El Granada y la manta demasiado corta

El conjunto rojiblanco tiene la capacidad de generar peligro y hacer goles incluso en momentos de atasco, pero su extrema fragilidad en faceta defensiva lo sitúa en descenso

Granada CF Girona FC
José Callejón se lamenta tras uno de los goles del Girona | Foto: Antonio L. Juárez
Chema Ruiz España
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Existen tantos criterios para desgranar el fútbol como entrenadores hay en los banquillos, pero todo el juego puede en realidad sintetizarse en una fase de ataque y otra de defensa. El éxito suele llegar cuando no se descuida ninguna. Es habitual por ello aplicar a este deporte la teoría de la manta demasiado corta, que no da para cubrir ambas y deja una al aire. A los equipos de Paco López, atrevidos hasta rozar lo temerario, se les ha adjuntado esta particular descripción desde hace años. También en el Granada le falta tela a sus planteamientos, algo más equilibrados en Segunda, aunque en este curso, en la máxima categoría, parece unirse también un desnivel estructural, intrínseco en la plantilla de la que dispone. El conjunto rojiblanco tiene la capacidad de generar peligro y hacer goles incluso en momentos de atasco, pero su extrema fragilidad en faceta defensiva lo sitúa en puestos de descenso.

El técnico rojiblanco parece tratar en esta campaña de acentuar las premisas que caracterizan a sus equipos, lo que tiene una influencia directa en el paradójico inicio liguero de sus pupilos. Adelanta la línea de presión, lo que conlleva ceder más espacio atrás. Los rivales se benefician de ello ante la inconsistencia que, por otro lado, ha exhibido la defensa granadinista, pero le resulta más sencillo fabricar situaciones de peligro. Los guarismos, como consecuencia, son contradictorios, de un modo similar en que lo fue durante el ejercicio anterior el rendimiento nazarí en función de si actuaba como huésped o de visitante.

El Granada es, con nueve tantos, el quinto equipo más anotador de Primera División, igualado con el Athletic de Bilbao y solamente superado por Real Madrid (10), Atlético (10), Girona (11) y Barcelona (13). También del recuento de disparos se deduce la facilidad rojiblanca para producir en ataque, a pesar de que el cuadro de Paco López no ha lucido avasallador ni especialmente fluido, más allá de ciertos tramos ante Rayo Vallecano y Mallorca. Ha lanzado entre palos en 25 ocasiones, con lo que también es el quinto equipo que más ha tirado a puerta en la categoría.

Son números que contrastan con las 16 muescas en contra, el peor dato de Primera con mucha diferencia, y los dos últimos encuentros disputados son sintomáticos. En San Sebastián, la inoperancia defensiva de los de Paco López propició un tsunami realista que disimularon los goles de Lucas Boyé, Bryan Zaragoza y Le Normand en su propia meta. Este lunes, más de lo mismo, mareados los granadinistas por el fútbol gerundense, goleados en el primer tiempo, pero vivos hasta el 89’ por el acierto de Uzuni y, de nuevo, del delantero argentino, que ha caído de pie en Los Cármenes.

Melendo en medio

Frente al Girona, la manta se quedó pequeña desde el planteamiento. Paco López sorprendió con la ausencia de Sergio Ruiz, con un argumento que no aclaró demasiado. "Las decisiones técnicas llevan motivos. Hay algunos que se pueden contar y otros que no. Esto es un rendimiento del día a día", esgrimió. Arriesgó con la reubicación de Melendo, quien, si bien integra clarividencia en la creación, sufre lejos del área, en especial a la hora de replegar. Sin demasiado fondo de armario, pues en nómina solo hay cuatro mediocentros puros, no deja de resultar llamativo -y tal vez significativo- que el técnico reconociera que, por cualidades, quien mejor se habría adaptado al choque fuera Petrovic, que no jugó ni un minuto. "Nos da unas cosas y nos resta otras", expuso sobre el serbio. Gonzalo Villar, aunque de otro corte, también podría haber equilibrado en la franja ancha, pero había arrastrado molestias.

El desborde en el carril central se agravó con una zaga temblorosa, desajustada y débil que, ante atacantes veloces, queda expuesta. El vertiginoso rondo de los hombres de Míchel mostró todas sus costuras. Existe un agujero en el centro de la línea defensiva y un solar entre Ignasi Miquel y Carlos Neva que los rivales aprovechan para penetrar con inquina. De ello brota una carencia de la contundencia que la máxima categoría exige para evitar sufrimiento, una constante en el Granada desde el inicio de Liga, con independencia de si actuó con cuatro zagueros o una línea impar. La cúpula del club, sin embargo, insiste en confiar en sus defensores. La expectativa de la entidad es que Raúl Torrente y Vallejo sean titulares, con Miguel Rubio como alternativa. "Dos de tus tres centrales importantes están lesionados y el otro, incorporándose", arguyó este martes Alfredo García Amado.

En su recuperación y el propósito de conservar el rendimiento ofensivo, en principio, deposita el club la esperanza de mejorar. Habrá que ver si con ello basta para solventar un mal que parece patológico y extensible a más parcelas de la alineación. La posibilidad de incorporar a algún agente libre parece diluirse, con lo que la búsqueda de soluciones fuera del vestuario, en caso de que se considerara finalmente necesario, se tendría que aplazar hasta enero. De ser así y no dar con la tecla, el equipo pasará mucho frío.