Resumen de 2023 | Un ascenso, amago de venta y la eclosión de Bryan

El Granada finaliza el año en puestos de descenso tras embarcarse en una montaña rusa de emociones que saca a relucir su inestabilidad

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El año rojiblanco ha sido una montaña rusa de ilusiones | Foto: GD
Chema Ruiz España
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El Granada se montó en el vagón de una montaña rusa al comenzar 2023 y pueden atestiguar sus aficionados, ahora que el trayecto llega a su fin, que no ha sido de las suaves. El año rojiblanco ha sido todo un vaivén de emociones que ha desvelado la inestabilidad que gobierna en el seno del club. Comenzó dubitativo, avanzó a velocidad de crucero y cayó en picado tras coronar la cumbre con un triple ascenso. De las fiestas en Batallas, a un amago de venta torpedeado por la herencia de la anterior gestión. En consecuencia, una planificación cuando menos cuestionable que pone a los tres buques insignia de la entidad en puestos de descenso, un relevo en la dirección deportiva y otro en el banquillo para concluir el efecto mariposa. En la tormenta, la eclosión de Bryan, una estrella en ciernes que vuela a Alemania. 2024 dirá si su despedida deja el poso del deber cumplido o las amargas lágrimas del fracaso.

El conjunto rojiblanco cruzó la barrera del 2023 cargando las dudas que germinaron en el año anterior. Paco López quería acomodarse aún en el banquillo de Los Cármenes tras relevar a Karanka, pero en el asiento había chinchetas. La eliminación de Copa frente al Oviedo casi le hace atragantarse con las uvas, aunque la vuelta al ruedo que tanto motivaba a Uzuni canceló el envío de carbón. Un tanto del albanés tumbó al Cartagena, como de costumbre en casa, y dio paso a otro bochorno a domicilio, frente al Levante. Un rival directo que sacó los colores de los nazaríes. De algún modo, el impacto en el Ciutat de Valencia marcó un antes y un después en el devenir del curso.

Dos triunfos consecutivos en sendos compromisos en casa, ante el Ibiza y frente al Andorra, suavizaron el golpe, aunque no guardaron el traje grisáceo que acompañaba al equipo. Mientras, Nico Rodríguez, todavía máximo responsable de la confección del plantel, se paseaba por el bazar invernal, después de prestar a Arezo a Peñarol hasta este 31 de diciembre. Echó en la cesta de la compra a Weissman, a Famara Diédhiou y a Pol Lozano, todos ellos cedidos, con opción de compra obligatoria los dos primeros si había ascenso. El israelí aterrizó de pie en el Granada. Enjauló la primera pelota que tocó, que sirvió para que los rojiblancos rompieran su maleficio lejos de su estadio y prolongaran una dinámica de hasta diez jornadas sin perder.

Pasó de todo en ese recorrido. Los de Paco López vencieron al Tenerife, certero Uzuni, y frenaron en Huesca, donde rascaron un punto. Iba apareciendo un Granada de dos caras. Sergio Ruiz evitó otro empate contra el Málaga en el último suspiro y Jorge Molina, en uno de sus últimos servicios al fútbol, se lió la manta a la cabeza para remontar en Burgos, en un encuentro en el que su equipo anduvo ausente. El alargue se fue convirtiendo en la zona de confort del cuadro granadinista, que salvó otro empate in extremis ante la Ponferradina con una falta de Perea que rebotó en la barrera. Sí venció con más holgura en Albacete, escenario de una batalla clave en el anterior ascenso, antes de volver a dejarlo todo para el final contra el Oviedo en Los Cármenes, puntual Ricard en el 90’.

El runrún, no obstante, fluía en torno al conjunto rojiblanco. Tornó en temor de inmediato con dos derrotas consecutivas en sendas salidas, a Gijón en primera instancia y, posteriormente, a Zaragoza, previas a un encuentro clave en la pugna por el ascenso directo. Aterrizó Las Palmas en Los Cármenes entre tambores de guerra y por el túnel de vestuarios asomó el Granada más solvente. En la eterna contradicción nazarí cabía un pinchazo más a domicilio, en El Sardinero. Un golpe anímico, pero la última vez que perdió en todo el ejercicio.

