Los Cármenes vuelve a ver la vida de color rosa (4-0)

El Granada se da un festín a costa de un Tenerife inofensivo gracias a los dobletes de Myrto Uzuni y Lucas Boyé

Granada CF CD Tenerife
Uzuni celebra uno de sus dos goles ante el Tenerife | Foto: Antonio L. Juárez
Chema Ruiz España
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Los Cármenes vuelve a ver la vida de color rosa. No hay rastro de la depresión en que se sumía el Granada cuando Fran Escribá tomó los mandos, ni tan siquiera en la maltratada hinchada nazarí. El conjunto rojiblanco no deja de crecer y ya, incluso, golea. Este sábado se ha dado un festín a costa de un Tenerife inofensivo, que rezuma olor a Primera RFEF como no cambie mucho la cosa, para también desprenderse de los problemas de pegada gracias a la pareja de delanteros con mayor valor de mercado de la categoría. Uzuni volvió de Albania con el colmillo afilado y guantes de boxeo en sus puños. Pegó dos veces en el primer acto y noqueó a los de Pepe Mel, que ni vieron por dónde les llegaban los golpes. Lo demás fue pura diversión granadinista hasta que Lucas Boyé, ya en las postrimerías, acabó con su sequía con otro doblete. Goles a pares, sonrisa compartida. En el césped, un abuso; en la grada, ilusión renovada: "¡Que sí, joder! ¡Que vamos a ascender!".

No fue en esta ocasión como en semanas anteriores, un duelo de dominio alterno y espesor tras la divisoria. El Granada salió al escenario con ansia de protagonismo y Uzuni, quién si no, se robó el show. El conjunto rojiblanco acaparó el micro para recitar un monólogo, agitado con actores habitualmente secundarios que interpretaron de manera impecable los papeles principales, en especial Pablo el travieso. El manual de Escribá rehúye de experimentos, regido por el pragmatismo y la meritocracia. El chaval se ganó por ello la oportunidad en ausencia de Tsitaishvili, aquejado de unas molestias musculares en el último entrenamiento de la semana, y la aprovechó sin titubear. El Tenerife, todo bisoñez, tan solo firmó el acta de asistencia, inoperante y superado en todas las líneas. En cuanto el goleador albanés calibró el rifle, desapareció del terreno de juego. Boyé, que asistió en el 2-0, lo aprovechó al final para también reivindicarse.

Los de franjas horizontales saltaron al verde de la mano de pacientes y supervivientes de cáncer, pero en la otra empuñaban el cuchillo y Uzuni lo blandió en apenas cinco minutos. Se infiltró Brau por el carril izquierdo, una banda con denominación de origen Recreativo, y conectó con el albanés en la frontal, manso su golpeo a las manos de Salvi. Al ariete le faltó después calzar un par de números más de bota para empujar un malicioso servicio de Trigueros. El mediocentro, de vuelta al once, aplicó un par de gotas de colirio a sus compañeros para despejar la visión granadinista y el equipo se movía con soltura, hecho un flan su adversario. Así, las ocasiones fueron atracando en territorio canario, algunas sin más vida al llegar a la orilla, otras desviadas.

Solo un elemento, el joven Dani Fernández entre líneas, alteraba el orden rojiblanco, aunque fue Luismi Cruz, tras revolverse en un truco mágico, quien logró habilitar a Enric Gallego, elástico Mariño para palmear. Después, en una falta tras el despiste de Corbeanu, Gayá no logró dirigir el frentazo. Un par de sustos aislados. El Granada era un dictador sobre el terreno de juego, aunque requirió de la imaginación de Pablo Sáenz para comenzar la sangría. Los de Escribá trenzaron la acción hasta que Villar, imperial en la franja ancha, logró llevar la pelota hasta el exrecreativista, que supo que era su momento. Encaró con desparpajo a David Rodríguez y, en lo que el zaguero le trataba de sostener la mirada, raseó entre sus piernas un servicio exquisito al primer poste. Uzuni, como si hubiera visto venir la acción, atacó el balón con el hambre de quien lleva semanas sin probar bocado. Y vaya si hincó el diente.

