Isco derriba la fachada rojiblanca (1-0)
Un tanto del malagueño deja sin premio a un Granada resistente, sostenido hasta el final por una excelente actuación de Augusto Batalla
Poco ha faltado para que Augusto Batalla abandonara el Benito Villamarín este sábado convertido en héroe, casi hasta goleador en un intento desesperado por salvar un punto. El guardameta argentino levantó un muro que desquiciaba al Betis, aparentemente infranqueable, y sostenía la esperanza de un Granada resistente, pero que terminó cediendo ante la insistencia verdiblanca. Isco, con un tenso disparo en la recta final del duelo, fue quien finalmente derribó la renovada fachada rojiblanca, resultona ante el Cádiz y más modesta al final de la palmera. Pudo ser una goleada de no ser por la actuación del arquero. También un empate si Matías Arezo, que definió con sutileza en un contragolpe, calzara un número menos de bota y no hubiera partido de posición antirreglamentaria. En el 'y si', los de Alexander Medina vivirían mucho más tranquilos. En la realidad que se esconde tras ello, agonizan.
El Granada sigue sin ser un equipo que funcione con la precisión y seguridad de un reloj suizo, pero luce una nueva piel, mucho más dura, que ha elevado su competitividad. Incluso, parece haber adquirido cierta capacidad para adaptarse sin demasiado perjuicio a cada tipo de encuentro, aunque en este terminó sometido. El de este sábado era diferente del que le enfrentó al Cádiz y, por ello, lo afrontó con un plan distinto, más paciente aunque igualmente intenso. El Cacique no hizo más cambios que los forzosos. Sin Ricard, sancionado, Bruno Méndez cayó a la banda para abrir la puerta de la titularidad a Piatkowski, otro debutante que se cuela en el once nada más llegar. Álvaro Carreras abrió la de la salida, con las maletas listas para recalar en el Benfica, lo que permitió a Callejón salir del barbecho.
Al duelo le costó lo indecible coger ritmo, continuamente interrumpido desde el inicio, aunque por momentos fue algo que pareció formar parte del plan rojiblanco. El conjunto dirigido por Pellegrini asomó por el túnel de vestuarios amodorrado, como si a sus pupilos se les fuera la mente a otra cosa. Los de franjas horizontales, mucho más vívidos, lo aprovecharon para inyectar el miedo en su adversario muy pronto. Erró Marc Roca en la salida, atento Bruno Méndez al cruce, y Bryan Zaragoza galopó tras la descarga de Lucas Boyé. El malagueño combó un buen envío, pero se interpuso el exnazarí Rui Silva con un vuelo defectuoso que dejó la pelota en las botas del ariete argentino. Su golpeo no fue más certero que la salida del guardameta y fue a parar al muslo de Uzuni, que, adelantado, desvió la pelota a la red. No fue necesario ni tirar la línea para invalidar la acción.
El Granada se iba asentando bajo la dirección de Gonzalo Villar, imperial, mientras en su rival cundía el nerviosismo. La sensación tornó en sobresalto cuando, en una desatención grosera, regaló a Uzuni la pelota en la frontal. Pudo hacer un roto, pero la acción solo despertó a los de casa, que se fueron desperezando con la parsimonia matutina de un lunes laboral. Fue calentando motores Luiz Henrique en un escarceo sobre la línea de fondo. Trató de asistir a Willian José, forzado el atacante y firme Piatkowski. Bruno Méndez, pasado de revoluciones, sacó del partido después a Ayoze con una entrada que en La Isla de las Tentaciones podría haber encendido la luz de alarma naranja, pero que Cuadra Fernández solo castigó con el cartón amarillo. Le reemplazó Assane Diao, que en su primera intervención puso el interior de la bota para desviar a gol un pase del extremo brasileño, segurísimo Batalla.
