El Granada no se rinde (1-1)

Un gol de Lucas Boyé rescata un punto para el conjunto rojiblanco frente al Huesca, que se adelantó después de que Ricard se expulsara en un cortocircuito

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Los jugadores del Granada CF celebran el gol de Lucas Boyé en El Alcoraz | Foto: LaLiga
Chema Ruiz España
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No bastó una defensa en cuadro, ni la lesión de Carlos Neva o el cortocircuito que mandó a Ricard a la ducha antes del descanso para tumbar al Granada. Tampoco la espectacular chilena de Patrick Soko al fondo de la red, ya con un nazarí menos sobre el campo. El conjunto rojiblanco no se rinde. Quiere ascender y en El Alcoraz mostró su verdadera cara, la de un aspirante sólido y con recursos en plantilla, aunque la clasificación lo mantiene rezagado. Con todo en contra y el Huesca preparando la mudanza al primer piso de la Segunda División, apareció Lucas Boyé en un córner. Golpeó el balón con la cabeza pero en realidad el gol lo marcó con el corazón. Puro orgullo, un despliegue de pundonor que, probablemente, en otras circunstancias hubiera guardado los tres puntos al bolsillo de Fran Escribá. Puede ser que en unos meses todo este esfuerzo quede en anécdota, ya que ni siquiera ahora le permite asaltar la zona noble, pero al menos muestra de qué está hecho este equipo, en ocasiones insustancial y con frecuencia zarandeado, pero que hace honores a la eterna lucha que adoptó como estilo de vida.

La disputa en las plantas más altas de la Liga de la hipertensión sirvió para confirmar varias cosas. Una de ellas, la candidatura del Huesca, un equipo sobrio, bien trabajado y que sabe cómo emplear sus armas sin que le tiemblen las pantorrillas cuando lo encorsetan. Otra, que el Granada tiene aún mucho que decir, pero sufre inmunodepresión. Lo miras y se resfría. Si al Alcoraz llegaba bajo de defensas, con Miguel Ángel Brau roto e Insua en la enfermería, del feudo oscense sale ya contagiado de un virus muy agresivo, con la pierna de Carlos Neva de nuevo perjudicada y Ricard en la grada, al menos, el próximo partido. Pero aun así, dominó hasta que al catalán se le cruzó el cable. Luego resistió al vendaval aragonés y encajó con buena mandíbula el golazo de Soko. Y creyó. Sobre todo, creyó.

Los de Antonio Hidalgo electrizaron el duelo desde el inicio, asiduos a los conciertos de rock. Apenas se alzó el telón, sin preámbulo alguno, el primer punteo de guitarra, con Gerard Valentín enfundado en la chupa de cuero. Es hábil con la púa. Persiguió con fe un balón atrás que se le complicó a Manu Lama, aunque el madrileño resolvió finalmente. Una amenaza para amedrentar a cualquiera. Lo que tal vez no esperaban los de casa era que su invitado acudiera con guantes aislantes, sin miedo al alto voltaje y que, poco a poco, les fuera envolviendo. A Stoichkov también parecía irle lo heavy y respondió de inmediato alzando los cuernos con la mano. Se descolgó para habilitar la internada de Carlos Neva y Lucas Boyé se quedó con el gol en los labios. Después el ariete rompió líneas con un pase a Rebbach, que entró en el área con visión de túnel y soltó un zurdazo alto. La cosa ya era una batalla de gallos.

Al Huesca le descolocó el planteamiento de Escribá, que no solamente gobernaba sobre la pelota, sino que además lo hacía con peligrosidad. Aunque lo que realmente hacía fruncir el ceño al conjunto oscense era lo que sucedía en la trinchera rojiblanca. Manu Lama y Miguel Rubio habían saltado con el traje negro de portero de discoteca, impasibles ante las súplicas de Soko por acceder al local de Luca Zidane. El primero rebañó a tiempo un balón a la espalda, mientras que su compañero fue al suelo más tarde para poner freno a una maquiavélica carrera del delantero, que enfilaba el camino hacia la meta desde la izquierda. Gonzalo Villar, entre tanto, se fue al rincón y descargó sobre Rebbach, que no necesita ver mucha vena para inyectar asistencias. Encontró a Tsitaishvili en el área y el georgiano desenfundó rapidísimo. ¡Bang! Directo al poste y, rebotado, al rostro de Dani Jiménez.

