Siren salva la fiesta por sorpresa (1-0)

El joven delantero rubrica sobre la bocina el primer triunfo del Granada en Los Cármenes, ante un Córdoba que jugaba con un hombre menos desde el primer acto

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Siren Diao celebra el gol de la victoria ante el Córdoba | Foto: Antonio L. Juárez
Chema Ruiz España
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Siren Diao apareció en la fiesta por sorpresa y sin hacer ruido, tímido, como invitado en casa ajena. Era la última bala en la recámara del Granada para evitar que se le escapara un partido en el que jugaba con superioridad desde el final del primer acto. Por delante, diez minutos, más de la mitad de lo que hasta ese momento había disputado el chaval, para más de uno todavía desconocido. El descuento se consumía y en la esquina califa saboreaban el punto, indigesto en el resto del campo. Pero Trigueros pisó línea de fondo y el chico, desapercibido entre los centrales del Córdoba, olfateó la ocasión. Casi cortado ante el escenario, pero con la fe de que era su momento, metió la punta de la bota izquierda para firmar la reconciliación. Justo a tiempo para que Los Cármenes volviera a tronar.

El Granada de Escribá tiene otro rollo, más animado que el que desprendía el mustio equipo al que despidió una afición de uñas la última vez que pisó Los Cármenes, pero menos peligro que una avanzadilla de soldados imperiales en Star Wars. Este plantel ha ganado empaque, consistencia y, poco a poco, hasta entrega ratos de buen fútbol, progreso en vano si no adquiere inquina y ajusta la mirilla. Frente al Córdoba, en el regreso al estadio de sus hinchas más ruidosos, la falta de gol le iba a pasar factura a pesar de jugar con un hombre más en el campo desde que Theo Zidane se puso el kimono blanco y el cinturón negro. Mal partido para disfrutar de sus hijos ha escogido el que en su momento fuera uno de los mejores del mundo, suplente el que tiene jugando en el cuadro nazarí. Pero bastaron diez minutos de Siren para que los puntos se quedaran en casa por primera vez en lo que va de curso.

Lo cierto es que hasta la expulsión la cosa no fue mucho más entretenida que una película de sábado por la tarde. Al Granada le costó algunos minutos entrar en juego porque el de Iván Ania es un conjunto famélico que, al impulso de una corazonada, acorrala a su rival hasta hacerle sentir la soga en el cuello. Desfiló la compañía del Gran Poder erizando el vello en la grada y, tras ella, salió el Córdoba en estampida. Álex Sala comenzó a distribuir un juego impetuoso que, sin embargo, no era capaz de perturbar el recién instaurado orden nazarí. Estuvo cerca de lograrlo en una acción que el cuadro califa enhebró de un lado a otro hasta pasar la pelota entre las piernas de Theo Zidane, creativo, pero anduvo avispado Brau para rebañar cuando Antonio Casas ya se relamía.

Tomaron el gobierno los de franjas horizontales en ataques más anárquicos, aun sin filo ni demasiada inventiva para propiciar ocasiones. Encaró Ricard para descargar sobre Corbeanu, sobreexcitado ante la oportunidad de cuestionar a Tsitaishvili, y el canadiense combó un envío que despertó el instinto de Lucas Boyé en el área, también de vuelta. El ariete giró el cuello para asestar la dentellada, pero voló Carlos Marín como si fuera natal de Krypton para atajar y engrosar su recopilatorio de highlights ante la incredulidad de la grada. Más de uno se tuvo que frotar los ojos tras presenciar la que será una de las paradas del curso. Después lo haría para evitar que se le cerraran.

El duelo se amodorró en un retraído ida y vuelta en el que nadie se sobrepasaba. Cada ola moría en la orilla sin siquiera salpicar las botas de los cancerberos. Calderón oteó el horizonte tras sortear con un caño a Corbeanu y Jacobo, como antes su compañero, dejó que el esférico le pasara por debajo para que Theo Zidane golpeara con violencia. El proyectil silbó muy por encima de Mariño, intactos sus guantes. Después Villar se deshizo en la frontal de Carracedo en busca de la frontal y golpeó con la zurda, desviado. El bostezo se contagiaba de un asiento a otro, apenas sin un ‘uy’ que llevarse a la boca, hasta que el hijo cordobesista de Zinedine pretendió emular uno de los controles del astro francés. El balón llovió sobre el área y el mediocentro estiró la pierna para pincharlo, pero el gesto tornó en una patada de kárate con la que estrelló los tacos en el rostro de Brau, raudo el colegiado en sacar a pasear el cartón rojo.

La estocada arrugó al Córdoba, si bien el choque mantuvo bajo el pulso hasta el intermedio, errático Corbeanu en un contragolpe en el alargue. Al Granada le entró prisa tras pasar por los vestuarios, electrizado en la reanudación pero sin pólvora. Centró con demasiada fuerza Józwiak y Ricard empalmó en el otro costado, directamente al público. De inmediato, Corbeanu encaró de nuevo, al lateral su disparo. Boyé, poco después, se pidió una falta que ni siquiera cogió puerta.

Ania se vio cubierto por nubarrones y empezó a guardar la ropa; Escribá, en cambio, siguió girando el tambor del revólver, a ver si daba con la bala. Introdujo a Trigueros, que al poco de entrar probó suerte desde la frontal, seguro Marín en el palmeo. Corbeanu cazó el rechace y, después de amagar, sirvió para la testa de Lucas Boyé, que vivió un dejá vu. Conectó el frentazo en el segundo poste, inadvertido para los centrales cordobesistas, a milímetros del poste en esta ocasión. El argentino no lo podía creer. Saltaron Reinier y Pablo Sáenz para agitar por las bandas, pero fue Obolskii, refresco califa, quien se giró y forzó la estirada de Mariño. El escalofrío recorrió la espalda de los hinchas en el fondo, aunque no hubo más peligro cordobesista.

El nerviosismo empezó a cundir. Boyé se revolvió en el área, con más frustración que convicción, y le pegó al muñeco. Escribá acudió al joven Siren, uno de los que pasaba examen en ausencia de los internacionales. Una nueva esperanza, el plan B al que aludió el técnico en la previa. Su sonrisa, ya en el tiempo extra, fue el éxtasis de Los Cármenes. La fuerza es intensa en él.


Ficha técnica:

Granada CF: Mariño; Ricard, Miguel Rubio, Loïc Williams, Miguel Ángel Brau; Theo Corbeanu (Pablo Sáenz, 70’), Gonzalo Villar, Sergio Ruiz (Manu Trigueros, 62’), Józwiak (Reinier, 70’); Lucas Boyé y Weissman (Siren Diao, 80’).

Córdoba CF: Carlos Marín; Albarrán, Lapeña, Marvel, Calderón; Isma Ruiz (Sintes, 80’), Álex Sala, Theo Zidane; Jacobo (Zalazar, 80’), Carracedo (Ander Yoldi, 58’) y Antonio Casas.

Goles: 1-0: Siren Diao, min. 91.

Árbitro: Rafael Sánchez López, del comité murciano. Amonestó a los visitantes Isma Ruiz. Expulsó con cartulina roja directa al visitante Theo Zidane.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la jornada 9 de Liga en Segunda División, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 18.036 espectadores.







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