Mejora con balas de fogueo (0-0)
El Granada enlaza un nuevo empate, en un duelo en el que Melendo reanimó al conjunto rojiblanco, sin el acierto necesario para decantarlo
Pasarán los años y emergerán nuevas tácticas, sistemas revolucionarios y jugadores que se salten todo ello para marcar diferencias, pero el fútbol seguirá regido por una norma simple: que sin gol no hay puntos. La recuperación de Melendo ha reanimado al Granada, que en El Toralín ha vuelto a jugar y a atosigar a su rival este sábado, pero las balas rojiblancas eran de fogueo. El cuadro nazarí ha enlazado ante la Ponferradina un nuevo empate a cero, que es su tercer encuentro consecutivo sin ver puerta, con el que no consolida la visible mejora que el mediapunta catalán ha supuesto en el equipo. Amir, guardameta berciano, salvó a los suyos en varias ocasiones; la falta de atino visitante, lo hizo en las restantes. Jorge Molina y Miguel Rubio, de nuevo en el once ante la ausencia de Cabaco, lograron batirle, en fuera de juego el primero y con la mano, aunque pegada al cuerpo, el segundo, con lo que el marcador no se movió.
Con Melendo, el equipo es otro. Habían bastado tres ratitos previos del catalán sobre el terreno de juego para comprobarlo, y ya no queda duda de que es el futbolista que mueve a este Granada. Un ilusionista que despeja el camino y, en ocasiones, ve grietas en los muros rivales. Karanka ardía en deseos de alinearlo y, en cuanto tuvo la oportunidad, echó mano de su magia. Lo situó en la posición que él considera clave para que dirigiese la orquesta, por detrás de Jorge Molina y flanqueado tanto por Callejón, por primera vez caído a banda, y Puertas, que sentó a Uzuni. No hubo premio a los buenos minutos de Bryan Zaragoza y Rochina frente al Huesca, tal vez por la urgencia latente. La fórmula funcionó, pero los soldados rojiblancos viajaron con la pólvora en remojo.
Enlutados este sábado los nazaríes, se presentaron dominantes, con una versión más parecida a la que recibió al filial del Villarreal, en el duelo que hasta ahora había servido de modelo del potencial granadinista, pero con el punto de mira en otro lado. Exhibieron agresividad en la presión, en líneas altas, una circulación fluida y cierta inquina al pisar zonas propicias para generar peligro. Flotaba Melendo por la franja ancha y el Granada movía con una paciencia inusitada. Se animó Petrovic, retornado para reemplazar a Sergio Ruiz, con un golpeo tan duro como alejado casi en la primera posesión del encuentro, a lo que respondió Derik más tarde con un disparo a la cubierta del fondo defendido por Raúl Fernández.
Las sensaciones que desprendían los de Karanka eran opuestas a las que rezumaban en semanas anteriores, pese a fallar en la definición. Melendo parecía haber encontrado la solución a todos los problemas del conjunto rojiblanco, que se fue asentando en el campo enemigo y atosigaba cualquier barrunto de construcción berciano, pero no tenía la llave que abría la portería. Intentó conectar con Puertas, famélico, pero con quien logró combinar fue con Callejón, incisivo en el pasillo izquierdo. El motrileño estiró el campo a lo largo y descargó para la llegada del almeriense, que se echó las manos a la cara mientras su remate rozaba el poste. Bodiger, seguidamente, se cansó de buscar el hueco y tiró desde la frontal tras sortear la salida de Sabit, pero Amir, protagonista local, blocó en dos tiempos.
El plantel de José Gomes trató de desperezarse. Intentó robar posesión al conjunto visitante y percutir a balón parado, pero no había manera de desestabilizar la formación granadinista. El cuadro rojiblanco, en cambio, siguió enseñando el colmillo, pero sin llegar a hincarlo. Corrió Puertas por banda y buscó en el segundo palo la frente de Jorge Molina. Sacó Amir la manopla antes de que el punta pudiera cabecear, pero el rechace fue a parar a Callejón, que, presionado por el propio guardameta, cedió la pelota para el remate alto de Ricard, que entraba como una bala. El alcoyano sí logró ajustar después a la red un disparo con el que cerró una aseada triangulación nazarí por el costado derecho, pero se había adelantado para recibir el último pase y el tanto no subió al marcador.
