Ipurúa, territorio maldito (4-0)

El Granada vuelve a caer en el feudo armero, en esta ocasión goleado ante un Eibar que impuso su autoridad en la refriega

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Petrovic, brazos en jarra, observa cómo los jugadores del Eibar celebran uno de los goles del partido | Foto: LaLiga
Chema Ruiz España
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Existe en torno a Ipurúa un misterioso halo que aterroriza al Granada, lo lleva a un estado de letargo y lo manda de vuelta a casa casi siempre sin puntos. Una maldición que se prolonga, temporada tras temporada, sin importar la categoría o la plantilla de la que disponga el club rojiblanco. Le resulta imposible y empieza a amenizar sus viajes al feudo armero al ritmo de Extremoduro: "Ir a Ipurúa, perder, el rollo de siempre". De la visita de este lunes, el cuadro nazarí regresa vapuleado, ante un Eibar que llevó el encuentro a su terreno y no tuvo piedad. Se marchó al descanso con una ventaja mínima, gracias a un golazo de Matheus, y cerró una goleada dolorosa. Tejero, Stoichkov y Bautista dejaron noqueado al equipo dirigido por Karanka, que encaja una segunda derrota consecutiva en sendos duelos fuera de casa. No funcionó nada y la estrategia enseñó las costuras granadinistas. Si lo del pasado domingo fue una cura de humildad, lo de esta noche fue un baño de realidad.

No hubo finalmente un cambio de esquema en el conjunto rojiblanco. Karanka se resiste a alterar el dibujo por el que ha mostrado predilección durante toda su carrera, a pesar de no contar con sus ases para actuar en la media punta, la posición clave del sistema. Tenía disponible para asumir ese rol a Callejón, que empieza a ser un multiusos en el frente de ataque nazarí, así que lo volvió a ubicar en la zona de tres cuartos, desaparecida este lunes. La baja de Ignasi Miquel, que no llegó a tiempo, fue solventada con la primera titularidad de Erick Cabaco, y lo demás fue pura decisión técnica. Jonathan Silva relevó a Quini en el lateral izquierdo hasta que sintió unas molestias, ya en el segundo tiempo; Petrovic recuperó su sitio en la medular, en detrimento del trabajador Sergio Ruiz, y Jorge Molina, que apenas había jugado media hora en lo que va de curso, apareció para buscar los goles. El preparador argumentó antes del duelo que era el momento del alcoyano, tal vez esperando que cazara algún envío al área, pero apenas pudo conectar un par de disparos desviados.

No es Ipurúa un estadio que respete la especulación, así que los dos equipos salieron a luchar a pecho descubierto y con la espada en el puño, como gladiadores en el circo romano. Un minuto y dos ataques, uno hacia cada jaula, como presentación de la lid. A cada segunda jugada, segaban las guadañas a ras de hierba. Aketxe, un futbolista fino que tiene una varita por pierna izquierda, de una sutileza que contrastaba con la tónica del envite, se coló en la refriega como Ada Thorne intentando impedir una masacre entre los Peaky Blinders y una banda rival. Se escapó y habilitó primero a Tejero, que se tropezó al disparar. Después, fue el propio mediapunta bilbaíno quien golpeó plano, en busca de un bote cerca del marco que complicó la vida a André Ferreira. Anduvo rápido Corpas para recoger el rechace y meterlo de nuevo en la pomada, donde se siente cómodo Stoichkov, que, pícaro, golpeó mordido.

La reyerta continuó después, con el susto en el cuerpo rojiblanco, que sirvió de aviso. Blanco Leschuk dejó su codo marcado en la mandíbula de Cabaco, por lo que fue amonestado, y los de Karanka decidieron avanzar líneas, impolutos los guantes de Yoel. Por un lado, Ricard empezó a pisar el campo contrario; por el costado opuesto, Callejón se descolgaba para intentar asear la circulación. Jorge Molina habilitó en una jugada enmarañada a Jonathan Silva, que disparó muy alto, pero el cuadro granadino no rezumaba comodidad. El duelo se encorsetaba. El conjunto de Garitano aprovechó el espacio a la espalda de Ricard para forzar por su banda un saque de esquina y Aketxe apareció de nuevo para ejecutar la cuidada estrategia ideada por el técnico. Tocó en corto, recibió de vuelta y descargó la asistencia sobre la llegada de Matheus Pereira, que no hizo prisioneros y mandó la pelota a la escuadra.

