Visto para sentencia (2-3)
Al Granada no le basta con adelantarse en dos ocasiones y acaba remontado ante la Real Sociedad entre gritos de "directiva, dimisión"
El Granada está visto para sentencia. Ni siquiera la dignidad le alcanza para sumar al conjunto rojiblanco, que sí desprendió cierto orgullo durante su declaración en la audiencia de Los Cármenes, pero terminó más hundido que nunca. El equipo ha vuelto a perder, en esta ocasión frente a la Real Sociedad, lo que aleja también al Cádiz de su alcance. La historia en este sábado fue distinta, porque se adelantó hasta en dos veces en el marcador por medio de Uzuni, pero el desenlace, el mismo de cada semana. Empató el cuadro txuri-urdin por medio de Umar Sadiq, primero, y de Le Normand, ya tras el intermedio. La segunda igualada descompuso a un plantel al que ya no le daba la manta para cubrirse y André Silva, en las postrimerías del duelo, rubricó el fallo. Acusado de una dejadez impropia de la Primera División, se le pide al club como sanción un nuevo año en Segunda, sin visos de que ningún recurso que interponga la entidad nazarí pueda prosperar. Alexander Medina, incapaz de levantar a su escuadra, y la plana mayor granadinista, que acumula un largo historial de pifias, también imputados. Bajo los nubarrones tronó un sonoro "directiva, dimisión", firme el veredicto de la hinchada.
El Cacique, en su alegato ante el tribunal, presentó un discurso distinto, con Józwiak como elemento sorpresa en un esquema que parecía olvidado y la dignidad de la que el equipo adoleció en La Cerámica. La Real esperaba una sesión terapéutica y se tumbó a la bartola sobre el diván, pero los rojiblancos, activos, parecieron sentir realmente el escozor de la herida en su orgullo y hurgaron en sus traumas con honor, no exentos de las carencias que padecen. Uzuni, ese albanés enamorado del escudo de la bala y el balón que va a por las diez dianas, ajustó la mirilla del rifle para arrojar algo de luz entre las tinieblas, pero en el entreacto cundió el temor y la oscuridad volvió a sumir a los nazaríes. Su técnico tiene difícil llegar a la próxima jornada.
Muy pronto avisaron los de franjas horizontales, intensos como si de verdad creyeran que ninguna causa está perdida mientras quede un insensato dispuesto a luchar por ella. Boyé giró el cuello sin atino, servido por Neva desde el costado a los pocos segundos del arranque. Los de Alguacil trataron de enseñar el colmillo a balón parado, providencial Józwiak para escupir un balón que, colgado por Brais Méndez, volaba hacia el segundo palo tras el testarazo de Zubeldia. Pero no había rastro del equipo que en el Reale Arena devoró a los rojiblancos, sino más bien algún destello de la calidad que en sus filas tiene el cuadro txuri-urdin. Uzuni, el más creyente de los nazaríes, remató después muy forzado un centro de Pellistri, sin exigir a Remiro aunque el banderín señalaba al cielo. En la siguiente que tuvo sí hincó el diente.
Todo vino en una acción aparentemente anodina. Józwiak pinchó un despeje defectuoso de Le Normand y conectó un tiro raso que forzó la estirada de Remiro, felino. Pellistri, que estaba en todas, llegó al rechace antes que Javi Galán, que golpeó levemente el tobillo del charrúa al tratar de alejar el peligro. No vio nada Martínez Munuera, pero sí Díaz de Mera frente al televisor. Uzuni colocó la pelota en el punto fatídico y desafió al arquero txuri-urdin con la mirada. Templó las pulsaciones y lanzó una onda vital imparable para adelantar a los suyos.
El Granada apenas se ha visto en cinco ocasiones en este escenario, con un marcador favorable, lo que tal vez influyó en que el vértigo se contagiara después entre los rojiblancos. La Real Sociedad se fue desperezando con la pelota, pero sin filo hasta que Brais Méndez frotó la lámpara. Alcanzó los confines del terreno de juego y escrutó el horizonte en busca de un aliado. Avistó el rostro de Sadiq por encima de las cabezas de cuantos zagueros granadinistas poblaban el área y el nigeriano propulsó la pelota con un frentazo inapelable. El gol, sin embargo, no hizo sino desvelar más dudas en los visitantes y despertar la rabia local. Entró en juego Pellistri, que tiene duende, y el horizonte se fue despejando. En un contragolpe, el propio charrúa remató con poco ángulo tras la descarga de Boyé, férreo el pecho de Remiro. El uruguayo asistió después para que Sergio Ruiz obligara al guardameta a palmear.