Lo que vino de ahí en adelante fue un asedio verdiblanco y un sobrio ejercicio de resistencia nazarí. Medina ordenó sus líneas, bien juntitas para resistir las oleadas del Betis. Isco abrió la veda y Luiz Henrique obligó al guardameta argentino a enfundarse la capa de Superman en un córner. El de los guantes sudaba la gota gorda, agobiados los rojiblancos mientras Bryan, Uzuni y Callejón se iban permutando las posiciones para ayudar en la contención. El malagueño se liberó en un ataque relámpago, encasquillado el rifle, pero no fue más que una acción aislada. El Betis siguió sitiando a su adversario con ráfagas de disparos. Algunas balas silbaron imprecisas en torno al portero rojiblanco; otras salieron rebotadas tras impactar en el hombre de acero bajo los palos.
Sonó el pitido intermedio para los rojiblancos como la campana al final de una clase tediosa, de esas en las que los párpados pesaban de más y los minutos se hacían eternos. A la vuelta del recreo les esperaba más de lo mismo, aunque la reanudación dibujara un espejismo con un violento empalme de Lucas Boyé, cancelada previamente la acción, y un cabezazo manso de Bruno Méndez. Marc Roca trazó una maliciosa curva hacia la escuadra a la que respondió Batalla como si sus botas tuvieran muelles en lugar de tacos. "Aguantaría todo el día", parecía decir el argentino, estoico en el paredón, y dio la sensación de ser capaz de cumplir con la sentencia cuando escupió un puntapié muy cercano de Isco, ajustado al poste corto, pero los ladrillos terminaron por ceder ante tanto golpe.
La pared se desmoronó en un córner, precedido de un lance dudoso con Fekir, en posición adelantada, impidiendo que el arquero cogiera la pelota. Isco combinó con el francés, primero, y con Marc Roca, seguidamente. Conectó de inmediato un disparo tenso que, tras tocar en la bota de un recién salido Matías Arezo, se coló entre las piernas de Batalla, que cayó derrotado como Máximo Décimo Meridio. El mago del Arroyo de la Miel gritó liberado.
El margen para la reacción era ya escaso. Medina puso sobre el tapete toda la artillería e hizo debutar a Hongla, que intervino poco. Al toque de corneta, Boyé dibujó con tres dedos un pase de libro que Arezo mandó a guardar con una definición de guante blanco. En esta ocasión, sí hubo que tirar de repetición para detectar que la punta de su bota estaba por delante de la zaga bética. Con nada más que perder, Batalla se unió al remate en un saque de esquina. Cabeceó el centro, bien dirigido hacia la red, pero se interpuso Pezzella para evitar la proeza del guardameta. Habría sido epopéyico si llega a marcar, además de vital para su equipo. No pudo sostenerlo todo el encuentro. Se marchó de vacío, con el amargo sabor de boca de rozar la gesta personal y el pulso granadinista más débil a cada oportunidad perdida.
Ficha técnica:
Real Betis: Rui Silva; Ruibal (Pablo Busto, 50’), Pezzella, Sokratis, Abner; Marc Roca, Guardado; Luiz Henrique, Isco, Ayoze (Assane Diao, 19’); y Willian José (Fekir, 68’).
Granada CF: Augusto Batalla; Bruno Méndez (Melendo, 90’), Piatkowski, Ignasi Miquel, Carlos Neva; Callejón (Arezo, 68’), Sergio Ruiz (Gumbau, 68’), Gonzalo Villar (Hongla, 86’), Bryan Zaragoza; Uzuni (Puertas, 86’) y Lucas Boyé.
Goles: 1-0: Isco, min. 76.
Árbitro: Guillermo Cuadra Fernández, del comité balear. Amonestó a los locales Assane Diao, Sokratis e Isco, así como a los visitantes Bruno Méndez, Uzuni, Augusto Batalla y Puertas.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la 20ª jornada de Liga en Primera División, disputado en el estadio Benito Villamarín, ante 50.197 espectadores, alrededor de un millar de ellos granadinistas. Antes del inicio del encuentro, se realizó un saque de honor en conmemoración del Bicentenario del Cuerpo Nacional de Policía, por parte de dos miembros del mismo.