El Granada vuelve a las andadas (1-0)

El conjunto rojiblanco pierde en su visita al Lugo en un encuentro ceniciento, que agitó Perea tras un primer tiempo nefasto y que resolvió Loureiro con un golazo

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Miguel Rubio es expulsado durante el partido | Foto: LaLiga
Chema Ruiz España
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Lo del Granada lejos de su estadio empieza a ser digno de estudio. El conjunto rojiblanco necesita una terapia de choque contra el miedo escénico, una purga astral que le quite el mal de ojo o convocar a todo el elenco de superhéroes de los tebeos cada vez que tenga que hacer las maletas. En Lugo, este sábado, ha vuelto a las andadas y ha sumado otra derrota a domicilio. Lo desarmó un latigazo de Loureiro en el peor arranque desde que Paco López tomó las riendas del equipo. El técnico no es supersticioso, ni cree que se deba tener en cuenta lo sucedido antes de su aterrizaje, pero en esta ocasión sus pupilos, con uno menos por la expulsión de Miguel Rubio antes del descanso, mostraron síntomas de contagio del pasado. Perea aclaró las ideas y perfundió otro aire en el segundo acto, sólido Óscar Whalley para repeler sus disparos y clausurar una nefasta primera mitad del curso nazarí a domicilio.

Todo le salió mal al Granada. La pícara y carismática sonrisa de Uzuni al bajar del avión, probablemente la misma mueca que debió de esbozar Paco López cuando supo recuperados a Sergio Ruiz y Bodiger, no tardó ni un cuarto de hora en desaparecer cuando inició el choque. El técnico, que aparenta ser poco inclinado a variar su esquema mientras la fórmula le funcione, mantuvo a los dos reintegrados mediocentros en el banco y tan solo introdujo a Víctor Díaz en su once, obligado por la ausencia de Ignasi Miquel, que vio el partido en casa por precaución. Sí se permitió permutar la posición de Melendo y Callejón, tal vez animado por aquella propiedad conmutativa que en algunas operación matemática propicia que el orden de los factores no altera el producto. 

Comenzó tan mandón como inocuo el Granada, manso el Lugo en su intento de descifrar el esquema nazarí desde campo propio. Ordenados como jugadores de futbolín, cada uno emparejado con uno de los enlutados granadinistas, los pupilos de Fran Justo entregaron la posesión al cuadro visitante y cerraron espacios. Callejón y Melendo analizaban el panorama desde sus perfiles naturales, en la orilla diestra el motrileño y por el costado zurdo, aunque siempre atraído por zonas interiores, el catalán. Levantaban el mentón para escrutar el horizonte, neblinoso en esta tarde. El granadino chutó desde lejos para apartar el visillo y mandó el balón a la grada. Merodeaban los rojiblancos en torno a las dependencias de su rival, pero faltos de lucidez. El Lugo congestionaba el juego visitante, lo que inyectó morfina al duelo desde el arranque.

Le aplicó una descarga vital Loureiro en un lance eventual que resultó decisivo. Zé Ricardo, que exhibe dotes de la más pura samba brasileña, lanzó un centro sin ton ni son que pilló a los de Paco López en un descuido. Quedó botando unos metros frente a la media luna del área, por donde apareció el lateral derecho albivermello antes de que Melendo pudiera corregir su posición. El zaguero armó la catapulta sin meditarlo. Impactó la pelota con potencia y le imprimió un efecto hacia afuera que la desvió a la escuadra. Voló Raúl Fernández, pero no pudo hacer más que acariciarla antes de que llegara a la red.

Los nazaríes debieron de sentirse como Jake Gyllenhaal en 'Código Fuente', obligado a repetir el mismo día hasta que logra evitar el desastre. Se conocían esta historia porque era la misma de casi todos los viajes. Les tocaba madurar otro encuentro en desventaja y Melendo, de nuevo en su banda diestra, quiso tomar el mando del juego. La bombilla, sin embargo, no se le encendía a ninguno de los intérpretes en la medular; eran los albivermellos quienes se amoldaban mejor al nuevo escenario. Callejón, momentos antes del trueque que le devolvió al pasillo izquierdo, prendió una cerilla para alumbrar un envío que Uzuni remató en un escorzo poco ortodoxo. Whalley escupió el rechace directamente a la frente de Jorge Molina, que, en boca de gol, no consiguió dirigir el testarazo.

