Triunfo estoico en Elda (0-3)
El Granada enlaza su segundo triunfo consecutivo en un despliegue de pegada y ofensiva, premiado por los goles de Stoichkov, Tsitaishvili y Brau
Puede que quien vea el marcador con el que terminó el choque imagine un paseo del Granada en el Nuevo Pepico Amat, pero lo que en realidad tuvo lugar sobre el terreno de juego fue un ejercicio de efectividad y resistencia. El conjunto rojiblanco sacó a desfilar su arsenal, recién renovado, y se protegió con oficio para salir indemne de las insistentes embestidas del Eldense, que se dio de bruces en tres ocasiones con la madera. Stoichkov, flamante fichaje estrella del cuadro nazarí, dejó su primera herida de fuego con un obús a la escuadra, fruto de la conexión invernal con Abde tras un inicio horrible de los visitantes. El argelino volvió a aparecer en medio de otra ofensiva local para prender un contragolpe que culminó Tsitaishvili, toda una inyección de tranquilidad. Brau redondeó el resultado, ya en el último minuto, para asegurar los puntos, y van seis seguidos. Triunfo estoico, de esos que se recuerdan al final del curso.
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Los de Escribá asomaron por el túnel de vestuarios y se quedaron más blancos que la indumentaria que estrenaban, petrificados, como si sobre el césped se hubieran topado con la mismísima parca y quisieran salir despavoridos. El equipo de Elda no les esperaba temeroso, sino con el cuchillo entre los dientes, para su sorpresa. No conectaban ni parecían tener lucidez para emprender la cruzada, atenazados por el empuje local. Oltra no especuló y ordenó a sus tropas atosigar a su adversario, aturdido durante un buen rato. Lo rescató del trance la primera muesca de su nuevo goleador, ya cuando el equipo empezaba a encontrar el norte, aunque después hubo de protegerse como pudo. Enfangado hasta las cejas, el cuadro nazarí desplegó su capacidad de herir, que parecía perdida, y abrochó en dos ataques relámpago, uno cuando los puntos ya iban en el bus camino a Granada.
En una falta madrugadora, el balón voló hasta provocar el choque entre Luca y Barzic. El esférico cayó en pleno zafarrancho y Víctor García lo golpeó con violencia, pero enredado en un bosque de piernas. La veda estaba abierta y lo que siguió fue una ráfaga en automático que el Granada resistió como pudo. El valenciano chutó arriba tras un error de Hongla y Javi Llabrés astilló el larguero con una folha seca. Una gota de sudor frío recorrió la espalda de los rojiblancos. Estaban fuera, sin conexión, mientras sus dientes se desgastaban de tanto apretarlos. Tsitaishvili se quiso liberar del yugo, pero se cruzó Boyé en su camino. El Eldense seguía a lo suyo. Víctor García dejó en la cuneta a Brau y en una internada mortal quiso asistir a Collado, que descargó generoso. Llabrés la puso en órbita y Masca, en un córner posterior, giró el tobillo para llevar al límite los reflejos de Zidane.
El anfitrión, sin embargo, fue perdiendo fuerza en el soplido y el paso de los minutos le pareció despojarle del disfraz de lobo feroz -alerta de spoiler: sus colmillos eran grandes de verdad-. El conjunto rojiblanco se animaba por el carril izquierdo, enérgico Brau, que en un arranque impactó duro a la palma de Dani Martín. Abde rompió después líneas con un servicio raso para el desmarque de Stoichkov, que levantó la cuchara, atento el cancerbero de casa. El Granada se desperezaba, por más que intentó Masca espabilar a los suyos con un zurdazo, y empezaba a fluir el tráfico aéreo hacia el área. Sergio Ruiz giró el cuello sin atino en un envío y, más tarde, hizo lo propio Lucas Boyé, que ya andaba con la mosca detrás de la oreja. Pero quien se empezaba a enfadar era su compañero en la vanguardia.