Los de Paco López empataron contra el Eibar, en un encuentro rácano frente al líder, y contra el Alavés, con André Ferreria al rescate al detener un penalti cuando su equipo jugaba con un hombre menos. Pero nadie quería ganar en la cabeza de la clasificación, por lo que las posibilidades de ascender por la vía rápida permanecieron vivas. Siguieron dos triunfos, contra el Lugo en Los Cármenes y en Miranda de Ebro, donde por unos minutos se vieron en Primera. La celebración aguardó hasta la última jornada, en un fin de fiesta que coronó Bryan Zaragoza contra el Leganés y que, por finalizar en la pole de LaLiga SmartBank, tuvo incluso trofeo.

Tres ascensos y un verano convulso

A las celebraciones se unieron el Recreativo Granada y el Femenino, también en el ascensor de subida. El conjunto dirigido por Roger Lamesa dio el paso que durante tantas campañas había acariciado y cerró su ascenso a Liga F, la máxima categoría del fútbol femenil, en Coruña. Brillaron Naima, mejor goleadora del equipo, Pamela, un pulmón en la medular, Laura Pérez y Lauri, rebosantes de calidad. El filial, por su parte, se aferró al acierto de un potente Samu Omorodion para soñar. Cuando despertaron, los de Juan Antonio Milla se vieron también en Batallas, por primera vez en la Primera RFEF. Todo eran sonrisas en la conclusión de un curso histórico. Las curvas vendrían poco después.

En todo este trayecto, Bryan Zaragoza fue forjándose durante este trayecto. Asomó con descaro en pretemporada, a pesar de que Aitor Karanka no le veía todavía preparado para saltar al primer equipo, pero convenció al técnico vitoriano y ganó relevancia con Paco López. Sus zigzagueos fueron convirtiéndose en algo recurrente, no exentos de acierto ante el marco rival. Hizo cinco goles, todos ellos obras dignas de colgar en algún museo. Era la promesa de un don excepcional que cada semana parecía acercarse al estrellato y en verano se erigió en el estandarte del conjunto rojiblanco.

Pero hasta que comenzó la preparación estival y el malagueño demostró que la camiseta de Primera División le ajustaba a la perfección pasaron semanas muy largas. Emergió como un rumor desacreditado por el club el interés del empresario argentino Andrés Fassi por adquirir la propiedad del Granada, respaldado por el grupo MountainStar Sports. Las conversaciones profundizaron hasta alcanzar un acuerdo y pasar los filtros oficiales necesarios para acometer una operación de este calado. Hubo un escollo, sin embargo, que lo echó todo por tierra: la causa abierta a la entidad nazarí enmarcada en la Operación Líbero, herencia del mandato de Quique Pina y su anterior propietario, Gino Pozzo.

Todo quedó en una tentativa de venta, pero sus consecuencias aún lastran a toda la entidad. El proceso expuso la inestabilidad reinante en el seno del club, inconsistente en todos los estratos, y ralentizó la planificación deportiva. El Granada comenzó a entrenar sin caras nuevas y la confianza de Paco López en que el plantel fuera poco a poco renovándose, pero terminó el mercado con apenas seis incorporaciones, la misma base que sufrió para ascender en Segunda y el robo de una joya. Porque durante la preparación veraniega Bryan encontró en Samu Omorodion un gran aliado, se presentó con gol en Primera y fue birlado por el Atlético de Madrid.

El melillense, promocionado desde el filial, exhibió unas cualidades sobresalientes y se convirtió en máximo artillero de la pretemporada granadinista. Era impensable que no saliera de inicio en el arranque liguero, en el Metropolitano. Los de franjas horizontales perdieron, por 3-1, pero él fue el autor del gol en una gran actuación. Convenció a Simeone y la entidad colchonera no se lo pensó cuando supo que su cláusula no rebasaba los seis millones de euros. Era un caramelo para sus posibilidades. Los desembolsó con gusto y sin preguntar por las oficinas nazaríes, de modo que tampoco pudo acordarse una posterior cesión a Los Cármenes. Su paso por la primera plantilla rojiblanca fue un visto y no visto que hizo a más de uno plantearse qué hubiera pasado si Bryan Zaragoza no hubiera sido suplente aquel día por un proceso febril.