El Granada empezó a desprotegerse y Señé intentó escaparse, raudo al espacio, atento Raúl Fernández. Ricard, más tarde, centró abajo al acercarse al banderín y Xavi Torres punteó la pelota lo suficiente para invitarla a dar un penoso y pausado paseo hasta la cepa del poste, desesperados los visitantes. Funcionaba el hechizo con el que las meigas protegían la portería de Whalley, que seguidamente provocó el desliz del lateral nazarí.

Se lió el catalán al cruzar la divisoria y regaló tanto el balón como el carril a Sebas Moyano. El extremo cordobés adelantó el balón con tres dedos para que Chris Ramos sacara yardas a Miguel Rubio. Parecía que Víctor Díaz, contundente al cruce, podía resolver la situación, pero el central madrileño no permitió comprobarlo. Encorajinado, persiguió al delantero con la guadaña y lo derribó al borde del área. Ais Reig le mostró la cartulina roja directa, aunque el VAR le invitó a atenuar el castigo y cambiar el color del cartón. Las consecuencias, en cualquier caso, no variaban, porque ya había sido amonestado previamente y su partido terminaba.

Poco podía empeorar un primer tiempo nefasto, el peor desde el cambio de técnico, del que los rojiblancos se marcharon resoplando, aliviados porque Alberto y Chris Ramos se estorbaron al rematar una falta bien colgada desde la línea de fondo. Intervino Paco López para tratar de compensar de algún modo la inferioridad. Entraron Cabaco, también recuperado en esta jornada, y Perea en detrimento de Jorge Molina, con anteojeras ante el gol, y Petrovic, que había cerrado el primer acto como central. La incursión del manchego, que lanzó alta una falta forzada por Ricard, aseó en cierta medida el fútbol granadinista, fiel a su idea inicial. El lateral finalizó después una buena combinación visitante, en la que amagó Meseguer antes de habilitarle.

Para entonces, Paco López ya contaba con otra baja más para la primera jornada del año, amonestado el apercibido Víctor Díaz. El Lugo mantuvo la calma, contuvo el atisbo de crecimiento rival con las mandíbulas apretadas y rumió sus avances, sabedor de que tenía una ventaja numérica que podía aprovechar. Zé Ricardo enseñó a Ricard un baile que no conocía y centró demasiado alto para el salto de Chris Ramos, pero el balón volvió al área y El Hacen remató desviado con la coronilla. Melendo elevó después uno de sus pases con derechos de autor que Callejón no pudo controlar por poco. Perea, todo clase y poso, se erigió en director de orquesta, pero el Granada perdía cobertura en los metros finales. Fran Justo movió fichas para abrochar un final tranquilo y su homólogo en el banco granadinista renovó toda la banda derecha con las introducciones de Quini y Bryan Zaragoza, agitador profesional este último.

El malagueño conectó bien con Perea, que continuó empeñado en ganarse el puesto. El manchego se escabulló en el balcón del área e impactó duro, pero al centro, atento Whalley para repeler. Forzó otra estirada del guardameta, abajo en esta ocasión, tras burlar a Clavería en su internada desde el costado. No hubo manera. Contuvieron bien los de Fran Justo, que en un fogonazo desangraron al Granada. El conjunto rojiblanco se despide de la Liga hasta el próximo año con 32 puntos y sin ganar en lo que va de curso desde agosto. Parece una misión imposible. 

Ficha técnica:

CD Lugo: Óscar Whalley; Loureiro, Alberto, Xavi Torres, Zé Ricardo; Clavería, Señé, El Hacen (Lebedenko, 78’); Sebas Moyano (Marc Carbó, 78’), Cuéllar (Baena, 73’) y Chris Ramos (Manu Barreiro, 89’).

Granada CF: Raúl Fernández; Ricard (Quini, 78’), Víctor Díaz, Miguel Rubio, Carlos Neva; Melendo (Bryan Zaragoza, 78’), Meseguer (Soro, 89’), Petrovic (Perea, 46’), Callejón; Uzuni y Jorge Molina (Cabaco, 46’).

Goles: 1-0: Loureiro, min. 12.

Árbitro: Saúl Ais Reig, del comité valenciano. Amonestó a los locales Cuéllar, Zé Ricardo, Señé y El Hacen, así como a los visitantes  Melendo, Petrovic y Víctor Díaz. Expulsó a los visitantes Miguel Rubio, por doble amonestación, y Nico Bosch, entrenador de porteros.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la 21ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio Anxo Carro, ante 2.522 espectadores.