El liderato tendrá que esperar (1-0)
El Granada cae por la mínima en El Molinón, condenado en una primera parte horrible de la que no pudo reponerse pese a la mejoría tras el descanso
Algo debe de tener Asturias que saca lo peor del Granada. El conjunto rojiblanco se dejó allí a un entrenador en noviembre, la Copa en diciembre y este Domingo de Ramos, en El Molinón, la posibilidad de encabezar la clasificación tras el pinchazo del Eibar. Ha perdido por la mínima frente a un Sporting mermado, que tuvo que improvisar una alineación para competir, pero con mucho más brío. Se adelantó por medio de Diego Sánchez en un saque de esquina mal defendido, en una primera parte horrible de los de Paco López, anodinos y sometidos. Mejoraron los nazaríes en el segundo acto tras la incursión del siempre eléctrico Bryan Zaragoza, pero entonces las balas esquivaron a Cuéllar. La reacción y el asedio final no les dieron para reponerse. El liderato tendrá que esperar, y habrá que ver este lunes si conserva la plaza de ascenso directo.
Sin más novedades en la convocatoria que el regreso de los internacionales, Paco López tampoco removió más su once, a pesar de que durante la semana hizo pruebas con distintas combinaciones en la medular. Mantuvo su confianza en el tándem Bodiger-Lozano, todo un boquete en este domingo, y solo retornaron a la alineación los viajeros, cuya ausencia fue notoria en la última jornada. Con ello, el técnico dispuso de nuevo de su alineación de gala, con sus particulares cuatro fantásticos de nuevo en ataque para emprender el asalto al liderato, de capa caída en esta ocasión. Como los integrantes de la banda que protagoniza la serie La casa de papel, pero sin caretas, se plantaron los rojiblancos en El Molinón, con la oportunidad de birlar la primera plaza ante un Sporting diezmado, pero sedicioso. Sin embargo, salieron del histórico estadio sin botín, y casi sin la cartera.
Los pupilos de Miguel Ángel Ramírez trataron de contrarrestar las numerosas ausencias que les lastraban con un planteamiento impetuoso, obligados también a echar el resto por su situación en la tabla. Unieron a esta intensidad la calidad que ostentan los guajes, en especial en espacios interiores, para descolocar al Granada, que parece sufrir algún tipo de alergia al Principado. Pedro Díaz se divertía entre líneas y al conjunto nazarí se le atragantaba la salida posicional, agobiado ante la presión local. Se despistó Ignasi Miquel y Juan Otero cazó a su espalda un envío de Varane, pero el atacante pifió el remate al llegar al área. La ocasión puso en alerta a los nazaríes, que se arremangaron y empezaron a devolver entregas sportinguistas en acciones de estrategia.
Intentó sacudirse la presión y salir de la cueva el conjunto granadinista, enlutado este domingo, pero había un socavón en su centro del campo y el Sporting jugaba con tres puntos más de vigor, taciturnos los nazaríes, como si hubieran reinstalado su antigua versión visitante. Cada balón en disputa caía hacia los locales, que merodeaban pero sin dañar los guantes de Raúl Fernández. Se adelantaron, de hecho, sin siquiera haberles hecho un rasguño. Sirvió Pedro Díaz desde el cuarto de circunferencia y la testa de Diego Sánchez, que apenas tuvo que impulsarse ante un inocente marcaje de Bodiger, condujo el esférico a la red con un remate tan ajustado que, incluso, tocó el poste, inútil el esfuerzo del guardameta.
No había rastro del Granada, incapaz de profundizar ni casi de hilvanar hasta entonces una circulación fluida que le permitiera pisar el campo rival. Cortocircuitaban las conexiones en la sala de máquinas, absolutamente improductiva, y la imaginación se había cogido un descanso. Ni siquiera el repliegue local tras el gol espabiló a los de Paco López, inertes en manos del Sporting. A Bodiger se le aclaró la visión por un breve momento y detectó el movimiento de Weissman a la espalda de la zaga sportinguista. El israelí controló y penetró en el área, pero estrelló el tiro en Cuéllar. La réplica, en un sprint en el que Juan Otero dejó a kilómetros a cualquier defensa visitante, fue abortada por un fuera de juego inexistente cuando el delantero ya estudiaba por dónde batir a Raúl.
