Remontada exprés para pulverizar al maestro (2-3)

El Granada voltea en dos minutos el gol inicial del Levante y desmonta al conjunto de Roger Lamesa, extécnico rojiblanco, en una actuación coral, apretada ya en el alargue

edna-celebra-gol-levante-granada-cf-femenino
Edna celebra el gol del empate del Granada en casa del Levante | Foto: Granada CF
Chema Ruiz España
0

Lo de este Granada Femenino es una cosa muy seria y en la Liga F empiezan a verle colmillos bajo la apariencia de cordero. Atosiga, juega mucho y marca, ya sea fuera o en casa, materiales con los que se forjan los sueños en este deporte. Y de soñar saben mucho las rojiblancas. Podría parecer, por la prontitud del tanto con el que el Levante de Roger Lamesa se adelantó en el marcador, que las de franjas horizontales revivieron, pero lo cierto es que nunca estuvieron muertas, ni mucho menos. Encajaron con buena mandíbula el golpe y se sirvieron de una remontada exprés para, como las mejores alumnas, pulverizar al que ha sido su maestro en las tres últimas campañas. Edna, Lauri y Alexia, coordinadas por Ornella y Laura Pérez, pusieron el broche a una actuación coral, solo apretada en el alargue, cuando los puntos ya iban en el bus de vuelta a la ciudad de la Alhambra. Un puñetazo que no ha desmontado la mesa por poco.

Arturo Ruiz ha construido un bloque muy sólido y, sobre todo, lo ha dotado de una mentalidad férrea. La exhibió la pasada jornada, para empatar en la Ciudad Deportiva, y en cancha del Levante para, esta vez sí, lograr voltear el marcador adverso. Y eso que todo comenzó torcido a consecuencia de un minuto de locura. No logró rematar Daniela Arques y en el contragolpe, Ornella buscó a Lauri, rápida Holmgren para abortar el peligro. La pelota llegó rápido a las botas de Paula Fernández, que imprimió un precioso golpeo de tenis de mesa a la espalda de la zaga rojiblanca, descolgada Isa Álvarez. Controló Ana Franco y dribló a Sandra, de vuelta al once, para de inmediato mandarla a guardar pese a la estirada de Postigo en la misma línea. Fue el único tiro entre palos de las granotas en todo el primer acto.

Pero el Granada no le dio importancia. Mantuvo el plan de partido, que de nuevo partía de asfixiar la salida rival hasta que sintiera un nudo de agobio en la garganta, y comenzó a cargar su banda más prolífica, por la que galopa la máxima asistente de las grandes ligas de Europa. Desde la bota derecha de Laura Pérez empezaron a despegar envíos que sobrevolaban una y otra vez las dependencias de Holmgren. El Levante había cortocircuitado, como si el tanto hubiera sido en su contra, y resoplaba en lo que seguía con la mirada los servicios de la granadina, incapaz de sacudirse de encima la presión rojiblanca. Sobre todo, cuando se conectó Ornella, excelsa. Recibió la internacional sub-23 tras la divisoria, se deshizo del pegajoso marcaje de Anna Torrodá y golpeó con violencia, desviado por poco abajo.

Las granotas intentaron escapar en una circulación rapidísima que estuvo cerca de encauzar Estela Carbonell en el segundo poste, pero el Granada se había expandido ya por todo el campo con sigilo para erigirse en dictador en el choque. El interior del pie de Laura Pérez continuaba enrojeciéndose sin que una testa aliada lo convirtiera en regalo de gol, sin atino Edna en un remate. Lauri, en una pared que le devolvió la granadina en la pomada, tampoco logró concretar al primer toque con la zurda. Ornella, por el otro costado, también seguía causando estragos. Voleó arriba en un rechace y se escabulló en un gambeteo por línea de fondo, resistente a la tarascada de María Molina, hasta encontrar su perfil favorito para el disparo, manoteado por Holmgren con la yema de los dedos.

El pitido del intermedio sonó a música celestial para las levantinistas, contra las cuerdas e incapaces de responder, pero lo que no esperaban era el asedio posterior. Porque el Granada no estaba dispuesto a marcharse de vacío y se encargó Ornella, hiperactiva, de comunicárselo a las de casa nada más volver del vestuario. Combó una asistencia musical para que Lauri no tuviera ni que saltar, imprecisa en el giro de cuello. Fue el último aviso, ya al borde de la desesperación rojiblanca. Ari Mingueza estrelló el tiro en una defensa y Alexia capturó el rebote para devolverlo a la olla. Edna lo descargó para Laura Pérez, que imprimió con los cordones todas sus ganas de ver puerta, pero el balón fue del poste al larguero, como si fuera un pinball. Le volvió a caer a la artillera, que, ahora sí, lo encerró en la jaula. Ya lleva siete rugidos de gol.

Una vez abierta la lata, se liberaron las rojiblancas, como si no marcar les estuviera pesando con el paso de los minutos, y en apenas 120 segundos se desquitaron. Ornella, que estaba en todas partes, rompió líneas con un balón mágico para la carrera de Laura Pérez, que corría ya oteando el horizonte. Tensó el arco de las asistencias y lo soltó para tocar una puerta. "Toc, toc, ¿es la Selección?", sonó el pase. Lauri lo recibió con ansia y lo atacó con frialdad. Una picadura mortal para el Levante, que cayó envenenado, ya inerte cuando Ari Mingueza se puso el frac. Adelantó un pase de ilusionista a la espalda de Alharilla, por donde iba echando chispas Alexia Fernández. En el mano a mano, tuvo pulso de cirujana, blanda la muñeca de la guardameta pese a tocar la pelota.

El equipo de Roger Lamesa quiso salir de la madriguera, pero el conjunto rojiblanco supo contemporizar y contener bien a las granotas. Laura Pérez buscó la guinda, con las de casa ya volcadas en la misión imposible de rasgar la maraña de camisetas verdes en la otra trinchera. En un córner, María Molina estampó el balón en el larguero, idéntico destino de un zapatazo de Ari Mingueza desde la media luna. En el alargue, Sandra desvió un intento de María Gabaldón y salió mal en el posterior córner, en el que Inés apretó la conclusión. No sirvió para mucho. El Granada había desplegado las alas y ya volaba hacia la novena posición.







Se el primero en comentar

Deja un comentario