Salvar al soldado Bryan
Con su futuro resuelto, Medina tiene el reto de recuperar la mejor versión del malagueño, capital en el ataque rojiblanco
Salvar al soldado Bryan Zaragoza de la depresión y recuperar su mejor versión se ha convertido en una tarea fundamental para Alexander Medina, una vez que el futuro del jugador ya se ha resuelto. El Granada es dependiente de la imaginación del malagueño, incapaz de sumar más que un punto sin su participación goleadora o asistente. Con su intervención, aseguró los tres frente al Mallorca y salvó los muebles contra el Betis, el Almería y el Barça, antes del apagón del jugador. El choque ante el cuadro culé fue precisamente la última gran actuación del extremo, que firmó un inicio de Liga prodigioso coronado con su convocatoria y debut con la Selección Española. Después, ha pegado un frenazo tan brusco que ha descolocado al equipo, incapaz de producir en ataque sin la inspiración del joven futbolista. Intermitente, se ha contagiado del estado tristón del plantel, y el conjunto nazarí lo sufre.
El peso de Bryan en la ofensiva rojiblanca no radica tanto en su acierto frente al arco rival, que también, como en la magia que rebosa en sus vertiginosas galopadas. Encierra en su interior la esencia del fútbol callejero, con la que arroja luz a un ataque lúgubre. Quiebra, adelanta, asiste y marca, armas con las que camufla carencias colectivas. También combina bien con Uzuni y, sobre todo, Lucas Boyé, lo que ha hecho saltar al aficionado del asiento en más de una ocasión. Pero su alegría se esfumó tras desvestir al Barça, desaparecida en la concentración con La Roja, y el Granada no ha aprendido a vivir sin ella. La visita al Real Madrid es fiel reflejo de ello. El extremo apenas logró desmarcarse de Carvajal, decaído en la banda del Bernabéu, y acabó pidiendo el cambio acalambrado. Sin el brillo de su bombilla, los de Alexander Medina cerraron la cita sin probar los guantes de Lunin.
Este desvanecimiento de la inventiva del malagueño, en la agenda de distintos clubes y con su renovación en el aire, también se sostiene en números. Cerró aquella deslumbrante actuación frente al cuadro azulgrana con cinco dianas en su contador particular y una asistencia, guarismos a los que, desde entonces, tan solo ha añadido un pase de gol. También se le ha visto frustrado, amonestado en tres de estos seis encuentros posteriores a la llamada de la Selección -dos de estas amarillas las vio por protestar-, con lo que cumplió sanción en Vitoria. En este periodo, los de franjas horizontales han perdido cinco partidos y tan solo han empatado uno, contra el Getafe, secuencia en la que el Granada únicamente ha visto puerta en cuatro ocasiones.
No hay otro jugador en la plantilla que influya tanto en el ataque rojiblanco. Bryan es el futbolista que ha participado en más goles hasta ahora, entre los que ha celebrado él y los que ha regalado a algún compañero, así como el que más ha disparado. Ni siquiera Uzuni tiene tal relevancia en la ofensiva nazarí, a pesar de haber firmado las mismas cinco dianas que el malagueño, una esencial para cerrar el hasta ahora único triunfo del Granada y otra salvadora en Almería, algo menos participativo en la generación de peligro. Lucas Boyé, con tres muescas y dos asistencias, sí incide en el fútbol granadinista, pero en las últimas semanas se ha visto aislado, desgastado en la brega con los zagueros rivales.
La necesidad es manifiesta, sustentada en la capacidad que tiene Bryan para desequilibrar. Es el jugador que más y mejor lo hace de LaLiga, con 40 regates ejecutados desde el inicio del campeonato. Es una cualidad que, por innata, no se le escapa ni siquiera cuando su fútbol luce menos. Promedia 2,4 quiebros por partido desde su convocatoria con La Roja -la media se eleva hasta rozar las 2,9 gambetas por encuentro en todo el curso-. Argumentos que explican que en el Granada sea imprescindible. El conjunto rojiblanco depende de que su fútbol vuelva a sonreír. Ahora, con su futuro ya escrito y rubricado, puede centrarse en desplegar el fútbol callejero que enamoró al Bayern. Ya no tiene distracciones que le alejen de su mejor versión futbolística.