Al Granada se le debilita el pulso (1-0)
El conjunto rojiblanco pierde en casa del Celta, rival directo que se escapa, y queda muy descolgado en la pugna por la permanencia
Al Granada se le debilita el pulso a cada jornada que pasa. No hay maniobra de reanimación que le saque la más mínima respuesta. Es un equipo plano que ha perdido la chispa con la que maquilló algunos resultados al inicio y no transmite la sensación de tener recursos para ganar a nadie. Este sábado se ha disuelto en casa del Celta, otro rival directo que se escapa pese a terminar con un hombre menos, y queda muy descolgado en la pugna por la permanencia. André Ferreira regaló los puntos en una atropellada acción que roza el chiste, a la postre mortal para un plantel con el alma en los tobillos. "Hoy es una final, y una final no tiene mañana", alentó en el vestuario Alexander Medina, que definió el fracaso como "no insistir, no levantarse y tirar la toalla", más allá del marcador. Si el conjunto rojiblanco tiene aún amaneceres en Primera, se divisan nublados.
El curso granadinista está a medio camino entre ser un esperpento escrito por Valle-Inclán y una comedia de enredo en la que todo va de mal en peor, orientada hacia un dramático final francés. No hay cara en la moneda que lanza Alexander Medina, tan satisfecho con el empate frente al Athletic que, como si realmente hubiera funcionado, no movió ni una pieza en su once. Mantuvo a su par de centrales zurdos, aun con Miguel Rubio integrado en la dinámica grupal, y trató de marcar un tempo lento hasta rayar en la pachorra. Tan solo Gonzalo Villar, un paso por delante en la fortificada medular que ha implementado el uruguayo, parece aportar algo de luz al cuadro nazarí, que juega a las tinieblas con un tridente sin afilar.
El sistema estuvo a punto de saltar por los aires en apenas unos segundos, en un error de Ignasi Miquel al quitarse de encima la pelota en la primera acción del duelo, pero Renato Tapia lanzó a palos de rugby tras la descarga de Larsen. Suspiró André Ferreira, que conserva por obligación la confianza de su entrenador, sin saber que perdería crédito en una escena grotesca más tarde. El Granada se apoderó del balón sin saber que, en realidad, el Celta no lo quería. El conjunto celeste, mucho más hecho que su rival pese a su situación en la tabla, tenía las ideas muy claras y fustigó con obstinación. Aspas disparó inocente a las manos del guardameta granadinista y, poco después, combó un centro que Unai Núñez, olvidado por los marcadores rojiblancos, no acertó a dirigir hacia la red junto al poste.
Los de franjas horizontales se empeñaban en rasear la pelota sin tener muy claro qué hacer con ella. En sus instantes de mayor lucidez, la llevaban al costado de Bryan, para ver si el malagueño hacía lo suyo, aunque parece que se dejó el polvo de hadas en Las Rozas. Sin más ideas, Gumbau calibró su pierna izquierda y comenzó a trazar diabólicas trayectorias. En una falta, alcanzó la testa de Ignasi Miquel, muy seguro Guaita. A Villar se le complicó después un servicio de Lucas Boyé y, en el contragolpe, Iago Aspas forzó un córner. Comenzó el sketch cómico de André Ferreira. El gallego envió al área, prolongó Larsen y el cancerbero rozó el balón en un escorzo de Mazinger Z de Aliexpress. Aún golpeó desde el suelo otra vez el esférico para entregárselo a Unai Núñez, que en su trayectoria volvió a encontrar a su compañero noruego. El ariete paró el tiro y lo encauzó de tacón. Hilarante para el espectador neutral.
En desventaja una vez más, condición endémica de este Granada, el duelo continuó por el mismo camino. Gumbau envenenaba lanzamientos sin cálculo y el Celta dominaba sin la posesión. Bryan se quiso escapar en carrera, pero Guaita, tan rápido como osado, se le cruzó con limpieza fuera del área. Iago Aspas tensó un envío a Larsen que el noruego desvió casi sin querer, antes de que Bamba, desde la frontal, calentara las palmas de André Ferreira tras un rechace. Ya en el alargue, Carlos Dotor, forzado tras el pase de la muerte, finalizó muy arriba otra penetración celeste por el carril diestro. Ni rastro de los de Medina, sonados al descanso.
