La resistencia armera anula al Granada (0-0)
El conjunto rojiblanco firma un partido plano en Ipurua, en el que echa en falta a Laura Pérez, que agitó el avispero en la última media hora
La resistencia armera ha anulado al Granada Femenino en Ipurua. El conjunto rojiblanco ha firmado un encuentro plano en casa del Eibar, resuelto con un empate a nada que encumbra el entramado defensivo de las de Yerai Martín. Sabían que su adversario saldría a mandar y ni siquiera lo cuestionaron. Entregaron la pelota y tejieron una red en la que se perdieron las nazaríes. No hubo rastro de la armonía con la que habitualmente interpretan las de franjas horizontales, que echaron en falta a Laura Pérez en su primera suplencia del curso. La granadina agitó el avispero en la última media hora, pero no dio para colorear un partido ceniciento.
No es que el planteamiento armero sorprendiera al equipo de Arturo Ruiz, que ya advirtió en la previa del contexto, sino que la ejecución del plan eibarrés fue perfecta y el nublado cielo de Ipurua contagió a las rojiblancas. El Granada instauró un régimen dictatorial sobre la posesión, de la que acaparó hasta el 72%, pero no sobre el encuentro. La maquinaria granadinista estaba gripada, sin electricidad que encendiera la bombilla de Ari Mingueza o Leles, y su creatividad se limitó al bombardeo desde los costados. Edna porfió en cada lance hasta rozar la desesperación, cercada por Carla Andrés en una actuación que le valió el MVP. La guinda al despliegue de solidaridad y solidez mental del cuadro armero, además de una buena metáfora de lo que fue en sí el duelo.
El conjunto rojiblanco propuso desde el comienzo, con Edna descolgándose por todo el frente de ataque en ausencia de su mejor aliada, que lo veía desde el banco. Arturo Ruiz desdibujó el esquema y juntó atrás a Postigo, Alba Pérez e Isa Álvarez a fin de dar rienda suelta por los costados tanto a Alexia como a Ornella. Se expandieron como las alas de un ave y comenzaron a tensar el arco, siempre en busca de una cabeza amiga en el área. Andrea Gómez cazó un córner, pero puso el remate en órbita. El Eibar, pegajoso, juntaba líneas, sin demostrar una grieta en su mentalidad, aunque lo cierto es que achicaba aguas como podía. Se escapó en un ataque relámpago y Patri Ojeda conectó con Altonaga, desviado su disparo por una bota rival.
La situación incomodaba al Granada más que presenciar una discusión en casa ajena, sin minutos en escena de sus generadoras de fútbol, por más tesón que desde los flancos le pusieran. Laura Pérez parece controlar el monopolio del reparto en este equipo. El conjunto armero soportaba los arreones sin fatigarse, intactos los guantes de Miralles. Apenas tuvo que atrapar una volea de Ari Mingueza desde la frontal tras un barullo en todo el primer acto. Su equipo salió de la cueva al filo del descanso, cuando los nervios empezaban a palparse en el cuadro rojiblanco. Patri Ojeda tensó una falta y Amani despegó para cabecear, demasiado cruzado como para inquietar a Sandra, que bostezaba bajo el chaparrón. A alguno de los hinchas en la grada le debieron despertar los tres pitidos que decretaron el entreacto.
Las armeras pretendieron el susto nada más arrancar el segundo tiempo, inconexas tras la divisoria, pero lo que sí lograron fue activar a Andrea Álvarez, a más con el paso de los minutos. El Granada no tardó en recuperar la pelota, aunque siguió sin imperar en el juego. Edna venteaba cada envío aéreo, pero siempre se quedaba con las ganas. Ornella la buscó tras deshacerse de una adversaria en una baldosa, como si fuera un cono en un entrenamiento. Capturó el rebote y lo intentó mandar a guardar, sin atino en el disparo. Andrea Gómez trazó un pase que descolocó a todo el municipio, atenta Miralles para entorpecer a Edna lejos de su área, aunque en la culminación no pudo aprovechar que la guardameta volvía bajo los palos a la carrera.
La cosa se rompía conforme arreciaba el aguacero. Andrea Álvarez peinó y Annelie forzó la estirada de Sandra, inyección de adrenalina para las eibarresas. Se lo creyeron y salieron de su trinchera para merodear las dependencias granadinistas, aun sin filo suficiente para infundir temor. Entró Laura Pérez antes de que el choque se rompiera del todo, pero la malla armera seguía envolviendo al conjunto rojiblanco, que solo lograba perfundir por los carriles.
El velo de agua debió de confundir después a las centrales rojiblancas, que se despistaron en un esférico llovido que Annelie pinchó con la espuela y sombrero de copa. Anduvieron, sin embargo, rápidas para corregir y forzar que el punteo de la atacante se topara con el poste. Suspiraron al unísono las rojiblancas, pero el desconcierto todavía duraba. Andrea Álvarez se llevó a Alexia hasta la línea de fondo para levantarle las pegatinas en una carrera. Asistió a Mariana, que golpeó sencillo, pero Alba Pérez estiró la pierna como si fuera de goma para abortar el peligro. Apareció Laura Pérez para encabezar el último órdago, demasiado abierta la rosca con tres dedos. Colgó con música una falta que atacó Postigo, elástica Miralles para acariciar. Desde la esquina, la granadina facturó el paquete hacia Jujuba, que acudió con el martillo al poco de entrar, pero no dio en el clavo. El alargue se consumió rápido y el armisticio supo distinto. Punto edulcorado para el Eibar; empate agrio para el Granada.
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