El alargue se agotaba y la Real se vio en el vestuario antes de tiempo, pecado imperdonable cuando Uzuni tiene hambre. Bruno Méndez ganó el salto en un saque de Remiro y Gumbau telegrafió un preciso envío en largo para habilitar la carrera de Pellistri. El uruguayo mareó a Javi Galán y descargó sobre Sergio Ruiz, en otra aparición del cántabro en zona de peligro. El despeje de Zubeldia fue defectuoso y la pelota brincó como una liebre, astuto el máximo artillero del Granada para meter el flequillo y empujarla a la red. Los donostiarras no vieron ni por dónde les vino el golpe, sonados al descanso. Apretaron a la vuelta, espoleados por un entusiasta Beñat Turrientes, en lo que ya era todo un ejercicio de oficio de los de casa, que replegaron filas. El mediocentro lo intentó desde lejos y, más tarde, en una falta muy cerrada casi en el córner, a las manos del arquero rojiblanco en ambos casos.
Batalla comenzó a estirar el tiempo como chicle, mientras Alexander Medina, que quiso guardar la ropa, fortalecía la medular con Hongla y Gonzalo Villar, adelantado el murciano. Alguacil dio cancha a Becker y André Silva, estiletes frescos para tratar de rasgar el tejido defensivo granadinista, menos denso con los relevos. Del tenebroso techo de Los Cármenes comenzó a desprenderse una fina cortina de lluvia en lo que el juego ganaba espesor. En la Real se propagaba el nerviosismo alrededor del área, dueña de la posesión, mientras que los dientes de los rojiblancos se desgastaban de tanto apretar las mandíbulas. Becker se escapó en un ataque atropellado y raseó un pase que se coló entre las piernas de Brais Méndez. Se veía venir.
Ignasi Miquel despejó como pudo un saque de esquina del que Le Normand se quedó sin pareja en el área. Tierney se dio cuenta, le brindó la ocasión y el zaguero la encauzó. Ahí sí se hizo añicos el Granada. El Cacique introdujo de una tacada a Arezo y Corbeanu para evitar el bajonazo, pero el espíritu rojiblanco estaba ya por los tobillos. Turrientes se vio con espacio en el área para chutar, ágil Batalla, pero André Silva apareció con la caña para asestar una puñalada tan terapéutica para los suyos como mortal para su adversario, cuya agonía se alargó hasta que las líneas del VAR corroboraron la legalidad del tanto. La hinchada comenzó a desfilar. A su paso, volvió a sonar como una marcha el veredicto: "¡Directiva, dimisión! ¡Jugadores, mercenarios!".
Ficha técnica:
Granada CF: Augusto Batalla, Ricard (90’), Bruno Méndez, Ignasi Miquel, Carlos Neva; Pellistri, Sergio Ruiz (Hongla, 66’), Gumbau, Józwiak (Theo Corbeanu, 82’); Uzuni (Matías Arezo, 82’) y Lucas Boyé (Gonzalo Villar, 66’).
Real Sociedad: Álex Remiro; Hamari Traoré, Igor Zubeldia, Le Normand, Javi Galán (Tierney, 46’); Zubimendi, Brais Méndez, Mikel Merino, Beñat Turrientes (Olasagasti, 90’); Oyarzabal (Becker, 68’) y Umar Sadiq (André Silva, 68’).
Goles: 1-0: Uzuni, min. 21; 1-1: Umar Sadiq, min. 34; 2-1: Uzuni, min. 45+2; 2-2: Le Normand, min. 80; 2-3: André Silva, min. 86.
Árbitro: Juan Martínez Munuera, del comité valenciano. Amonestó al local Sergio Ruiz, así como a los visitantes Traoré y Umar Sadiq.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la 28ª jornada de Liga en Primera División, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 9.214 espectadores.