Crecían los rojiblancos con respeto, como un murmullo que se iba extendiendo por todo El Alcoraz, pero los aragoneses no se desordenaban. Replegaron y mantuvieron la compostura, aparentemente cómodos incluso. Lucas Boyé guerreaba con todo el mundo y Stoichkov se liberaba para olfatear el peligro. En estas, la rodilla de Carlos Neva volvió a colapsar en un forcejeo con Soko. Intentó quedarse sobre el verde, pero no pudo aguantar mucho más de lo que tardó Ricard en vestirse. Rubén Sánchez se fue a la izquierda y, al ver la recta despejada, activó el DRS para ir dejando atrás a rivales en un acelerón. Tomó la curva para dejar a Blasco en la cuneta y liberó el zapatazo, desviado por un zaguero al lateral de la red. 

Ahí quedaba todo y Fuentes Molina enseñó el camino de los vestuarios, pero a Ricard se le prendió rápido la mecha. Soko, que estaba en todas, había chocado con él tras un saque de banda y, conforme el colegiado pitaba, el lateral le dio un rodillazo en el isquio, a la vista de todo el mundo. Roja directa y absurda; nuevo contratiempo para el Granada.

A la vuelta dio la sensación de que los de franjas horizontales no se habían inmutado. Se ajustó atrás Tsitaishvili y Rubén Sánchez volvió a la derecha. Desde ahí, sirvió para Stoichkov, que llegó forzado para rematar fuera. Sin embargo, el crecimiento del Huesca era inevitable. El conjunto aragonés inició un ataque aéreo en lo que el Granada se iba juntando. Kortajarena le quitó un remate a Hugo Vallejo y Soko, en una suerte de spoiler de lo que haría más tarde, conectó una tijera en semifallo a la que Sergi Enrich no le tuvo fe. La ventisca arreciaba contra los visitantes, que esquivaban las balas como podían. Gerard Valentín aguijoneaba una y otra vez por donde el reubicado lateral georgiano ponía el parche. En uno de sus servicios, se giró Joaquín Muñoz, que acababa de salir, para pegar a las manos de Zidane desde la media luna.

El cántaro se rompió al final de tanto ir a la fuente. Gerard Valentín levantó la pelota y Javi Hernández, que también llevaba poco sobre el césped, tuvo más convicción que Manu Lama, quien confió en que se iba fuera. Logró prolongar el centro y Zidane palmeó para dejar una pelota de esas con las que sueña cualquier chaval en el patio del colegio, aunque sepa que conlleva un espaldarazo contra el suelo. Soko revivió su infancia. Obró con una mecánica perfecta el remate con denominación de origen Chile, inalcanzable para Luca.

El contacto del esférico con la red resonó fúnebre, pero a Lucas Boyé le hervía la sangre. Hongla y Manu Trigueros, que salió del ostracismo, habían salido antes para controlar en las postrimerías, mientras que Borja Bastón se estrenó a la caza de un envío aéreo. En un arreón de orgullo, el Granada llegó a la esquina. El de Talavera la puso a volar y el argentino entró como Puyol en Sudáfrica. Salvador. Habrá que ver, a la larga, para qué da este punto.


Ficha técnica:

SD Huesca: Dani Jiménez; Blasco (Toni Abad, 46’), Julio Pulido, Rubén Pulido; Gerard Valentín, Óscar Sielva, Kortajarena (Javi Hernández, 70’), Hugo Vallejo, Vilarrasa (Jordi Martín, 70’); Sergi Enrich (Joaquín Muñoz, 60’) y Patrick Soko (Diego González, 80’).

Granada CF: Luca Zidane; Rubén Sánchez, Miguel Rubio, Manu Lama, Carlos Neva (Ricard, 42’); Giorgi Tsitaishvili, Gonzalo Villar (Manu Trigueros, 73’), Sergio Ruiz (Borja Bastón, 73’), Abde Rebbach (Martin Hongla, 73’); Stoichkov y Lucas Boyé.

Goles: 1-0: Patrick Soko, min. 77; 1-1: Lucas Boyé, min. 84.

Árbitro: Andrés Fuentes Molina, del comité valenciano. Amonestó a los locales Blasco y Óscar Sielva, así como a los visitantes Gonzalo Villar y Lucas Boyé. Expulsó con cartulina roja directa al visitante Ricard Sánchez.

Incidencias: encuentro correspondiente a la 27ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en El Alcoraz, ante 7.427 espectadores.


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