El Madrid no se apiada de un Granada desalmado (2-0)

Los goles de Brahim y Rodrygo tumban al conjunto rojiblanco, que mostró más compostura atrás pero fue inoperante en ataque

Real Madrid Granada CF
Gumbau se lamenta mientras los jugadores del Madrid, al fondo, celebran el gol de Rodrygo | Foto: Antonio L. Juárez
Chema Ruiz España
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El Real Madrid no entiende de necesidades ajenas, ni de refranes que aseguren victorias a los nuevos entrenadores en el fútbol. El conjunto blanco, verdugo sin indulgencia, no se ha apiadado de un Granada desalmado. Alexander Medina se estrenó con la intención de evocar a aquel mítico equipo de los 70, pero unas líneas más juntas no visten al ogro y este gigante era de hierro. Los rojiblancos se dejaron llevar este sábado en el Santiago Bernabéu, sin presencia ofensiva pese a mostrar más compostura. Su adversario, resolutivo, sacó a relucir una pegada prodigiosa para deshacerse del cuadro nazarí sin apuros. Lunin fue un espectador del baile en solitario de los merengues, que se adelantaron por medio de Brahim en una desatención antes del descanso. Rodrygo, tras el paso por los vestuarios, ajustició a un plantel que se hunde. Ni siquiera tuvieron que sonar Los Beatles.

La carta de presentación del Cacique Medina aparentaba ser una coraza de cinco defensas, pero no fue en realidad un dibujo distinto del predilecto de su antecesor en el banquillo, aunque algo menos ortodoxo en la distribución de los intérpretes. Manafá se adelantó por la banda diestra, con Ricard atento por detrás. El plan, en cualquier caso, era apretar los dientes y confiar en la inspiración del tridente rojiblanco arriba, de puntas desgastadas pese al retorno de Bryan. A Villar le terminaron apeando de la convocatoria las molestias que arrastró durante la semana. En su lugar regresó Sergio Ruiz, en un doble pivote muy posicional que tenía por misión contener el epicentro de la galaxia blanca, sin margen tampoco para la relajación. Había ganado el Girona y el liderato peligraba. Rodrygo, Brahim y Bellingham, entre algodones en estos días, ni se acordaron de sus dolencias.

En la partitura, nada de rock’n roll. Más bien un vals en el que se dejaba dirigir por el Madrid. Un ritmo pausado con la pelota, a decir verdad amuermado, hasta que llegara a los que inventan, que siguen sin cambiar la bombilla fundida. Uzuni, muy pronto, ensanchó el campo por la calle de Bryan Zaragoza, que encaró a Carvajal hasta que Lucas Boyé hubo rebasado al lateral por la espalda. El argentino recibió ya en el área, pero nadie acudió al remate de su servicio. Raúl Fernández, el cancerbero por quien se decantó Medina, sintió poco después un pinchazo en la espalda que dejó en anécdota su alineación. Se puso los guantes André Ferreira, desprovisto de la confianza de su técnico, y la máquina de Ancelotti empezó a engranar.

A Rodrygo se le encasquilló el rifle en un centro de Carvajal y, más tarde, le faltó calzar un par de números de pie para llegar a un pase de Fede Valverde. El Granada no perdió el orden, aunque sí fue desvelando una grieta por su costado izquierdo. Gumbau estuvo cerca de sorprender en una falta lateral que, envenenada sin rematador, se marchó a un lado de la meta, pero el Madrid ya se sentía cómodo y movía el duelo a su antojo. Bellingham, indetectable, apareció a la espalda de Neva, rápido el zaguero para cabecear fuera. Fue el último aviso madridista. Brahim, escorado al flanco débil del bando nazarí, se cansó de rumiar los avances y trazó una pared larga con Toni Kroos, que rasgó el telar rojiblanco con un pase preciso. Ante André, al malagueño le bajaron las pulsaciones, tan sutil como letal.

