Nueve días de recortes en la clasificación

El Granada concluye su semana maratoniana con dos triunfos y un empate que le meten en playoff, gracias de nuevo a su idilio con Los Cármenes

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Uzuni celebra el gol de la victoria frente al Burgos | Foto: Antonio L. Juárez
Chema Ruiz España
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El Granada vuelve a ser equipo de playoff después de clausurar su particular semana fantástica. Con la victoria de este domingo frente al Burgos, el conjunto rojiblanco cerró la suma de siete puntos de los últimos nueve en juego. Nueve días maratonianos de balance muy positivo, y ya no solo por el guarismo, sino porque los dos triunfos obtenidos en este lapso, ante rivales ubicados en puestos de ascenso directo, hicieron bueno el empate en La Rosaleda y lo dejan sexto, más cerca del grupo que encabeza la clasificación. Solo tres unidades le separan ahora de las dos plazas privilegiadas de la tabla, mientras que antes del compromiso ante el Alavés, el que inició esta secuencia, el colchón entre el segundo clasificado y el cuadro nazarí era de seis. El equipo ha integrado bien el concepto futbolístico de Paco López y sigue escrupulosamente la hoja de ruta marcada, grabada a fuego en el vestuario. 

El idilio que mantiene el Granada con Los Cármenes ha vuelto a ser determinante en este recorte. Los dos triunfos obtenidos en este espacio de tiempo se cosecharon en su feudo, allí donde nadie ha conseguido clavar su bandera en lo que va de curso. El Burgos levantó un muro para intentar arañar, al menos, un punto, pero en el Zaidín no muestra el cuadro nazarí la clemencia que exhibe en otros lares. La diferencia entre los registros del conjunto rojiblanco como local y sus resultados a domicilio es cada semana más llamativa, si bien es cierto que en las últimas jornadas ha mejorado mucho su imagen como inquilino y ha roto la barrera psicológica del gol lejos de su estadio. Los datos, no obstante, siguen siendo notorios: es el mejor local, sin conocer la derrota en campo propio, y el segundo peor visitante, con apenas un triunfo y tres empates en su casillero.

Una diferencia que personifica Myrto Uzuni. El máximo artillero de la categoría no ha medido aún una portería distinta de la de su feudo. En el barrio, es un león indomable, que, aunque también perdona, no cesa en su empeño hasta hincar el diente a su víctima en cada jornada. Al calor de su hinchada ha marcado las once dianas que cuenta hasta la fecha, incluidas tres de las cuatro muescas con las que el Granada se ha embolsado sus dos últimas victorias, ante rivales directos en la pugna por el ascenso. Ha anotado en seis de las diez jornadas en que su equipo ha sido local. Lejos de su estadio, indulta en ocasiones claras y se le obstruye el olfato goleador.

En Málaga, el instinto se le acentuó a su asistente de este domingo -la conexión Albania-Motril ha producido ya cuatro goles-, un futbolista que se va entonando. Callejón se ha acoplado bien a la nueva disposición que Paco López le ha deparado desde su llegada, más cerca de la banda y alejada de la delantera, pero con libertad para imaginar. Va afilando el colmillo y, sobre todo, hace jugar a sus compañeros. En esta labor asociativa encuentra a su mejor aliado en Melendo, otro de los futbolistas que se amolda bien a su nuevo rol en el esquema. El técnico les quita los grilletes y les permite inventar en espacios de último pase.

En estas posiciones también pueden actuar Perea y Soro, refrescos frente al Burgos, efectivos en el relevo. El manchego imprimió pausa y apareció por dentro para favorecer una construcción que se obstruía. El de Ejea de los Caballeros, casi inédito desde el inicio del curso, se vistió de agitador y perfundió cierta electricidad para contrarrestar el alto voltaje burgalés. Ambos buscaron el gol, desde lejos, pero, sobre todo, presentaron sus argumentos para pelear por más minutos en adelante.

Sin tiempo de juego se quedaron Bryan Zaragoza, por primera vez desde el cuatro de septiembre, y Matías Arezo, que tampoco consigue de momento salir del banquillo con Paco López. El malagueño, habitual revulsivo también con el valenciano, no pisó el césped a pesar de que el Granada solo hizo cuatro cambios, en principio porque el técnico, como detalló después en rueda de prensa, entendió que necesitaba retener el balón y ganar consistencia por dentro. Lo del uruguayo es una constante, lastrado en las últimas semanas por una cuestión de índole personal desde el cambio de entrenador. Jugó en Yecla y, desde entonces, solo apareció brevemente en La Rosaleda. el valenciano le echó un capote, aseguró que "cada vez está trabajando mejor" y sostuvo que "es uno más para ayudar al equipo desde el rol que le toca", pero su tesitura es compleja.