Luca Zidane sirve la venganza en Copa (2-2)
El portero del Granada se erige en héroe contra el Zaragoza al parar dos penaltis y marcar en la tanda que decide el pase rojiblanco
Luca Zidane sirve la venganza en Copa. Un mes ha estado planeando la revancha el guardameta, que ni siquiera jugó en aquel desdichado encuentro liguero en casa del Zaragoza, a la sombra de Diego Mariño entonces. Esperó su momento como El Conde de Montecristo y en el retorno a La Romareda se erigió en héroe rojiblanco. Detuvo un penalti durante el encuentro, paró otro ya en la tanda y anotó el suyo para comprar el billete del Granada para los dieciseisavos de final. Adu Ares adelantó a los de casa, pero el cuadro nazarí cambió el choque de signo en un santiamén, en un frenético final del primer acto. El goleador maño repitió al borde del descanso y la agonía condujo hacia el punto fatídico. Ahí, el hijo del mítico mediapunta francés sacó los genes. No hace voleas que enamoran, pero se agiganta bajo los palos y se le congela la sangre desde los once metros.
No tuvo nada que ver lo de este martes con la cita que mantuvieron maños y granadinos hace un mes. Ni siquiera quisieron los visitantes repetir la indumentaria de su anterior viaje, empeñados en evitar el desastre. Careció el conjunto rojiblanco de empaque con la pelota, espeso y sin inspiración, pero con Loïc Williams de vuelta en un once muy alternativo ganó en protección. No evitó, en cambio, las lagunas que Adu Ares, en dos chispazos, castigó sin miramientos. Arriba volvió el Granada a echar de menos a Lucas Boyé y Uzuni, bastante romo con su segunda línea de infantería, si bien la tenacidad de Rodelas en esa comba privilegiada logró equiparar las fuerzas. Asistió en el empate de Weissman y forzó la acción de la efímera remontada, desventurado Clemente. Lo de después del descanso fue un ejercicio de equilibrio, más brioso el Zaragoza, aun sin inquietar en exceso.
Solo tres de los hombres de Escribá salieron de inicio en la debacle, pero en la retina de todos los que vestían las franjas horizontales parecía vivir todavía la lúgubre estampa de su última visita a La Romareda. El terror tensó cada fibra muscular de los nazaríes en un arranque intenso, en el que, por evitar desatenciones atrás, se aceleraron de más en alguna salida. A poco que se disipó el miedo escénico logró el conjunto rojiblanco adueñarse de la posesión, consuelo estéril porque las ideas escaseaban. Trató de prosperar por los carriles, pero Corbeanu todavía tiene que mirar la ubicación de vez en cuando para encontrarse y los neumáticos de Rodelas aún necesitaban algo más de rodaje. El Zaragoza fue mucho más pragmático, abonado al ataque relámpago, y no tardó demasiado en infundir temor. Se infiltró Tasende entre Loïc Williams y el joven Lucas Pérez para girarse y forzar la estirada de Luca Zidane, antes de que Iván Calero empezara a explorar la senda del canterano.
El reintegrado central valenciano impuso su ley, pegajoso con Alberto Marí. Quienes pululaban con libertad eran Pau Sans y Adu Ares. Este último no tuvo a bien avisar de que iba a ocasionar un destrozo por las dependencias de Ricard. Calero, en una de sus expediciones, curvó la banana al segundo palo, por donde apareció el bilbaíno como un Boeing 747 para mandar la pelota a guardar. Déjà vu tardío en el conjunto rojiblanco, que se aculó como un perro cuando escucha un petardo. En la cabeza de los de Fran Escribá, era una mascletá.
Los de blanco continuaron profundizando a la espalda de Rodelas, cargado Calero con la mochila de reparto, en lo que los visitantes deambulaban por inercia, trastocados por el gol. Luca empezaba a sudar de más, exigido desde los laterales, aunque todavía no se había puesto la capa. En estas, Adu Ares aplicó un poco de sentido común en un contragolpe zaragocista y recibió el esférico de vuelta en el área. Cayó ante la entrada de Sergio Ruiz, mínimo el contacto, pero excesivo a juicio de Cid Camacho, que decretó el duelo. El hijo de Zidane sostuvo como un témpano de hielo la mirada a Alberto Marí desde los once metros y, como si hubiera logrado colarse en su cabeza, adivinó la trayectoria.
La parada pareció presionar el botón de las travesuras de Rodelas, que de inmediato pidió protagonismo. El Granada no quiso esperar a que apareciera alguna otra musa y cargó el juego por el costado del chaval de Alhendín, que galopaba ya con las botas de terciopelo. Encaró a Toni Moya y acarició el balón, enroscado por delante de todos tras un córner, para que Weissman, esta vez sí, lo clavara en la red. Sonó la corneta.
