Un punto con sabor a mate (1-1)

Un Granada aguerrido salva el empate con un hombre menos ante Las Palmas, después de adelantarse por medio del uruguayo Bruno Méndez

Granada CF UD Las Palmas
Bruno Méndez celebra con rabia el gol del Granada | Foto: Antonio L. Juárez
Chema Ruiz España
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El mercado ha desprovisto al Granada de la magia de Bryan Zaragoza, pero a cambio ha descargado sobre Los Cármenes garra a toneladas. El Cacique Medina pretende que su equipo sea otra cosa, que tenga la pelota y ataque con paciencia, pero lo cierto es que la maquinaria tan solo parece carburar cuando la impulsa la rabia. Aún son perceptibles ciertas deficiencias que colapsan el sistema, lo que dificulta pensar que puede plasmar otro juego. En esa furia, encontró el gol este sábado ante Las Palmas. Lo empujó Bruno Méndez en un latido con la puntera cuando contaba menos compañeros sobre el verde que su adversario, expulsado Piatkowski. Empataron los canarios con paciencia, por medio de Pejiño en un desajuste en el que hubo que trazar líneas. El punto deja en los nazaríes el regusto amargo del mate y cierta satisfacción amarilla, con Europa todavía cerca. Habrá que ver a la postre si sirve para la permanencia granadinista.

Rezuma este Granada remozado un propósito de enmienda encomiable, aunque insiste en asentar ciertos automatismos que se le resisten y sufre las mismas carencias de siempre. Al final, funciona cuando se convierte en una enrabietada expresión de ‘malafollá’, acentuada por el gen charrúa del que ha sido dotado -tres uruguayos sobre el campo y un argentino con carácter-. El Cacique barajó bien sus naipes y desveló una nueva mano, en apariencia similar a lo que mostrará el conjunto rojiblanco hasta el final del curso, pero el plan saltó por los aires en apenas veinte minutos. Piatkowski se contagió del ritmo soporífero con el que trata de construir el cuadro nazarí y, en un bostezo, se le escapó la pelota, camino despejado para Munir. El polaco sacó la guadaña y segó la acción a ras de hierba, expulsado tras la revisión de la jugada en el monitor. Los de franjas horizontales acularon y amagaron con encerrarse en su trinchera, pero en la frustración hallaron la chispa.

Lo cierto es que no se puede decir que lo sucedido previamente fuera excesivamente prometedor, aunque Gonzalo Villar flotara con soltura, escorado hacia la orilla izquierda en una nueva disposición, y Pellistri enseñara el aguijón por el costado derecho. El Granada trató como de costumbre de mover la pelota con una calma que roza la pachorra y acelerar tras la divisoria, activo Arezo con Melendo como bisagra, pero el peligro real rondaba la meta de Batalla. La conexión charrúa del conjunto rojiblanco derramó una acción cocinada por el diablo cedido por el Manchester. Después Sandro vio cómo se desplegaba una alfombra roja hacia la meta en un error en la elaboración, raudo el guardameta argentino para cerrarle el paso.

Las ocasiones amarillas fueron goteando sobre el arco granadinista, pero Batalla parecía haber rociado los palos con algún tipo de repelente. En estas apareció el cartón rojo que mandó a la ducha a Piatkowski, hasta entonces solvente en varios cruces, y los de Alexander Medina se echaron a temblar. Se reordenaron con Ignasi Miquel, apretaron los dientes y se replegaron en la madriguera en un amago de asedio canario, con el rifle encasquillado y un poste escalofriante para el cuadro local. Brotó la ira en los granadinistas, que al impulso de una corazonada promovieron un envite rabioso, afilado en el balón parado. Bruno Méndez avisó en un córner, en el que peinó sin atino, y castigó en una falta escorada. Sergio Ruiz la puso en la pomada, nadie acertó a despejar antes del bote y el charrúa, con más garra que ortodoxia, acolchó la pelota con el pecho y la envió a la red con un punterazo, atónitos los de García Pimienta. Ese sorbito de mate supo a gloria.

El uruguayo liberó la furia contenida en un grito sanador que contagió a sus compañeros y el alargue se agotó en una trifulca hostigada por Sandro tras una falta. Volvieron los dos conjuntos aún calientes por la bronca, con Uzuni en el lugar de Arezo. Las Palmas quiso templar el juego e ir envolviendo con paciencia a su rival hasta encontrar el hueco que, por la inferioridad numérica, debía aparecer. Las balas empezaron a silbar a un lado y a otro de Augusto Batalla, que reprendía a los suyos en cada imprecisión atrás. Lo de pisar la pradera contraria parecía una quimera.

Las Palmas acampó en la mitad rojiblanca, pero la vista se le nublaba al divisar la meta desde el balcón del área. Buscó colirio en el banquillo al tiempo que Medina desplegaba por los costados tanto a Maouassa como al recién aterrizado Corbeanu, descanso para Villar y Pellistri. Lo que encontró García Pimienta fue dinamita. Sergi Cardona alcanzó los confines del terreno de juego, algo blando en la persecución el último de los fichajes nazaríes, y levantó un servicio que martilleó Pejiño, que acababa de entrar. Hubo que trazar las líneas con lupa para comprobar la posición del asistente, habilitado por milímetros. 

El Granada pretendió un paso al frente, de nuevo movido por la furia y los pulmones de Sergio Ruiz, excelso, y Uzuni se relamió al galope. "Siempre recordaréis este día como el día en el que casi capturáis al capitán Uzuni", debió de pensar tras dejar atrás a su marcador y driblar a Álvaro Valles, hasta que vio el banderín levantado y los grilletes en sus muñecas. También pareció muy ajustado. Los amarillos no se conformaban con el empate y detectaron el miedo en los ojos de su adversario, en quien surgió la disyuntiva entre buscar el triunfo a la desesperada o proteger el botín. Sory Kaba declaró las intenciones canarias; los de casa, aun dubitativos, trataron de arañar algo más en algún escarceo. Neva no logró rematar en un contragolpe y el descuento se consumió entre la frustración. El punto se antoja escaso para la urgencia rojiblanca, pero dicen quienes entienden de este deporte que siempre es mejor que perder. Y todo mientras, en Alemania, Bryan Zaragoza ya se sentaba en el banquillo del Bayern.


Ficha técnica:

Granada CF: Augusto Batalla; Ricard, Bruno Méndez, Kamil Piatkowski, Carlos Neva; Martin Hongla (Gumbau, 91’), Sergio Ruiz; Facundo Pellistri (Corbeanu, 63’), Melendo (Ignasi Miquel, 24’), Gonzalo Villar (Maouassa, 63’); y Matías Arezo (Uzuni, 46’).

UD Las Palmas: Álvaro Valles; Marvin (Saúl Coco, 90’), Álex Suárez, Mika Mármol, Sergi Cardona; Perrone (Pejiño, 63’), Loiodice (Fabio, 90’), Kirian Rodríguez; Munir (Cristian Herrera, 63’), Moleiro y Sandro (Sory Kaba, 81’).

Goles: 1-0: Bruno Méndez, min. 43; 1-1: Pejiño, min. 68.

Árbitro: Mateo Busquets Ferrer, del comité balear. Amonestó a los locales Batalla, Arezo, Gonzalo Villar y Carlos Neva, así como a los visitantes Marvin, Sandro y Loiodice. Expulsó al local Piatkowski con cartulina roja directa y al visitante Aarón Escandell, en el banquillo, también con roja directa.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la 23ª jornada de Liga en Primera División, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 17.941 espectadores.