El Granada convierte los últimos minutos en su zona de confort

El conjunto rojiblanco ha obtenido cinco de sus siete victorias en las postrimerías de los partidos, entre ellas las dos con las que ha vuelto a su senda triunfal

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Los jugadores del Granada celebran el gol de Siren Diao en El Molinón | Foto: LaLiga
Chema Ruiz España
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El Granada se ha convertido en un equipo procrastinador. El conjunto rojiblanco ha hecho de los últimos minutos de los partidos su zona de confort, una tendencia peligrosa y que en algunas ocasiones le ha jugado malas pasadas, pero a la que le está sacando una rentabilidad máxima. Ha decantado cinco de sus siete victorias rebasado el minuto 80, con lo que ha sumado en total diez puntos en las postrimerías de los encuentros, ocho desde que Fran Escribá dirige al plantel. En ese momento en el que los nervios se disparan, a los de franjas horizontales se les congela la sangre, y con este modus operandi han regresado a su senda triunfal.

El cuadro nazarí ha vuelto a enlazar dos victorias consecutivas, en El Molinón y frente al Eldense, con sendos tantos en la recta final. El de Siren Diao, en el minuto 82 contra el Sporting, fue algo más madrugador que el de Uzuni en la última cita en Los Cármenes, pero alargó en cualquier caso la propensión a demorar los triunfos que esta temporada ha adquirido el Granada. Comenzó con sus primeros tres puntos, atados en el 82’ con un tanto de Ricard en Ferrol, pero ha sido con Escribá cuando se ha convertido en hábito. Córdoba, con ‘la cobra’ también como verdugo, y Castellón, con el goleador albanés al gatillo, sucumbieron también sobre la bocina, antes de iniciar la racha actual.

Una costumbre, la de retrasar las celebraciones, que el Levante y el Zaragoza pusieron en contra de los rojiblancos, madrugadores en el gol, aunque en La Romareda no faltó a su cita con el tanto postrero. El Tenerife, en cambio, salió goleado con dos dianas de Boyé tras el 80’, si bien ese encuentro ya lo tenía perdido. Lo que no sucede, a diferencia de otras campañas es que sea el Granada quien concede al final. Solo ha recibido dos muescas en los diez últimos minutos, para dejar escapar dos puntos ante el Málaga y salir sonrojado contra el Huesca.

Solidez defensiva

El Granada resolvió la papeleta en Gijón con una demostración más de su inclinación a dejar los deberes para el último momento, pero hasta que la pugna se rompió lo que exhibió fue un reinstaurado orden. La reaparición de Pablo Insua en una defensa impar devolvió a los rojiblancos horizontales la solidez defensiva que, desde la derrota contra el Levante, parecía haber disminuido. El central gallego, pura jerarquía en la que fue su casa, impuso su ley, pegajoso en el marcaje y contundente en cada lance, lo que minimizó las posibilidades de galopar a los de Rubén Alvés. 

También influyó en ello la contención de Sergio Ruiz, que cuajó su mejor partido en lo que va de curso a pesar de su maltrecha rodilla. No solo llegó para ser titular, sino que jugó los 90 minutos y dotó de estabilidad al equipo. Gonzalo Villar entró en el segundo acto, algo más discreto, pero esencial para acrecentar la fluidez del cuadro granadinista, que estuvo afinado en ataque aun sin su máximo goleador. Con Lucas Boyé fajando en cada balón sin dueño -dotó de sentido a dos pelotas sueltas que supusieron los goles-, Weissman y Siren Diao se aprovecharon para reclamar más minutos. Reinier, aun sin premio, estuvo participativo. Un rendimiento, en general, que se volvió a acercar a la armonía colectiva en un choque peliagudo. Todo volvió al cauce por el que circulan los aspirantes al ascenso. 







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