La diana del israelí fue para los de franjas horizontales como el rapto de Helena de Troya. Emprendieron de inmediato su ofensiva silenciosa y plantaron el caballo de madera en el área de Joan Femenías en un córner. Lo propulsó cerrado Sergio Ruiz, lo prolongó con la espuela Lucas Pérez y Clemente lo desvió por error a las mallas con el mismo recurso. Fuego amigo en pleno barullo para culminar la remontada en un parpadeo. Un espejismo al borde del descanso, porque cuando los rojiblancos volvieron a pestañear, todo estaba de nuevo igualado. Se iba al descanso, pero se apuró Adu Ares como el alumno que recuerda al entrar en clase que había deberes. En una embestida a la que se le leían las malas intenciones metros atrás, corrió directo hacia Ricard, que reculó demasiado. Pisó área, se orientó y colocó el balón donde duermen las arañas.
El Granada volvió de nuevo temeroso tras el intermedio, con Brau para tapar la grieta en la izquierda. Víctor Fernández, en cambio, olió el miedo y mandó a sus tropas al ataque, sin demasiado aplomo en la zona donde todo se cuece. Lo intentó por abajo Toni Moya y, en un saque de esquina algo atropellado, Clemente con una chilena. Los rojiblancos perdieron chispa, bien atado Rodelas para que no pudiera inventar más trastadas. La rueda de sustituciones siguió girando en lo que los de casa desperdiciaban ocasiones, con dificultades los nazaríes para mantener el orden ante el empuje maño. Femenías contemplaba con cierta tranquilidad; Luca Zidane escuchaba el silbido de algún disparo sin mucho atino.
Tsitaishvili y Józwiak refrescaron las alas, eléctrico el georgiano para soltar un latigazo curvado. Loïc Williams, ya en el alargue, permitió a su equipo llegar a la prórroga, expeditivo en un contragolpe antes de pedir el cambio. El tiempo extra era inevitable y su desarrollo, un sobreesfuerzo que no escondió ninguno de los contendientes. Priorizaron ambos equipos conservar la vida y gestionar esfuerzos, sin prodigarse demasiado en ataque. Brau conectó con Siren Diao en un centro, pero el atacante no cabeceó bien y Weissman desvió hacia la meta, elástico Femenías. El delantero catalán marró después dos claras, desviados sendos puntapiés. El Zaragoza creyó y bombardeó la trinchera de Luca Zidane en un último estertor, sin capacidad para culminar.
La angustia llevó a la tanda fatídica. A Gonzalo Villar y Sergio Ruiz no les tembló el pulso, también efectivos Francho Serrano e Iván Calero. Sí erró Weissman, pero lo enmendó Zidane, un gigante helado. Paró y marcó. La rueda siguió hasta que Mañas tiró arriba y el arquero rojiblanco sacó de la taquilla el pase a la siguiente eliminatoria. No fue el mejor Granada, pero sí un equipo suficientemente sobrio para resistir y pasar el trámite. Triunfo épico.
Ficha técnica:
Real Zaragoza: Joan Femenías; Iván Calero, Clemente, Bernardo Vital (Lluís López, 46’), Jair Amador, Tasende (Marcos Luna, 62’); Marc Aguado (Keidi Bare, 77’), Toni Moya (Francho Serrano, 102’); Adu Ares, Pau Sans (Adrián Liso, 62’) y Alberto Marí (Mañas, 84’).
Granada CF: Luca Zidane; Ricard, Manu Lama (Miguel Rubio, 82’), Loïc Williams (Oscar Naasei, 101’), Lucas Pérez (Miguel Ángel Brau, 46’); Theo Corbeanu (Tsitaishvili, 70’), Sergio Ruiz, Manu Trigueros (Gonzalo Villar, 70’), Rodelas (Józwiak, 82’); Siren Diao y Shon Weissman.
Goles: 1-0: Adu Ares, min. 18; 1-1: Shon Weissman, min. 42; 1-2: Clemente, en propia puerta, min. 45; 2-2: Adu Ares, min. 45+3.
Penaltis: 1-0: Gonzalo Villar; 1-1: Francho Serrano; 2-1: Sergio Ruiz; 2-2: Iván Calero; 2-2: fallo de Weissman; 2-3: Luna; 3-3: Luca Zidane; 3-3: falla Clemente; 4-3: Tsitaishvili; 4-4: Keidi Bare; 5-4: Miguel Rubio; 5-4: falla Mañas.
Árbitro: Germán Cid Camacho, del comité castellanoleonés. Amonestó a los locales Alberto Marí, Pau Sans, Tasende, Aitor Mañas, Iván Calero y Keidi Bare, así como a los visitantes Lucas Pérez, Loïc Williams, Miguel Rubio, Shon Weissman y Sergio Ruiz.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la segunda ronda de Copa del Rey, disputado en el estadio La Romareda.
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