Otro bochorno a domicilio (3-1)
El Granada vuelve a perder lejos de casa, en esta ocasión de forma muy contundente ante un Levante mucho más vivo desde el comienzo que el conjunto rojiblanco
La temporada del Granada empieza a parecerse a Caleidoscopio, el último éxito de Netflix que no tiene un orden de visualización definido, siempre que se deje para el final el episodio Blanco. Da igual desde cuándo se empiece a analizar el curso rojiblanco, incluso si se estudia a la inversa, porque toda secuencia de partidos desemboca en la misma conclusión: el cuadro nazarí es una sombra de sí mismo cuando actúa como forastero. Tal vez sea por pura cortesía como invitado, o por cumplir aquella ley de western por la que cualquier pueblo es pequeño para dos pistoleros, pero de cualquier modo es incapaz de ganar a domicilio. Este sábado, firmó un nuevo bochorno. El Levante se impuso con contundencia en un cruce directo en el que había más que tres puntos en juego, aunque solo los granotas parecieron entenderlo.
El conjunto rojiblanco saltó adormecido, tal vez descompuesto aún tras la sorpresiva baja de Uzuni, y apenas despertó en tramos. El albanés no viajó por precaución, aquejado de unas molestias que, a priori, habrían brotado tras la finalización del último ensayo. Fue Puertas quien entró en su lugar, de inicio como extremo pero pronto centrado para formar pareja con Jorge Molina arriba. Sin Meseguer ni Rochina para ajustar el centro del campo, Paco López salió del paso con la misma fórmula con la que se vio obligado a comenzar su andadura en el Granada, con Víctor Díaz reubicado en la medular. Dio un voto de confianza a Cabaco, tras su gran encuentro frente al Cartagena, y a Ignasi Miquel, a pesar del retorno del hasta ahora indiscutible Miguel Rubio. Nada de eso funcionó porque el Levante salió mucho más vivo y el cuadro nazarí rayó en el esperpento en un arranque en el que concedió dos goles, de Cantero y Campaña, en tan solo un cuarto de hora.
Se vio desbordado desde que el balón comenzó a rodar. Los de Calleja enviaron el balón a la jaula cuando apenas se habían jugado tres minutos. Mucho más tensos que el Granada, comenzaron a vencer duelos individuales y en uno de ellos, llevó el balón a Cantero, que buscó espacio por la frontal. Tocó Melendo en la ayuda, pero terminó asistiendo a Wesley, que ajustó bien el balón para culminar una acción que, no obstante, fue anulada por fuera de juego previo. No lo hubo después, cuando el propio delantero brasileño, que descosió la defensa rojiblanca, le comió la tostada a Cabaco y peinó para habilitar la carrera de nuevo de Cantero, ahora sí bien posicionado. Inalcanzable para los zagueros granadinistas, fusiló al enmascarado Raúl Fernández.
Recolocó a los suyos Paco López, que veía cómo todo el sistema cortocircuitaba, pero la modificación sirvió de poco. Sus pupilos jugaban en fase REM y cada posesión local les hacía temblar, nublados tras cruzar la línea divisoria. En un córner inmediatamente posterior, Postigo cabeceó al brazo de Ricard, a plena vista de VAR, y Campaña transformó desde los once metros. El encuentro parecía formar parte de la programación televisiva en un día festivo, la enésima reposición de una de esas películas que todos los hinchas rojiblancos habían visto mil veces. El Granada se desangraba, una vez más, lejos de su estadio, incapaz de reaccionar.
Los espabiló, sin mucho juego de por medio y sin hacer demasiado por cambiar el rumbo del duelo, una jugada rocambolesca, que de un saque de banda acabó en el área. Jorge Molina, siempre el más listo de la clase, descargó sobre Melendo, que le atizó con fuerza a la pelota, pero, rebotada, le cayó a Carlos Neva, que andaba por allí después de que Paco López juntara a tres centrales. Vio que nadie se atrevía a ir a por el esférico, así que lo golpeó con los cordones, con suficiente potencia para doblar las manos de Dani Cárdenas y enviarlo a la red. Un gol más encontrado que buscado, pero que enganchó al cuadro nazarí. Se apropió de la posesión y merodeó el área, con el mediapunta catalán más cerca de la construcción. Mejoró al conjunto rojiblanco y le imprimió cierta profundidad, aunque fue solo una ilusión, una sombra, una ficción sin mordiente alguna. En una acción, levantó el periscopio e hizo dudar con uno de sus pases con copyright al guardameta local, que detuvo después al borde del área otro tiro de Neva.
