El Granada pierde la dignidad en El Arcángel (5-0)

El Córdoba humilla sin piedad al conjunto rojiblanco con una manita que señala a Escribá y complica las aspiraciones de ascenso

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Chema Ruiz España
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El derbi andaluz en El Arcángel lo confirmó todo. Que el Granada no es en este momento un equipo capaz de aspirar al ascenso y que el Córdoba tiene motivos para creer. Más que el conjunto rojiblanco, de hecho. La dignidad que había permitido a los nazaríes llegar a estas alturas del campeonato cerca de la promoción se ha esfumado este domingo, delante de una nutrida expedición de fieles sufridores que, incluso, optaron por iniciar la vuelta a casa antes de tiempo. El equipo de Fran Escribá ha sido humillado frente a un plantel alegre y despiadado comandado por Álex Sala. Marcó los dos primeros y, nada más arrancar el segundo tiempo, asistió a Carracedo en la sentencia. Lo de después fue una hemorragia incontrolable de los visitantes. Pedro Ortiz aseguró los puntos y Luca Zidane, aliado con el infortunio, cerró la manita a la par que se lesionaba. Un bochorno revelador del que el técnico sale señalado.

La remontada del Granada en lo que queda es ya una cuestión de fe. O, tal vez, de una catarsis que roce el milagro. El conjunto rojiblanco sigue siendo esclavo de males que le persiguen desde el comienzo del curso, pero ahora no tiene un goleador que los camufle ni la consistencia suficiente para enlazar resultados positivos. Lo de Córdoba era un encuentro clave, trascendental, y volvió a fallar, como lo ha hecho en sus cruces directos durante toda la campaña. Habrá quienes duden en el autobús, de vuelta a la ciudad, si realmente apareció el equipo por El Arcángel. El Levante, que ha ganado al Eldense, abre una brecha de puntos entre el cuadro nazarí y el playoff.

Era la hora de comer y los blanquiverdes asomaron famélicos por el túnel de vestuarios, como si no hubieran probado bocado en meses. Se extendieron por todo lo largo y ancho del campo con un rugido en la tripa y el ímpetu de un juvenil ansioso, hasta emplatar a un Granada que se refugiaba aterrorizado en su cueva. Los de Iván Ania empezaron a volar como cazas a su alrededor, vigorosos en sus movimientos y agresivos en el robo. Carlos Marín se adelantó casi hasta la divisoria para acorralar a su presa y Álex Sala, un fino director de operaciones, desenvainó el cuchillo y el tenedor. Puso en marcha la estrategia desde la esquina, aunque la acción se embarulló ante la pasividad nazarí. El mediocentro acudió voraz al área, donde dormitaba la pelota, y con tres dedos enroscó el mordisco. De la herida en la piel granadinista salió la sangre a borbotones.

Los rojiblancos quisieron rebelarse, pero no sabían ni por dónde les daba el viento. El Córdoba dominaba y les envolvía, incapaces de sacudirse la presión de encima. Lucas Boyé logró habilitar la carrera de Abde, que recorrió toda la trinchera enemiga, pero se precipitó al golpear en su cita con Carlos Marín. El argentino curvó después una falta maquiavélica, palmeada de nuevo por el arquero en un planeo bajo. Sergio Ruiz intentó adosar la etiqueta olímpica a un córner, atento una vez más el guardameta. Todo era una sombra que ni siquiera amenazaba con derrocar a los califas. A poco que emprendían el ataque, los de franjas horizontales temblaban. Se acularon en otro avance y Adilson descargó para Álex Sala, que con la mirilla ya colocaba el punto rojo en la esquina de la meta. Apretó el gatillo y el proyectil siguió una trayectoria endiablada, de arriba hacia abajo en muy pocos metros, con bote justo antes de cruzar la línea de gol. “No veo”, se le leyó en los labios a Luca Zidane.