La herida fue de muerte. Pepe Mel no pudo más que contemplar cómo su Tenerife desfallecía a cada minuto, incontenible la hemorragia. Sobre todo, porque para el delantero albanés del Granada nunca es suficiente. Se hizo con una mala descarga de Gayá y entregó para Corbeanu, quien, generoso, quiso asistir a Boyé en una posición complicada. Se animó más adelante Ricard en un desmarque indetectable por dentro, avistado por Trigueros, pero su golpeo lastimó las manos de Salvi. Uzuni quiso vestirse de Maradona y hacer honores al dorsal que luce este curso, aunque su zigzagueo acabó trastabillado. No tuvo tiempo ni para lamentarlo. Pablo Sáenz, un incordio constante, forzó el error de David Rodríguez y conectaron los dos socios más valiosos de Segunda. Al ‘10’ se le heló la sangre y definió con pulso de cirujano.

El Tenerife no era más que un sparring para un Granada abusón. De falta intentó asegurarse el balón firmado Uzuni, sin problemas para el arquero canario, y luego a la media vuelta, cerca del poste con su pierna mala justo antes de que sonara la campana, música celestial para Mel y sus pupilos. El técnico movió fichas tras el intermedio y pretendió sostener a Pablo Sáenz, en quien debía de ver al mismísimo Diablo de Tasmania, pero los de casa estaban desatados. Nada más comenzar, Corbeanu corrió como si le persiguiera la parca, cruzó el tiro y el rechace fue a parar frente al navarro ex del filial. Se relamía, pero el recién ingresado Mellot rebañó justo a tiempo para dejarle la miel en los labios.

Los Cármenes se divertía, disfrutona su hinchada por primera vez en este ejercicio. Uzuni se escapó entre centrales y asistió a Pablo Sáenz, que se deshizo de su marcador en el control, pero Salvi le negó de nuevo su primer gol con la elástica rojiblanca horizontal. Inmediatamente después fue Enric Gallego, quien en un aparente despiste se vio solo ante Mariño, un gigante para el espigado delantero, adelantado en cualquier caso. El arquero se ganó el cariño de la grada con la acción.

Entretanto, los ojos de Uzuni seguían inyectados en sangre. Empalmó un tiro con violencia, ágil Salvi para alejarlo de su meta, y después le sobró tiempo para pensar en una carrera en la que iba muy sobrado. Escribá dio cancha a Hongla y Józwiak, mientras el Tenerife agotaba sus recursos, aunque el pescado estaba ya vendido. El conjunto rojiblanco levantó el pie del acelerador, pero sin renunciar a engrosar el electrónico. Villar y Pablo recibieron su ovación, poco antes de que Lucas Boyé sentenciara. Llegó hasta la cocina Ricard, que descargó sobre el argentino. El punta armó la pierna y soltó un obús a la escuadra. No se conformó, por si acaso ello supusiera quedarse atrás en la carrera por la titularidad en punta. Voleó para rubricar su doblete y redondear el marcador, aunque pudo ser más abultado. Cuatro goles para enlazar la tercera victoria consecutiva. Impensable hace un mes.


Ficha técnica:

Granada CF: Diego Mariño; Ricard, Miguel Rubio, Loïc Williams, Miguel Ángel Brau; Pablo Sáenz (Reinier, 78’), Manu Trigueros (Martin Hongla, 65’), Gonzalo Villar (Sergio Ruiz, 78’), Theo Corbeanu (Józwiak, 65’); Myrto Uzuni (Siren Diao, 84’) y Lucas Boyé.

CD Tenerife: Salvi Carrasco; David Rodríguez (Mellot, 46’), Josep Gayá, José León, Fernando Medrano (Guerrero, 77’); Yussi Diarra, Aarón Martín (Pezzolesi, 73’); Luismi Cruz, Marlos Moreno, Dani Fernández (Ángel, 46’); y Enric Gallego (Fran Sabina, 60’).

Goles: 1-0: Uzuni, min. 20; 2-0: Uzuni, min. 33; 3-0: Lucas Boyé, min. 81; 4-0: Lucas Boyé, min. 90+5.

Árbitro: Jon Ander González Esteban, del comité vasco. Amonestó a los locales Gonzalo Villar, Theo Corbeanu y Loïc Williams, así como a los visitantes Aarón Martín y David Rodríguez.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la 10ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 16.582 espectadores. Los jugadores del Granada han salido al campo acompañados por pacientes y supervivientes de cáncer de mama, pertenecientes a la Asociación Española Contra el Cáncer, en conmemoración del Día de la Lucha contra el Cáncer de Mama.







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