El Granada se vio en Andorra, lejos de su zona de confort, con un marcador en contra y sin la claridad necesaria para inquietar la meta rival. Se aceleró y encadenó imprecisiones, para tranquilidad de un Eibar con más calle. Petrovic y Bodiger trataban de endurecerse para aclimatarse, pero imperaba la fuerza armera en la franja ancha. Se peleaba Jorge Molina con Arbilla y Uzuni corría por todo el frente de ataque. El albanés, caído al carril diestro, introdujo entre las piernas de Imanol un pase raso al punta alcoyano, que, a la media vuelta, no logró dirigir el intento. Las interrupciones no cesaban y eran pocos los jugadores que no tenían ya moratones. Los de Karanka pidieron la segunda amarilla para Blanco Leschuk, que coqueteó con ella en un roce con Miguel Rubio, pero lo que García Verdura decretó fue el final del primer asalto.

Garitano, precavido, dejó al argentino en la caseta cuando sonó la campana. Al ring saltó Bautista y continuó el baile. Perdido el Granada, el conjunto armero empezó nuevamente a acercarse a las inmediaciones de André Ferreira. Cuerpeó Corpas para dejar atrás a Petrovic, desbordado con el paso de los minutos, y habilitar a Stoichkov, atento el guardameta luso. Se revolvió después Puertas entre Aketxe y Pereira, pero su disparo fue al cuerpo de un defensa local. El almeriense, poco después, recortó ante Imanol y centró al flequillo de Jorge Molina, que no pudo conectar un testarazo certero. Ricard, por el pasillo contrario, intentaba imprimir velocidad, pero la magia que protege a Ipurúa de las intenciones nazaríes nublaba el horizonte.

Entonces, los rojiblancos tuvieron un dejà vu. En el enésimo córner del cuadro armero, Aketxe tocó en corto sobre Tejera, que volvió a recibir en la esquina del área. Para cuando Jorge Molina pudo encimarle, el balón ya trazaba una estética parábola que esquivó la estirada de André Ferreira. Un golazo que cayó como un rayo a los de Karanka, que salieron del partido. Apenas un minuto después, Stoichkov se vio con espacio desde la esquina opuesta del área y no dudó. Lanzó un dardo que indujo al sueño al Granada cuando entró por la esquina inferior de la meta, también imparable para el guardameta luso. De un plumazo, 3-0, y a nadie pudo haber pillado por sorpresa.

Aitor Karanka tiró de Perea y Bryan Zaragoza, retirados Puertas y Uzuni, pero los brazos ya habían caído, entre la incredulidad y la impotencia. Garitano dio descanso a Aketxe y Stoichkov. Javi Muñoz, que relevó al mediapunta, exigió desde la frontal a Ferreira, muy rápido para detener también el tiro de Corpas al rechace. Seguidamente, Quique González, que dio descanso a Stoichkov, estrelló la pelota en la cruceta. El Granada pedía a gritos el final del partido, incapaz de reaccionar. Combinó el conjunto armero hasta llevar el balón a Bautista, que recortó sobre Cabaco y cerró la goleada.

Un correctivo severo, difícil de digerir y que planta al Granada en el suelo. Sale apaleado de su primer cruce con un rival directo, sin mostrar capacidad de reacción ni de rectificación durante el encuentro. Ni siquiera se impuso en el balón parado. El Eibar reclama respeto en la categoría. La Segunda División no entiende de nombres. Los puntos se pelean sobre el barro y, ahí, el conjunto armero impuso su autoridad. Karanka tendrá mucho sobre lo que reflexionar y más aún que corregir. 

Ficha técnica:

SD Eibar: Yoel; Tejero, Berrocal, Arbilla (Chema, 87’), Imanol; Sergio Álvarez, Matheus Pereira (Peru, 87’); Corpas, Aketxe (Javi Muñoz, 70’), Stoichkov (Quique González, 70’); y Blanco Leschuk (Bautista, 45’).

Granada CF: André Ferreira; Ricard, Miguel Rubio, Cabaco, Jonathan Silva (Quini, 60’); Petrovic, Bodiger; Puertas (Perea, 70’), Callejón, Uzuni (Bryan Zaragoza, 70’); y Jorge Molina.

Goles: 1-0: Matheus Pereira, min. 25; 2-0: Tejero, min. 69; 3-0: Stoichkov, min. 70; 4-0: Bautista, min. 85.

Árbitro: García Verdura. Amonestó a los locales Blanco Leschuk y Aketxe, así como al visitante Uzuni.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la quinta jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio de Ipurua, ante 4.560 espectadores.