El Granada saca el orgullo pero sigue aplazando la remontada
El conjunto rojiblanco muestra en El Alcoraz sus argumentos para aspirar a Primera División, aunque termina la jornada a tres puntos de la promoción

Acabó el encuentro en El Alcoraz y el granadinismo compartió una sensación: este Granada tiene pundonor. “Jugar toda la segunda parte con uno menos y empatar el partido como lo hicimos habla del orgullo y la fuerza que tiene este equipo”, expresó Lucas Boyé, capitán y adalid, tras la cita en Huesca. El conjunto rojiblanco sintió su honra herida y realizó un despliegue de dignidad para mantenerse enganchado al pelotón que encabeza la clasificación. Igualó el golazo de Soko y encadenó su cuarto partido seguido sin perder, aunque sigue aplazando la remontada en la tabla. El empate este lunes entre Almería y Elche lo deja octavo, con 42 puntos, a tres del corte de la promoción. El ascenso directo, con el Mirandés como nuevo líder, le queda a seis.
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Escribá planteó un encuentro de tú a tú con el Huesca y ambos expresaron sus argumentos para aspirar a la Primera División. El conjunto rojiblanco se armó bien atrás pese a las bajas, con Miguel Rubio y Manu Lama muy serios en la labor de contener las embestidas del cuadro aragonés, a pesar de que el último se confió en un balón de Gerard Valentín que terminó en el tanto local. Zanjaron con contundencia cada galopada de Soko y no permitieron correr al rival hasta la lesión de Carlos Neva. El ajuste de Rubén Sánchez también surtió efecto, afilado en los minutos que jugó por el carril izquierdo, aunque la autoexpulsión de Ricard dinamitó el plan nuevamente. Tsitaishvili cumplió cuando le tocó poner el parche, con potencia incluso para guiar alguna arrancada en los minutos finales.
Hacia adelante, el Granada supo controlar bien el tempo, con Gonzalo Villar y Sergio Ruiz en la elaboración. No produjo demasiadas situaciones de peligro, pero sí las tuvo claras para hacer gol. Lucas Boyé se erigió en el faro, en un nuevo derroche de recursos del argentino, con Stoichkov más libre para aprovechar su pugna con los centrales. Rebbach profundizó como lo viene haciendo desde su llegada, solidario cuando Tsitaishvili tuvo que retrasar su posición. Al final, entraron Hongla y Manu Trigueros, relegado al ostracismo desde hacía varias semanas este último, y resultaron clave para evitar que el conjunto rojiblanco se dejara ir. Cercaron el pasillo central y, con el talaverano en el campo, ganaron presencia en campo contrario. Suyo fue el balón desde la esquina que acabó en el empate, una asistencia para reclamar minutos.
La expulsión de Ricard lo cambió todo. Aunque el cuadro nazarí trató de encajarla con buena mandíbula, la insistencia oscense terminó por hacer ceder la defensa rojiblanca, con un hombre menos para sostener el portón. El contexto forzó que el Granada juntara filas y se metiera en su madriguera. Aun así, sacó dignidad para lograr, al menos, un punto. Son ocho de los últimos 15 en juego, bagaje insuficiente aún para respaldar la oposición granadinista. El equipo permanece en el mismo sitio en el que terminó tras vencer al Cartagena el año pasado, aunque dos unidades más lejos del playoff que entonces. Cada jornada que pasa resta el margen para emprender la escalada. La imagen, no obstante, asienta una base desde la que poder iniciarla si es capaz de mantenerla en lo que resta.
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