita que tanto daño ha hecho al Granada en los últimos años. El porrazo dejó aturdidos a los nazaríes, que resoplaron en sendos tiros de José Arnaiz y Dani Raba, demasiado cruzado el primero y al lateral de la red el segundo, pero fue algo circunstancial. Se levantaron de la lona con fuerza y acongojaron al Leganés, lo suficientemente insensatos como para pensar que la causa no estaba perdida.
Entraron Petrovic y Meseguer de una tacada para otorgar mayor control a los de Paco López, que empezaban a bailar al compás que marcaba Fede Vico. Avisó Callejón en una falta que obligó a Riesgo a emular a Mazinger Z, justo antes de tirar un globo que acabó en la jaula. Lo celebraba ya el motrileño, pero la acción fue invalidada porque estaba adelantado en el momento en que Uzuni le asistió. La combinación funcionó después a la inversa y el albanés tiró con rosca, sin la curva suficiente para alejar el balón de las manos del guardameta local. Respondió Arnaiz, en un culebreo hacia su pierna buena que culminó con un impacto duro que palmeó Adri López en un vuelo sin motor.
Paco López soltó al siempre revoltoso Bryan Zaragoza, que en su primera intervención ya forzó la amonestación a Cissé, e Idiakez corrió para recoger la ropa con el ingreso de Durmisi y Neyou. El malagueño corrió hasta hacer derrapar a los pepineros, pero solo en una de sus endiabladas carreras pudo encontrar a Callejón, que tampoco logró conectar un remate a puerta. El Leganés puso esmero en que se jugara poco y los seis minutos de descuento se agotaron con los diez rojiblancos en el área. Volvió a faltar el atino. La serie de catastróficas desdichas del Granada lejos de Los Cármenes continúa y el triunfo a domicilio, o incluso el gol más allá de los términos provinciales, empieza a parecer una quimera. La imagen fue otra, condicionado el duelo por la pronta expulsión y cercano el empate, pero la cabeza de la tabla se aleja. La ambición pierde estabilidad a cada viaje.
Ficha técnica:
CD Leganés: Asier Riesgo; Cissé, Nyom, Sergio González, Jorge Sáenz, Josema (Durmisi, 77’); Undabarrena (Fede Vico, 46’), Rubén Pardo; Dani Raba (Qasmi, 67’), Juan Muñoz (Neyou, 77’) y José Arnaiz (Naim, 87’).
Granada CF: Raúl Fernández; Ricard, Miguel Rubio, Ignasi Miquel, Carlos Neva; Víctor Díaz (Víctor Meseguer, 61’), Melendo (Petrovic, 61’), Antonio Puertas (Bryan Zaragoza, 77’); Uzuni, Callejón y Jorge Molina (Adri López, 6’).
Goles: Dani Raba, min. 53.
Árbitro: Adrián Cordero Vega, del comité cántabro. Amonestó a los locales Undabarrena, Josema y Durmisi, así como a los visitantes Callejón y Miguel Rubio. Expulsó al visitante Raúl Fernández.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la 17ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio de Butarque, ante 7.024 espectadores.