La diana fue el toque de varita que, como en un truco de magia, hizo desaparecer del escenario al conjunto rojiblanco. El Madrid, un ilusionista movido al son de un Bellingham descomunal, se gustaba con la pelota sin pisar el acelerador, mientras los de Medina, aun ordenados en su trinchera, se dejaban mecer sin vitalidad. Brahim intuyó una incursión del inglés desde el carril izquierdo, inalcanzable para Ricard, pero cruzó demasiado el disparo con la izquierda cuando en la grada ya extendían los brazos. El británico, más tarde, reclamó penalti de Ignasi Miquel en un lance en el que el zaguero fue al suelo y le atenazó tras alejar la pelota, inapelable a juicio de González Fuertes. El público enfureció. Valverde combó después un centro y Joselu conectó la volea, sin atino el ariete en una posición franca. Suspiraron los de franjas horizontales, todavía vivos para llegar a la caseta.

El Granada volvió al cuadrilátero en el segundo asalto sin cambiar su papel de sparring. Con el balón en su poder, la fluidez con que se traga un polvorón; sin la posesión, un armadillo que se enrolla para evitar el daño. Brahim encimó a Neva nada más regresar y buscó la rosca al segundo poste, demasiado abierto su golpeo. El delantero blanco, poderoso en la brega con Ignasi Miquel, combinó después con Joselu para asistir a Bellingham en el área pequeña. Respondió André Ferreira con una estirada felina, de puros reflejos. El esférico fue a caer en el segundo palo a Rodrygo, que dejó caer la guillotina.

Medina fue rápido a la mesa de experimentos e introdujo a Petrovic en banda, a la par que rescató a Weissman para retirar a un Uzuni desaparecido. La permuta motivó un tímido paso al frente del conjunto rojiblanco, cómodos los de Ancelotti como quien lee estas líneas tirado en el sofá. El técnico percibió la modorra en sus pupilos, así que dio campo a Ceballos para volver a accionar la maquinaria. Lucas Vázquez, que había refresacado el lateral en el descanso, tiró muy cruzado y Rodrygo, seguidamente, encontró en la trayectoria de su golpeo el pie de Torrente. Bellingham levantó después la mirada y combó un pase picado que acomodó Valverde en una flagrante falta de atención del sistema de defensa nazarí. El uruguayo enganchó la pelota con los cordones de su bota, ágil André Ferreira para escupir el peligro.

Lunin, aburrido bajo palos, realizaba ejercicios de movilidad para combatir el frío. No había rastro del ataque rojiblanco, aparentemente encargado al azar. Bryan se acalambró, con lo que el Cacique Medina gastó sus balas. Hace tiempo que las musas no visitan al malagueño. Entró Álvaro Carreras en su lugar y Puertas relevó a Lucas Boyé, también ausente. El de Benahadux se encontró una pelota muerta en el área tras un barullo, pero la zaga madridista fue más resolutiva que veloz el '10' nazarí. Ancelotti protegió a Rodrygo y Brahim con minutos para sus canteranos. Solo la ilusión de los chavales, Nico Paz y Gonzalo, dio vidilla a un baile que se había acabado hacía mucho.


Ficha técnica:

Real Madrid: Lunin; Carvajal (Lucas Vázquez, 46’), Rüdiger, Alaba, Mendy; Toni Kroos, Fede Valverde, Jude Bellingham; Rodrygo (Gonzao, 86’), Brahim (Nico Paz, 88’) y Joselu (Ceballos, 69’).

Granada CF: Raúl Fernández (André Ferreira, 11’); Ricard, Ignasi Miquel, Torrente, Carlos Neva; Manafá (Petrovic, 64’), Gumbau, Sergio Ruiz, Bryan (Álvaro Carreras, 83’); Uzuni (Weissman, 64’) y Lucas Boyé (Puertas, 83’).

Goles: 1-0: Brahim, min. 26; 2-0: Rodrygo, min. 57.

Árbitro: Pablo González Fuertes, del comité asturiano. Amonestó a los locales Bellingham y Rüdiger, así como al visitante Gumbau.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la 15ª jornada de Liga en Primera División, disputado en el estadio Santiago Bernabéu, ante 70.685 espectadores. Antes del inicio del partido, se guardó un minuto de silencio en memoria del ex directivo del club local Luis Blasco y de la actriz española Concha Velasco, recientemente fallecidos.