Escribá saca rendimiento al plan C

Aunque el técnico activa a Corbeanu y Lucas Boyé en ausencia de los internacionales, son los relevos tras el intermedio los que dieron la victoria al Granada

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Manu Trigueros, que asistió en el gol rojiblanco, trata de zafarse de la presión de un defensa | Foto: Antonio L. Juárez
Chema Ruiz España
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"Si no nos sale el plan A, la gente que tenemos fuera nos puede cambiar el partido", avanzó Fran Escribá en la previa, como si hubiera sido capaz de ver el futuro. El entrenador del Granada desplegó a algunos integrantes de la segunda unidad rojiblanca en ausencia de sus internacionales, piezas que hasta el momento no habían gozado de protagonismo bajo su tutela, pero fue el plan C lo que puso los puntos a buen recaudo. Saltaron Trigueros, Reinier, Pablo Sáenz y Siren Diao al toque de corneta para desarmar el entramado defensivo del Córdoba. Tres de ellos conectaron en el gol para desatar el éxtasis en Los Cármenes. "También es una alegría que la gente vaya encontrando su momento", se congratuló el técnico valenciano.

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Sin Uzuni -estuvo en la grada-, Martin Hongla -marcó y asistió ante Kenia- y Tsitaishvili, Escribá puso en liza a varios de los intérpretes de su habitual plan secundario. Al verde salieron Boyé, Corbeanu y Sergio Ruiz, además de Miguel Rubio, que regresó tras su lesión ante la baja de Ignasi Miquel. Ante ellos, una oportunidad de reivindicación, un test de nivel en el que rindieron con disparidad, tan ofuscados por momentos como en sí lo fue el partido hasta la erupción final.

El delantero regresó a la titularidad tras haber sumado ya cerca de media hora en Anduva y recuperó sensaciones, aun negado ante el gol hasta en dos ocasiones. "Le he visto bien. Venía de jugar un poco el otro día. Lucas choca con todo el mundo, es un jugador que genera mucha pelea, muchas segundas jugadas", desgranó el técnico en rueda de prensa, para finalmente simplificar en que "te vas con la sensación de que no ha marcado de milagro". Algo similar le ocurrió a Theo Corbeanu en su tercera titularidad como rojiblanco, la primera en lo que va de curso. Afincado en el carril diestro, se mostró hiperactivo, por momentos canalizando todo el peligro de su equipo, pero errático en la definición de las acciones. Combó dos servicios magníficos, precisamente para el ariete argentino, antes de ser reemplazado. "Incluso sin hacer un gran partido, ha sido bastante desequilibrante en la primera parte", destacó el entrenador.

Los sustitutos cambian el partido

Bastante más nublado fue el duelo de Sergio Ruiz, errante durante todo el partido junto a Gonzalo Villar. No se encontró en ningún momento, algo mejor en la destrucción del juego cordobesista, y se convirtió en el primer reemplazo de Escribá. A raíz de ahí, la cosa cambió en favor del Granada. Entró Manu Trigueros en su lugar y el fútbol empezó a jugarse en campo contrario. Libre para aparecer por cualquier lugar en zona de tres cuartos, chutó la primera que tuvo desde la frontal y forzó el palmeo de Marín, poco antes de que la rueda de relevos introdujera también a Pablo Sánez y a Reinier. El brasileño sí pasó algo más desapercibido, en apariencia incómodo en cualquier posición que no sea estrictamente la media punta. Pero el navarro insufló otro aire al ataque granadinista.

Se fue a la banda de Corbeanu para ofrecer algo distinto. Mientras el canadiense insistía una y otra vez en el desborde hacia afuera, Sáenz invirtió los movimientos con malicia. Liberó a Ricard y encontró espacios por dentro, con lo que el caudal ofensivo nazarí fue en aumento. Pero aún faltaba presencia en el área, desesperados los puntas por no cazar una. Ingresó el gélido Siren Diao, que pronto arrancó un aplauso al público en un esfuerzo defensivo. Después solo tuvo que estar en el sitio donde han de habitar los puntas, lo suficientemente espabilado para mandar a la jaula el balón que, antes o después, debía pasar por allí. "En una situación en la que estás dominando claramente y va a haber algún momento para el delantero, lo que le pedíamos es que no viniera en ningún tipo de situaciones a enganchar como mediapunta o jugar de espaldas", subrayó Escribá.

Los tres se alinearon cuando al choque le quedaba poco de vida. Cada uno hizo lo suyo: Pablo Sáenz se orientó hacia el interior y filtró el balón a la espalda de la zaga; Manu Trigueros, afilado, rompió la línea con un desmarque hasta la misma línea de fondo y, una vez allí, raseó el pase al espacio en el que suceden las cosas, y Siren Diao metió con timidez la bota en el momento oportuno. El engranaje perfecto de los sustitutos que quieren cambiar de rol.







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