Regresión rojiblanca en el momento clave del curso
Las dos derrotas consecutivas del Granada han mostrado las costuras del conjunto nazarí, al que se le atraganta la elaboración y se le ha perdido la eficacia
Más allá de las consecuencias clasificatorias, menores de lo esperado, y el retorno del miedo escénico a domicilio, las dos derrotas consecutivas del Granada han sacado a relucir sus costuras. El conjunto rojiblanco ha sufrido un proceso de regresión que ya en fechas anteriores había dejado entrever lagunas, disimuladas con instantes de una eficacia demoledora en el mejor tramo de toda la temporada. Los resultados auparon al equipo a la zona privilegiada de la tabla en un lapso de diez jornadas y lo mantienen en la pugna por apropiarse de una de las dos plazas de ascenso directo, pero ahora, en el momento clave del curso, ha recorrido a la inversa el camino trazado y manifiesta síntomas que no han conseguido suprimir los movimientos en el once.
La principal dificultad que exhibe el conjunto rojiblanco nace en la construcción. Al Granada se le atraganta el juego posicional, sobre todo cuando atraviesa la divisoria. La bombilla se ha apagado y son fugaces momentos de lucidez los que desequilibran en la trinchera de su adversario. En el centro del campo nazarí hay un agujero que se traga cualquier atisbo de elaboración, con independencia de la pareja de mediocentros de la que disponga Paco López. Este sábado, Bodiger se quedó en el banquillo y formaron Pol Lozano y Meseguer, sin grandes cambios en el juego con respecto a semanas anteriores. El equipo tuvo la posesión, pero no supo cómo hacer de ello una ventaja. En ello tampoco influyó Perea, que también dispuso en La Romareda de una oportunidad desde el inicio, como Bryan Zaragoza ante el Oviedo y Puertas frente a la Ponferradina, pero no hubo rastro de elocuencia con el balón en los pies.
Es un problema que persiste. El hincha lo viene percibiendo desde hace semanas, incluso cuando los resultados han acompañado al conjunto rojiblanco. Son pocos los tramos de encuentros recientes en los que ha mostrado cierta fluidez en su juego, como sucedió en Albacete. Son fugaces vestigios del Granada que empezó a atosigar a sus rivales en casa cuando Paco López tomó los mandos del equipo, que ceden más protagonismo a la taciturna versión visitante que ha acompañado al cuadro nazarí durante un buen tramo de la campaña.
Esta tesitura se acentúa en los arranques de los encuentros, una circunstancia que también parece perenne. Los primeros tiempos se hacen chiclosos al conjunto rojiblanco, espeso hasta que el intermedio, con frecuencia, le lavan la cara. Sucedió en Gijón, tras la entrada de Bryan Zaragoza, pero también en duelos comprendidos en las diez jornadas sin perder que enlazó el equipo, como en la visita a Burgos, el derbi ante el Málaga o el choque frente al Huesca. En Zaragoza, sin embargo, ni siquiera el paso por los vestuarios hizo cambiar al equipo.
Las dos últimas salidas del Granada también han revivido las faltas de atención e intensidad que lejos de su estadio le han lastrado durante casi toda la campaña. La pugna por el balón dividido se convirtió en una causa perdida tanto en El Molinón como en La Romareda, perdedores los rojiblancos en cada lance. El gol en Zaragoza, de hecho, surge cuando los nazaríes dejan de perseguir a Fran Gámez en su aventura ofensiva, del mismo modo que previamente pudo adelantarse el conjunto maño tras la indecisión de Carlos Neva e Ignasi Miquel, desacertado frente al arco Iván Azón, y engrosar más tarde su ventaja tras un pase errado de Bodiger.
Sin goles
La inoperancia que había exteriorizado el equipo cuando el balón está en su poder había sido camuflada hasta ahora por la eficacia en área contraria, en especial por el acierto de Myrto Uzuni, pero por involución se ha traducido en la reducción del caudal ofensivo. Son solo cuatro los tiros entre palos que ha logrado conectar el plantel granadinista en las últimas dos jornadas, un par en cada una. El albanés, máximo artillero, no ve puerta desde el viaje a Albacete, mientras que Weissman sigue negado ante el marco rival desde su debut y Famara Diédhiou aún no se ha estrenado.
Con todo ello, el Granada queda tocado, pero muy vivo en la lucha por el ascenso directo, gracias al pinchazo de Las Palmas y al empate entre Eibar y Levante. El Alavés también empató, por lo que el conjunto rojiblanco se queda tercero. Los resultados se han aliado con sus intereses, pero no le queda demasiado margen para poner freno a este retroceso. El encuentro del próximo sábado en Los Cármenes, precisamente ante el cuadro insular, se ha convertido en toda una final, como también puede serlo el cruce con los armeros en tres jornadas. La Liga no permitirá más errores.