El conjunto rojiblanco empezó a rondar las dependencias de Cárdenas, de puertas abiertas, desnortados momentáneamente los granotas, pero circulaba con la luna delantera nublada. El paréntesis duró poco, porque el Levante supo adaptarse a la tesitura y sí jugaba con la claridad de la que adolecía el Granada. Hilvanó una larga posesión para acabar con el tramo de incertidumbre y Cantero, desde la frontal, forzó la estirada de Raúl Fernández, que empezaba a erigirse en héroe. En el saque de esquina, Álex Muñoz, forzó otra estirada del guardameta granadinista. El lateral se escapó después, atento Wesley para abrir la acción a su banda, y centró a ras de hierba para el remate a bocajarro de Cantero, todo un incordio. El enmascarado guardameta emuló al ‘Dibu’ Martínez y escupió el tiro con un gesto de puros reflejos.
El combate se fue al intermedio con más dudas en los rojiblancos que en el Levante, mucho más incisivos los granotas pese a tener menos de balón. El paso por los vestuarios no las despejó demasiado, chicloso el juego granadinista. Se habían atenazado los dos conjuntos, contexto en el que los locales se acomodaban. Se aposentaron en la trinchera del Granada, sin demasiada fluidez ni inquina, pero con presencia de sobra para hacer a su rival cruzar los dedos y rezar. La bombilla se le apagó a Melendo y ninguna conexión funcionaba. El equipo pedía a gritos cambios, pero algo no veía claro Paco López, que aplazaba la decisión. Calleja sí agitó el árbol para retirar del campo a sus dos hombres más peligrosos, Wesley y Cantero. Entró Bouldini, que necesitó solo una ocasión para redondear el fiasco rojiblanco.
Llovió el balón desde la esquina al centro del área. Se lo encontró Víctor Díaz, que no pudo reaccionar y lo desvió para el atacante. Sin oposición, Bouldini remató al poste en primera instancia y, sin nadie que acudiera tampoco al rechace, a la red en un segundo intento. No había rastro del Granada, que revivió las sensaciones despertadas en Ipurua. El bochorno fue similar. Paco López introdujo de una tacada a Perea, Bryan Zaragoza, Soro y Sergio Ruiz, pero el movimiento, además de tardío, fue baldío. No hay quien haga despegar al conjunto rojiblanco a domicilio. Se le agotaron los minutos sin siquiera simular tener algo de esperanza. Bajó los brazos y se vuelve de vacío. La afición conocía esta historia. Es interminable, como inevitable parece el destino nazarí cada vez que viaja. El Levante da un golpe sobre la mesa de la Liga y otro, directo al mentón, al Granada.
Ficha técnica:
Levante UD: Cárdenas; Son, Postigo (Saracchi, 57’), Vezo, Álex Muñoz; Róber Pier, Pablo Martínez, Campaña (Pubill, 78’); Cantero (Musonda, 74’), De Frutos y Wesley (Bouldini, 74’).
Granada CF: Raúl Fernández; Ricard (Quini, 87’), Cabaco, Víctor Díaz (Bryan Zaragoza, 78’), Ignasi Miquel, Carlos Neva; Petrovic, Melendo (Sergio Ruiz, 78’); Puertas, Callejón (Soro, 78’) y Jorge Molina (Perea, 78’).
Goles: 1-0: Cantero, min. 11; 2-0: Campaña, de penalti, min. 16; 2-1: Carlos Neva, min. 20; 3-1: Bouldini, min. 76.
Árbitro: Daniel Jesús Trujillo Suárez, del comité tinerfeño. No amonestó a ningún jugador.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la jornada 23 de Liga en Segunda División, disputado en el estadio Ciutat de Valencia, ante 13.513 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria de José Pedreño Miranda, exjugador del Levante en la década de los 60.