Los de Aitor Karanka se afanaban en inaugurar el marcador, pero el atino es una cualidad que ya esquiva incluso a Uzuni en este equipo. Ricard, ese lateral que juega con un puñal entre los dientes, penetró una vez más en el área para buscar un aliado. Se adelantó José Amo a la intención del catalán, pero la pelota salió escupida hacia un Callejón que marró la ocasión. En el cruce, el zaguero berciano dejó un rodillazo en las partes pudendas del lateral rojiblanco, que, noqueado por el dolor, pidió ser sustituido. Antes, José Gomes ya había sentado a Derik, tocado tras un pisotón de Petrovic. Ojeda intentó aprovechar las molestias del defensa rojiblanco, atento Quini para barrer el balón en la frontal y matar lo que quedaba del primer acto.
Fue Rochina, para sorpresa de la parroquia rojiblanca, quien entró por Ricard, y Puertas el que retrasó su posición en la banda derecha tras la extraña permuta. El valenciano ingresó en el duelo con la pierna afilada. Empalmó en su primera acción un potente tiro raso que abortó Amir y estrelló después la pelota en la pierna del guardameta tras robar en la cimentación de una jugada berciana. Antes, Edu Espiau intentó aprovechar la debilidad por el costado diestro y se metió casi hasta el área pequeña, pero fue contundente al corte Víctor Díaz.
Era la secuela de lo visto en los 45 minutos anteriores. El Granada merodeaba en torno al área de la Ponfe, mientras el cuadro local apenas lograba sacudirse la presión nazarí en acciones eventuales, en especial a balón parado. La falta de gol, no obstante, empezaba a inquietar. Saltó Uzuni, en detrimento de Jorge Molina, para devolver a Callejón a la posición más adelantada del esquema nazarí. La defensa visitante sufrió entonces un microcorte de conexión que Edu Espiau estuvo cerca de aprovechar, de nuevo bien situado Víctor Díaz. La ocasión animó a los de José Gomes, que acariciaron el gol. En un saque de esquina, Yuri peinó un centro que había prolongado Rochina en un intento por despejar.
El partido se empezaba a poner feo para los de Karanka. El técnico inyectó electricidad con Bryan Zaragoza, que sustituyó a un Melendo más apagado tras el descanso, y Matías Arezo, que se erigió en referencia arriba. El malagueño, pura osadía, intentó asistir al uruguayo en la primera pelota que tocó, pero Pascanu desvió el pase con los tacos. El canterano, una de las mejores noticias en el cuadro nazarí, imprimió frescura en el cuadro nazarí y fue convirtiendo el partido en un correcalles, lo que mitigó el despertar berciano. Pide más minutos.
El tramo final se agitó a la velocidad que marcaba Bryan. En una falta lejana, Miguel Rubio empujó a gol el balón que llovía. Se encogió todo lo que pudo hasta pegarse los brazos al torso, pero no pudo evitar que la pelota le golpeara en la mano. Lo vio Cordero Vega y se lo refrendaron desde el VAR. La norma dice que se debe anular la acción si el balón acaba en la jaula inmediatamente después de entrar en contacto con la extremidad prohibida. El extremo malagueño, de nuevo, emprendió una endiablada carrera con la que quiso decantar el choque ya al final. Dejó sentado a Moi Delgado antes de que la pelota saliera disparada hacia Arezo, que conectó un tiro que sirvió de asistencia a Uzuni, en la esquina del área pequeña. El albanés, sin embargo, vio a un gigante frente a la portería y definió horrible. Tampoco él tenía la llave. El tiempo se agotó y el Granada sumó otro punto que le sabe a poco. Mejoraron las sensaciones del conjunto rojiblanco, pero sin gol, es difícil alimentar la ambición.
Ficha técnica:
SD Ponferradina: Amir; Paris Adot, José Amo, Pascanu, Lukaku (Moi Delgado, 45’); Dani Ojeda, Erik Morán (Diéguez, 85’), Sabit (Kelechi, 68’), Naranjo; Yuri (Heri, 85’) y Derik (Edu Espiau, 41’).
Granada CF: Raúl Fernández; Ricard (Rochina, 45’), Víctor Díaz, Miguel Rubio, Quini; Petrovic, Bodiger; Puertas, Melendo (Bryan Zaragoza, 69’), Callejón (Arezo, 69’); y Jorge Molina (Uzuni, 61’).
Árbitro: Adrián Cordero Vega, del comité cántabro. No amonestó a nadie.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la 9ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en El Toralín, ante 5.628 espectadores.