El Granada era una expresión de impotencia, disfuncionalidad frente a la armonía de un bloque, el blanquiverde, brioso. Seguía llegando el anfitrión mientras los invitados apenas podían revolverse. Martin Hongla sintió un latido de orgullo y estrelló un zurriagazo en el travesaño, desviada la volea de Boyé tras el rechace. Adilson Mendes sintió un chasquido en la rodilla, al tiempo que el físico de Loïc Williams volvía a colapsar. Más preocupaciones para Escribá, a quien, cariacontecido, se le perdía la mirada en el horizonte.

Los rojiblancos volvieron con Reinier en una banda, reubicado Tsitaishvili para poner el parche atrás, mientras que Iván Ania acudió a Carracedo para reemplazar al maltrecho extremo. El catalán apenas necesitó tres minutos sobre el césped para plasmar una obra de arte. Álex Sala tocó otra vez desde el rincón y el atacante cordobesista dibujó una hipnótica parábola que se fue alejando del alcance de Luca Zidane hasta acunarse en las mallas. ‘La descomposición nazarí’, óleo sobre lienzo.

El Córdoba templó las pulsaciones para permitirse disfrutar de la vejación. No cesó en sus llegadas, por más que los rojiblancos pretendieron alguna reacción honrosa que jamás llegó. Tsitaishvili estiró una carrera hasta la línea de fondo y encontró a Borja Bastón, libre en el punto de penalti. El punta impactó con violencia, pero Carlos Marín interpuso el rostro para negarle el gol. Fue lo único que hizo el delantero en su primera titularidad. No le quedó más pundonor al equipo de Fran Escribá, que no hizo más que sumirse en la desgracia con el paso de los minutos. Rescató a Weissman del barbecho e introdujo a Manu Trigueros, en busca, al menos, de algo de clemencia. No la hubo, a pesar de que los de casa, conservadores, empezaron a refrescar sus filas con vistas a la próxima cita. Pedro Ortiz, que había entrado minutos atrás, aguijoneó en un contragolpe que dejó sin una pizca de alma al Granada.

Cada segundo de los que se consumían en el electrónico era una tortura para el conjunto rojiblanco, que seguía encajando golpes sin capacidad alguna para defenderse. El colmo fue la manita, cruel con Luca Zidane, que se cayó dentro de su propia portería al torcerse el tobillo cuando atrapó un saque desde el rincón. Una pesadilla.


Ficha técnica:

Córdoba CF: Carlos Marín; Carlos Isaac, Sintes, Rubén Alves, Albarrán; Isma Ruiz (Magunazelaia, 80’), Álex Sala (Pedro Ortiz, 61’), Theo Zidane (Del Moral, 61’); Jacobo (Ander Yoldi, 75’), Adilson Mendes (Carracedo, 46’) y Antonio Casas. 

Granada CF: Luca Zidane (Diego Mariño, 87’); Rubén Sánchez, Pablo Insua, Manu Lama, Loïc Williams (Reinier, 46’); Giorgi Tsitaishvili, Sergio Ruiz (Manu Trigueros, 66’), Martin Hongla, Abde Rebbach (Rodelas, 80’); Lucas Boyé y Borja Bastón (Weissman, 66’).

Goles: 1-0: Álex Sala, min, 7; 2-0: Álex Sala, min. 25; 3-0: Carracedo, min. 49; 4-0: Pedro Ortiz, min. 78; 5-0: Luca Zidane, en propia puerta, min. 84.

Árbitro: Jon Ander González Esteban, del comité vasco. Amonestó a los locales Carracedo, Jacobo, Antonio Casas y Carlos Isaac, así como a los visitantes Loïc Williams y Lucas Boyé.

Incidencias: encuentro correspondiente a la 29ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio Bahrain Victorious Nuevo Arcángel, ante 16.879 espectadores. Cerca de un millar de ellos eran granadinistas. En la previa del encuentro, el Córdoba ha homenajeado al jugador Calderón por sus 100 partidos con el club blanquiverde.







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