El ejercicio del retorno a la élite fue avanzando en medio de la tormenta, sin fichajes y con síntomas de que la plantilla no daba más de sí. Tan solo el extremo malagueño despertaba ilusión. Mostró que el salto de categoría le sentó bien y una madurez sin balón que confirmó la promesa del curso anterior. Pero en lo colectivo, la nave tenía goteras  difíciles de parchear. Una desconexión le dio los tres puntos al Rayo Vallecano en su paso por el Zaidín, pero la magia de Bryan alumbró el hasta ahora único triunfo del Granada en esta campaña, contra el Mallorca, en la jornada posterior, la última antes del cierre de mercado. Paco López se aferraba a las últimas jornadas del bazar con la esperanza de que se produjera una renovación profunda del vestuario. No sucedió.

La deriva en Primera

La Real Sociedad goleó en Anoeta y el Girona, en Los Cármenes, en sendos encuentros que demostraron la capacidad goleadora granadinista. En el descuento, espabiló Las Palmas, que no había ganado, para tumbar a los rojiblancos con un zapatazo de Kirian Rodríguez, evidentes los problemas defensivos nazaríes. Tres empates consecutivos, ante Betis, Almería y Barcelona, divirtieron al espectador, pero no asentaron la mejoría. Todo el juego del Granada era lo que quisiera Bryan. Frente al cuadro culé, alcanzó el cielo. Anotó dos goles antológicos para igualar sus datos del año anterior y colarse en la convocatoria de Luis de la Fuente. Debutó con ‘La Roja’ y concretó su marcha al Bayern de Múnich, efectiva a partir de la próxima campaña, en un traspaso histórico tanto por lo económico como por su trascendencia mundial. Las arcas del club ingresarán 15 ‘kilos’, uno más de lo que dictaba su cláusula. Era su deseo: quedarse y remar por la salvación de ‘su’ Granada.

El camino tras la convocatoria de Bryan con la Selección Española, no obstante, se torció demasiado. El crecimiento granadinista frenó en seco, desapareció su capacidad goleadora y las derrotas fueron cayendo. Osasuna, Villarreal y Valencia sacaron los colores al conjunto de Paco López, y la Copa del Rey, entre medias, a toda la entidad. La alineación indebida de Adri López supuso la descalificación del equipo y el bochorno del club. Las consecuencias fueron llegando. Primero, fue destituido Nico Rodríguez, reemplazado por Matteo Tognozzi al frente de la dirección deportiva. Poco después, se le agotó el crédito a Paco López.

Al banquillo llegó Alexander Medina, apuesta del directivo italiano, sin demasiado cambio. El Granada se halla en proceso de regresión, sin capacidad de ver puerta y con las mismas carencias defensivas, aunque con más orden en sus filas. El Cacique se estrenó con derrota en el Bernabéu, encontró un empate frente al Athletic y enlazó otras dos jornadas consecutivas sin puntuar, en casa del Celta y contra el Sevilla. En el duelo ante el conjunto bilbaíno se gestó una tragedia sin precedentes. Antonio Trujillo, abonado granadinista, murió en Los Cármenes en plena disputa del encuentro, que fue suspendido y reanudado al día siguiente. El plantel concluyó el año como antepenúltimo, con solo ocho puntos y a siete de la permanencia. La afición enfureció contra el palco y, lejos de irse al parón con villancicos, entonó un grito conjunto: "Directiva, dimisión".

La deriva se extendió desde el inicio a todas las parcelas deportivas. El Recreativo Granada, sesteante en su progreso por la Primera RFEF, despidió el 2023 en la penúltima posición de la tabla, con diez puntos obtenidos en tan solo dos victorias y cuatro empates. El corte de la salvación le queda a ocho unidades. Poco más cerca, a seis, le queda la permanencia al Femenino, que ganó su primera jornada, contra la Real Sociedad, en un espejismo que dio paso a once derrotas consecutivas.

Un ejercicio de vaivenes, en el que el Granada logró lo mejor y lo peor. Ha terminado por desvelar una entidad vacía e inestable que siembra un mar de dudas. Sobre el club recaen muchas más sombras que luces. La permanencia es harto complicada en los tres equipos, poco menos que un milagro, si bien las matemáticas todavía no desahucian a nadie. 2024 asoma con una oportunidad de redención. Quién sabe si habrá más.