Un mes sin ganar un partido

El Granada suma solo tres puntos de los últimos doce en juego, reaviva las malas sensaciones del inicio y se aleja del playoff tras la hecatombe en Córdoba

Granada CF Real Zaragoza
Los jugadores del Granada se lamentan tras empatar contra el Zaragoza | Foto: Antonio L. Juárez
Chema Ruiz España
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El Granada no gana un partido desde su visita a Elda, resuelta con contundencia aun sin brillantez el 31 de enero. Enlaza cuatro jornadas consecutivas sin victorias, un mes en el que solo ha sumado tres puntos de los últimos doce en juego. Una secuencia inédita desde que Fran Escribá tomó los mandos, después precisamente de que su predecesor, Guille Abascal, encadenara otros dos pares de partidos sin obtener el triunfo. En su caso, sin embargo, no hubo una derrota que agravara la serie. El conjunto rojiblanco reavivó en Córdoba las sensaciones de ese inicio errático con el sevillano en el banquillo, las de un equipo incapaz y sin recursos que se derrumba con facilidad. Toda una hecatombe que lo deja más lejos aún del playoff, aunque el club mantiene por el momento la confianza en el técnico, según trasladan desde la entidad.

Lo de El Arcángel hizo saltar todas las alarmas que el equipo había contenido puntito a puntito. Se aferraba a la paradoja: eran tres semanas sin ganar, pero también cinco sin perder, un dato engañoso que desembocó en la descomposición frente a un Córdoba voraz. Los de Iván Ania mostraron las costuras del Granada, que en ningún momento exhibió suficiencia para competir, a pesar de que logró generar algunas ocasiones, principalmente en el primer acto. No tuvo juego ni la pegada de su última victoria, a lo que unió una candidez atrás impropia. Recibió pronto en un arranque aletargado y cuando quiso desperezarse recibió el segundo. La moral se le cayó a los talones, como ha sucedido en otras tantas ocasiones, y se dejó ir en una goleada reveladora.

En Córdoba, el técnico mantuvo todo lo que pudo en el once a fin de mantener lo positivo de las últimas fechas, aun condicionado por las ausencias. Entregó a Borja Bastón su primera titularidad y devolvió a la alineación a Martin Hongla. Solo la reaparición de Pablo Insua, en el lugar de Miguel Rubio, fue por decisión técnica. El sistema colapsó desde el principio y hubo de reinventarse de nuevo con la lesión de Loïc Williams, reubicado una vez más Tsitaishvili al lateral izquierdo. Volvió Reinier, ya en el segundo acto, aunque para entonces el cuadro nazarí era ya un cuerpo inerte. Mani Trigueros y Weissman saltaron sin surtir efecto, mientras que Rodelas, otrora revulsivo eficaz, salió ya con el cuarto en el marcador. El infortunio también se cebó con Luca Zidane, que desaparecerá alguna semana por la avería en su tobillo, todavía por medir. Oportunidad de nuevo para Mariño, que, al menos, se fue sin encajar.

Los siete puntos que le separan de la promoción de ascenso argumentan una realidad a la que Escribá no es ajeno. "Si queremos realmente estar arriba, ya es momento de espabilar", reconoció el técnico en rueda de prensa. Su equipo no es fuerte en casa, donde ha cedido tres derrotas y seis empates, ni tampoco fuera, condición en la que ha perdido cinco partidos y ha igualado cuatro. No hilvana victorias ni domina en cruces directos, a lo que añade una fragilidad defensiva que le ha hecho encajar hasta el momento 39 goles, más que once conjuntos de la categoría.

El mercado invernal no pareció resolver las carencias, algunas endémicas, que presentaba el conjunto rojiblanco, sino más bien añadir lastre. La salida de Myrto Uzuni privó al equipo de un goleador que lo sostuviera en jornadas grises, a pesar del paso al frente de Lucas Boyé. Llegaron Stoichkov y Borja Bastón en su lugar, pero el primero solamente ha enchufado una vez -además, tampoco estará frente al Racing de Ferrol- y el segundo ha pasado inadvertido hasta ahora. El club reforzó además la banda con Abde Rebbach, quien sí está ofreciendo un buen rendimiento y raya en la regularidad, pero a cambio salieron Pablo Sáenz y Theo Corbeanu, lo que redujo la cantidad de alternativas en nómina.

La tesitura es compleja y el margen de error, mínimo. Las aspiraciones de ascenso del conjunto rojiblanco pasan por no fallar y que sí lo hagan sus rivales directos, adquirir una regularidad que hasta ahora le ha resultado esquiva. Además, el ánimo reconstruido tras el relevo en el banquillo, aunque no dio para enlazar demasiados triunfos, se ha vuelto a hacer añicos a las puertas del tramo decisivo de la temporada. Las matemáticas todavía le dan opciones, pero en el plano futbolístico, ya es una cuestión de fe.


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