Los rojiblancos regresaron furibundos tras el paso por los vestuarios, como si en el intermedio se hubieran percatado de la gravedad de la situación. Empujaron con más corazón, aunque el mismo fútbol atolondrado. Ricard habilitó la carrera de Uzuni al espacio y el albanés aguantó hasta que el propio lateral alcanzara zona de remate. Le entregó el esférico y el zaguero golpeó con violencia, sin atino para colocarlo entre los palos. Prendió la mecha de Bryan, tenaz pese a su apagón. Forzó un saque de esquina primero y, seguidamente, quebró a Unai Núñez para orientarse a su pierna dominante antes de conectar el disparo, ligeramente desviado el visor. Rafa Benítez vio venir la tormenta y sacó a Mingueza para atarle en corto, pero cuando el malagueño arranca es inalcanzable. Lideró otro contragolpe por el carril central y cedió para Lucas Boyé, que se topó con las piernas de Guaita.
Los granadinsitas sentían el impulso de la necesidad y percutían a trompicones. Sigiloso, Uzuni se deslizó a la espalda de Boyé para recibir en carrera y poner el balón en órbita con la izquierda. Respondió el Celta, que auguraba problemas. Cervi combó un envío desde la banda que André Ferreira, en un intento de alejar el peligro, dejó franco para Larsen. El noruego se relamía imaginando la celebración de su segundo gol, pero el forcejeo con Torrente le hizo patear la cara del portero nazarí. Los dos técnicos refrescaron a sus equipos, al campo Melendo en el bando visitante, en lo que la reacción del Granada se iba apagando para quedar en conato, pero Iago Aspas cazó al recién incorporado mediapunta rojiblanco por el talón. Sánchez Martínez lo vio claro y le mostró el cartón rojo sin dudar para plantear un nuevo escenario.
El Cacique puso sobre el tapete toda la artillería, y podría haber sacado cañones, morteros y hasta obuses si tuviera que no habría servido de nada porque este Granada no tiene pólvora para que disparen. Situó a Diédhiou como referencia y colocó como carrileros tanto a Álvaro Carreras como a Callejón. Gumbau volvió a cerrar en exceso una falta escorada, solvente Guaita con los puños. Saltó Puertas a la desesperada, perdido en el alargue. Renato Tapia se hizo grande para proteger en el córner y el descuento se consumió como la ceniza de un cigarro entre faltas y errores de los de franjas horizontales. El conjunto rojiblanco se precipita sin paracaídas y su retorno a Primera División está convirtiéndose en un suplicio. Se aleja el Celta y la salvación parece una quimera.
Ficha técnica:
Celta de Vigo: Guaita; Kevin Vázquez (Mingueza, 62’), Carlos Domínguez, Unai Núñez, Mihailo Ristic; Cervi, Renato Tapia, Carlos Dotor (Fran Beltrán, 90+1’), Jonathan Bamba (Luca de la Torre, 72’); Iago Aspas y Larsen (Douvikas, 72’).
Granada CF: André Ferreira; Ricard (Callejón, 82’), Ignasi Miquel, Torrente, Carlos Neva (Álvaro Carreras, 82’); Gumbau, Sergio Ruiz (Puertas, 89’), Gonzalo Villar (Melendo, 71’); Uzuni, Bryan Zaragoza y Lucas Boyé (Famara Diédhiou, 82’).
Goles: 1-0: Larsen, min. 20.
Árbitro: José María Sánchez Martínez, del comité murciano. Amonestó a los locales Larsen, Kevin Vázquez, Guaita, Dotor, Mihailo Ristic y Carlos Domínguez, así como a los visitantes Gumbau y Diédhiou. Expulsó con cartulina roja directa a Iago Aspas.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la 17ª jornada de Liga en Primera División, disputado en el estadio Abanca Balaídos, ante 18.027 espectadores.