Se adentraba el choque en un tramo de calma y Abde detuvo el tiempo. Retó a su marcador con la mirada y, cuando se le cerraban todas las puertas, pisó la pelota para cederla a Stoichkov. El pistolero no necesitó más que clavar los ojos en la diana y apretar el gatillo. ¡Bang! Un disparo combado inalcanzable, una parábola hipnótica que fue a aterrizar a la escuadra. Golazo.
Todo se fue así al intermedio y el ánimo le duró al Granada un rato tras la vuelta. Sergio Ruiz conectó un golpeo seco desde lejos, a centímetros de la cepa del poste, y Tsitaishvili intentó imitar a Robben, sin atino. Fue entonces cuando la necesidad espoleó de nuevo a los de casa, que recuperaron fuelle y comenzaron a balacear al conjunto rojiblanco. Luca Zidane, imperturbable, escupía proyectiles como protegido por el escudo del Capitán América, a cada instante más juntas las líneas nazaríes. Se antojaba largo lo que restaba, pero una carambola tornó en contragolpe mortal. Sonó la corneta de la caballería y al toque salieron en estampida los de blanco. Abde tiró la pared con Lucas Boyé y corrió como perseguido por el diablo. Envolvió la asistencia para Stoichkov, pero la bola siguió rodando hasta el segundo poste, donde apareció Tsitaishvili con la capucha de verdugo.
El georgiano preparó un escenario propicio para vivir un cierre tranquilo, quizá agitado al galope por los visitantes, pero el guion de esta película deparaba a los rojiblancos la tensión de un thriller. El conjunto de José Luis Oltra se supo sin nada que perder y arrió las velas. Se situó junto a la nave nazarí y ordenó el fuego de artillería, momento para que Zidane se ganara el sueldo. Masca era una avispa enfurecida, aguijoneando por un lado y por otro, a lo que el que fuera técnico rojiblanco sumó la presencia de Juanto Ortuño. Al poco de salir, conectaron ambos para que el ariete cabeceara al poste, sin sosiego Marc Mateu para encauzar el rechace. Los cañones no dejaban de sonar sin dañar el casco del navío granadinista, que aun con ello pudo sentenciar antes a la carrera. Stoichkov llegó a un pase de Tsitaishvili antes que Dani Martín y sirvió el gol a Ricard en bandeja, rapidísimo ahora Marc Mateu para robarle la cartera.
Los minutos se alargaban, alguno incluso juraría que por más de sesenta segundos, pero no había puñetazo que tumbara al Granada. Loïc Williams alejó un centro que fue a parar después a Víctor García, sin un atisbo de duda al armar la pierna. El propio zaguero se interpuso en la trayectoria y la pelota fue de nuevo al palo, el mejor amigo de Luca Zidane en Elda. Entonces Ricard levantó la cabeza e hizo levitar el esférico hasta el otro flanco, por donde Brau entró con los ojos inyectados en sangre para asestar la puñalada definitiva. Exhibición de pegada y despliegue de estoicismo frente al asedio rival. Un plan, tal vez, poco lustroso, pero efectivo. En estas refriegas se ganan ascensos.
Ficha técnica:
CD Eldense: Dani Martín; Fran Gámez, Barzic, Íñigo Piña, Marc Mateu (Ropero, 83’); Sergio Ortuño, Diego Méndez (Camarasa, 73’); Víctor García, Diego Collado (Juanto Ortuño, 63’), Javi Llabrés (Simo, 73’); y Masca (Fede Vico, 83’).
Granada CF: Luca Zidane; Rubén Sánchez, Manu Lama, Loïc Williams, Miguel Ángel Brau; Tsitaishvili, Martin Hongla (Manu Trigueros, 90+1’), Sergio Ruiz (Gonzalo Villar, 70’), Abde Rebbach (Ricard, 70’); Stoichkov (Weissman, 83’) y Lucas Boyé (Miguel Rubio, 90+1’).
Goles: 0-1: Stoichkov, min. 42; 0-2: Giorgi Tsitaishvili, min. 62; 0-3: Miguel Ángel Brau, min. 90.
Árbitro: Salvador Lax Franco, del comité murciano. Amonestó al local Marc Mateu y al visitante Miguel Ángel Brau.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la 25ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio Nuevo Pepico Amat, ante 4.294 espectadores.
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