Suspiraron aliviados los de negro, pero un error posterior de Víctor Díaz, a quien se le complicó un despeje poco ortodoxo, dio al atacante la oportunidad de sacarse la espina. Asistió a Jeraldino, que apareció en el segundo palo para cabecear abajo. Entonces sí apareció el guardameta bilbaíno para activar su opción de renovación con un paradón que evitaba el sonrojo al descanso. Ineludible debió de ser, no obstante, la bronca de Paco López en el intermedio, aunque pareció efectiva a pesar de que el segundo acto comenzó con otro remate alto de Jeraldino, en esta ocasión con el hombro.
El Granada fue encontrando el norte poco a poco, con más corazón a la vuelta del vestuario. Con fe se llevó Weissman una posesión dividida y forzó una falta en el balcón. La chutó Callejón a la barrera, pero la pelota salió desviada y estuvo cerca de sorprender a Cuéllar. El técnico rojiblanco olió la sangre, debilitados los locales, y soltó a Bryan Zaragoza. El malagueño agitó el duelo, amargó a Cote y activó a Uzuni, hasta entonces un mero espectador. El albanés remató primero cerca de la escuadra tras una dejada de Puertas, que había entrado junto a Bryan y Perea en una misma ventana, y más tarde, a centro del joven revulsivo rojiblanco, a las manos del arquero local.
Los de Miguel Ángel Ramírez apretaban los dientes mientras su rival iba a más. Melendo levantó el periscopio y divisó una nueva carrera de Uzuni. Elevó uno de sus pases patentados por encima de la maraña defensiva asturiana y el albanés empalmó el remate al larguero. Después, el atacante protegió el esférico en el área para descargar sobre la internada de Carlos Neva, que tiró muy alto. El carril diestro del Granada era pura dinamita. Se divertía Bryan Zaragoza ante Cote y el máximo artillero de Segunda se desesperaba. En otro intento, de espuela, la pelota se le fue llorando junto al palo. El Sporting se atrincheró y Paco López se quedaba sin balas con la incursión de Famara Diédhiou y Jonathan Silva.
Cristo González tuvo la sentencia en un contragolpe en el que Pol Valentín emuló a Gareth Bale en la final de la Copa del Rey de 2014, pero el delantero marró la jugada con un golpeo nefasto. Bryan Zaragoza pisó línea de fondo tras driblar a dos zagueros como si fueran conos en un entrenamiento, sin aliados para rematar. Resoplaban los locales, a quienes el descuento se hizo eterno ante el asedio nazarí. Al reloj se le acabó la arena y al Granada, la oportunidad de ser líder. No se mueve en la tabla, al menos hasta que juegue Las Palmas, que lo sacaría del ascenso directo si gana en Albacete. Lo bueno, pensarán los rojiblancos, es que no tienen que volver al Principado.
Ficha técnica:
Sporting de Gijón: Cuéllar; Guille Rosas (Pol Valentín, 46’), Bruno, Jordi Pola, Diego Sánchez, Cote; Varane (Christian Rivera, 78’), Pedro Díaz, Jordan Carrillo (Aitor García, 66’); Jeraldino (Víctor Campuzano, 66’) y Juan Otero (Cristo González, 86’).
Granada CF: Raúl Fernández; Ricard (Famara Diédhiou, 80’), Víctor Díaz, Ignasi Miquel, Carlos Neva (Jonathan Silva, 86’); Melendo, Bodiger, Pol Lozano (Perea, 63’), Callejón (Bryan Zaragoza, 63’); Uzuni y Weissman (Puertas, 63’).
Goles: 1-0: Diego Sánchez, min. 22.
Árbitro: José Antonio López Toca, del comité cántabro. Amonestó a los locales Varane, Diego Sánchez, Cote y Víctor Campuzano, así como al visitante Víctor Díaz.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la jornada 34 de Liga en Segunda División, disputado en el estadio El Molinón - Enrique Castro ‘Quini’, ante 18.547 espectadores. Antes del partido, se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de Javier Martínez Piñeiro, exentrenador de fútbol base en la escuela de fútbol El Mareo y en memoria del padre de Lourdes Lezcano, jugadora del equipo femenino del Sporting de Gijón.